𝐵𝑢𝑡𝑡𝑒𝑟𝑓𝑙𝑖𝑒𝑠 𝑓𝑜𝑟𝑒𝑣𝑒𝑟

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Las ultimas palabras del Dios más temido habían sido nada más que un insulto hacia su asesino, quien lo recibió con una sonrisa modesta y humilde, mientras era asistido por la segunda Valkyrie para ir a curarlo.

Mientras tanto, el alma del rubio se hacia pedasos, para luego los pedasos elevarse lentamente al cielo donde desaparecieron gradualmente de la vista de todos, los humanos alegres de la victoria de su representante y los Dioses estupefactos de la derrota del suyo.

A una considerable altura los pedasos del alma del rubio volvieron a unirse poco a poco, con brazos y todo, excepto por su arma, se elevaba lenta, pacifica y agradablemente, dándole un momento para respirar tranquilo, al menos se liberó de su dolor en vida.

Recordó todo lo que vivió en sus milenios de vida, exactamente todo, incluso el deseo de su hermano mayor Adamas de que el se casará con alguien que de verdad le alegrará los dias, había olvidado aquella esperanza de su difunto hermano, asesinado personalmente por el.

- Lo logré hermano.... - le intentó comunicar con sus pensamientos - Y lo mejor es que fue la mejor mujer que pudo haber nacido... - sonrió mientras se entregaba a la eterna soledad, pero sin aquel peso depresivo en sus cansados hombros.

Se quedó en silencio saboreando la dulce sensación del vuelo que estaba viviendo, felicitando al humano de haber ganado, suspiró relajandose; hasta que sintió unos cálidos y recargados brazos rodear su grueso cuello. Reconoció ese adorable aroma a rosas y ese delicado tacto.

Era....

- Bienvenido, querido.

Era ella.

Su armoniosa voz inundó sus timpanos como un arrollo tranquilo y pacifico, haciendo que abriera los ojos y con sus ahora desnudas manos tocó los brazos en un intentó por confirmar que eran reales, cuando hizo contacto con la suave piel la emoción y la felicidad no cupieron del todo en su frájil corazón, haciendolo soltar unas lágrimas.

No de tristesa, no de impotencia, no de soledad, no de ira; si no que eran de felicidad, emoción, gratitud y amor.

Viró su rostro sobre sus hombros para ver su rostro, lo vió igual o incluso más hermoso de como lo recordaba, sin embargo, esos hermosos y adorados ojos lo miraban con mas amor y ternura que antes, brillaban con mas vida y felicidad; una sonrisa amplia se formó en el rostro del rubio.... al fin estaban en los brazos del otro.

De pronto sintió algo suave tocar sus glúteos, y muslos, bajó la mirada encontrandose con las hebras verdes del cesped, el cual estaba fresco cortado a un nivel perfecto y se ondeaba tranquilamente gracias a la suave brisa que estaba pasando.

Volvió a subir sus orbes azules a la figura de su adorada, la cual ahora descansaba suavemente en su regaso y descansado las palmas de sus manos en sus hombros; lo miraba con una sonrisa llena de felcidad y emoción, en sus tiernos ojos se llenaban lágrimas que amenazaban con salir de sus cuencas.

- V... - trato de hablar, pero la felicidad de al fin tenerla entre sus brazos no le cabía, aun asi trato de hacerlo - Vol...volví.

La sonrisa de su esposa se amplió al oír esa sola palabra, haciendo que el agua salada ya no amenazara, si no que saliera haciendola llorar a mares, mientras soltaba risas y comenzaba a besar el rostro del rubio de manera rápida. Mientras lo hacía, el la atrapó aún más en sus brazos y la acercó más, temiendo aún que no fuese real.

- No... - susurró feliz la mujer, mientras abrazaba la cabeza de su marido apoyándola en su pecho - La que volvió fui yo...

Se mantuvieron en aquel abrazo por unos segundos, hasta que el rubio elevó su cabeza, haciendo que su esposa bajara la suya para quedar a pocos centimetros de unir sus labios. Sonriendose suavemente se fueron acercando hasta unir nuevamente sus labios después de dos milenios y cien años sin verse.

𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐫𝐢𝐩𝐨𝐬𝐚 | ᴘᴏsᴇɪᴅᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora