Los minutos pasaban lentos y pacientes, en silencio mientras las aguas puras de la arena se movian limpiamente y donaban un pacifico sonido al ambiente, haciendo que el humano se consentrará mas en lo que estaba haciendo.
Aún se encontraba sudando, aun con su caracteristica sonrisa pensando en como atacar sin morir en el intento, sin embargo, en las diesiocho veces que habia visualizado como hacer su primer movimiento habia sido asesinado friamente por el rubio en frente de el.
Cruzando sus piernas en el suelo, apoyando su codo en una de sus rodillas para sujetar su mejilla con su palma abierta, mientras que con la otra sostenia el mango de su katana, seguia sonriendo con la barbilla y la vista en alto mirando a Poseidon, quien seguia mirando en su dirección, pero al suelo.
- No quiero morir.... - murmuró, pensando - ¿Cómo puedo ganar esta vez?.
Mientras tanto, el rubio al otro lado de la arena aun no se movia ni un centimetro de su posición, mientras estaba perdido en el sonido tranquilisante de las olas, mientras dejaba que el leve viento moviera sus hebras rubias y sedosas.
Se inclinó levemente girando y cuerpo en el momento en el que Sasaki se habia acercado, esquivando limpiamente el ataque de la hoja del arma, en el cual pudo ver por unos breves instantes, mas breves que una milecima de segundo, ver el reflejo de sus ojos, los cuales estaban sin brillo alguno y entendia el porque.
Aquel ruido sereno y remoto de las olas le recordaba los cantos que en algunas ocaciones su adorada le cantaba cuando no conseguia dormir en las noches, cuando la abrasaba delicadamente por la cintura y se dejaba acariciar por ella, mientras ella le cantaba y acariciaba el cabello, se quedaba dormido calidamente entre sus brazos delicados y pecho.
Ningún humano había podido frenar el descenso de la hoja de una katana, pero Sasaki si, habia frenado el movimiento de su arma antes de que la punta tocará el suelo y la viró haciendo que el filo ahora estuviera arriba, para después elevarla aun mas rapido y cortar uno de los mechones del cabello de Poseidon.
- ¿Cómo te... - pensó el rubio al ver sus hebras danzar en el aire hasta caer al suelo, con ya el humano lejos de el por su seguridad, molesto.
Estaban en el carruaje divino del rubio, en camino al Palacio de este despues de una reunion con las demas deidades griegas, en un cómodo silencio mientras el llevaba las riendas con ambas manos y ella estaba recargada en uno de los costados, mirandolo.
Sus ojos rosados estaban clavados a la figura de su marido, quien en cuanto se percató de su mirada volteó suavemente procurando no asustarla con un movimiento demasiado rapido, logrando eso en cuanto vió su diminuta y suave sonrisa ampliarse, y en sus ojos aumentando su brillo.
- ¿Qué ocurre? - preguntó extrañado, a lo mejor tenia algo y a su esposa le daba gracia.
- Nada - respondió con simplesa -, solo que tu cabello se ve muy bonito de este modo - confesó, ladeando su cabeza lijeramente, dandole un toque tierno.
La melena rubia de Poseidon se encontraba bailando ante el viento que impactaba contra su cuerpo, empujandolo hacia atras y otorgandole el poder de dansar libremente. El cabrllo de su esposa no era la excepción, debido a que era mas largo, bailaba mas reveldemente y se extendia varios centimetros, dandole una imagen igualmente bella a Poseidon.
- Tu cabello también se ve bien - halagó de vuelta, haciendo que el corazón de la femina diera un salto alegre, ocacionandole un sonrojo y que ampliará aun mas su bella sonrisa.
El le devolvió la sonrisa, no tan amplia como la de su adorada, si no que una diminuta, para volver a mirar al frente siendo imitado por ella, mientras los delfines nadaban animadamente.
Alzó su mirada para encontrar los ojos oscuros del humano, quien seguia sonriendo, mientras que el sentia como la rabia empezaba a inundar su pecho como un maremoto violento asotando una costa; se enfado por aquel movimiento que conecto el humano, asi que se dispuso a atacarlo mas seriamente.
Comenzó a subir la velocidad de sus maniobras, logrando en un poco menos de veinte segundos herir el costado del mortal, para volver a separarse nuevamente; mientras el extremo izquierdo de la cintura del samurai sangraba, gritos de aliento por parte de los Dioses hacia el representante divino empezaron a oirse por todo el estadio.
Detestaba aquellos gritos de aliento, solo por el mero hecho de que su voz no se encontraba entre ellos, asi que, con su cara mas simiestra debido a su colera viro su cuello mirandolos y haciendolos callar en menos de una centecima. Haciendo que adaptarán una expresión de miedo y se undieran en el ahogador silencio.
Esto claramente, confundió un poco al samurai que se encontraba perdiendo su líquido vital, y respiraba pesadamente tratando de dar todo de si para ganar, asi que tomó la palabra intentando averiguar el porque de la acción de su rival.
- Maldición... - dijo Sasaki - Si que das miedo - soltó con algo de gracia -, ¿Por qué no aceptas las ovaciónes de tus seguidores?.
- ¿Seguidores? - preguntó, mirandolo a los ojos.
Esa palabra, una vez mas aquel humano le habia recordado memorias dolorosas de su grata vida junto a su esposa, aquella epoca en la que estaba totalmente completo, donde se sentia con las ganas de levantarse, y levantarse era lo mejor del dia, ya que lo hacia junto a ella.
Los momentos de su singular luna de miel vinieron a su mente con el sonar de esa palabra, donde en una oportunidad quedaron hablando de temas divinos, y su adorada señora le confesó algo que marcó aun mas su forma de pensar con respecto a lo que es un Dios.
"En mi opinión, un Dios no necesita seguidores... necesita compañeros".
Y el ya habia perdido a su compañera.
ESTÁS LEYENDO
𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐫𝐢𝐩𝐨𝐬𝐚 | ᴘᴏsᴇɪᴅᴏɴ
Fiksi Penggemar"𝗠𝗜 𝗠𝗔𝗥𝗜𝗣𝗢𝗦𝗔" Durante la tercera ronda de la batalla final entre Dios y Hombre, Ragnarok, en la cual el soberano de los mares Poseidon y el mayor perdedor de la historia Sasaki Kojiro se enfrentaban a muerte. Sin embargo, el Dios no habia...