Despedida

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Con lentitud y dificultad abrió los ojos con los que solo podía ver figuras borrosas, así que se los restregó para poder enfocar y después de que se acostumbrarán, pudo ver frente a él en el suelo cristales rotos y a la distancia una figura amarilla y azul sobre el suelo. Trató de moverse, pero un dolor le atravesó la espalda, con una mueca se apoyó sobre los codos y luego con las rodillas para levantarse. Permaneció a cuatro patas con la cabeza entre los brazos sobre el suelo para poder mitigar el mareo repentino esperando un par de minutos para que se le pasara. Cuando pudo moverse, levantó la cabeza alcanzando a ver a Daisy tendida en el suelo.

Alarmado por la falta de movimiento de la rubia se arrastró en su dirección sin importarle que algunos trozos de vidrio se le clavaran en las palmas. Al llegar a su lado se sentó de rodillas girando su torso apartando el cabello que cubría el rostro.
- ¡Daisy! – la llamó - ¡Daisy! – la sacudió
La mujer abrió de a poco los ojos, al principio vio una sombra en su campo de visión, luego una mancha y después a Theo inclinado sobre ella. De un salto se sentó en el suelo.
- ¡Esa cosa venía hacia nosotros! – buscó a la criatura en todas direcciones
- Tranquila Daisy, se ha ido – le puso una mano sobre el hombre cuando sintió dolor en las palmas. Les dio vuelta a sus manos descubriendo que tenía varios cortes no muy profundos.
Daisy se giró y vio sangre escurrir por sus brazos. Le tomó una mano con brusquedad para mirarla.
- ¡Espera que me haces daño!
- Hay que lavar tus heridas – explicó la chica levantándose – debe haber un cuarto de servicio por aquí, vamos Thed o eso se infectará.
Theo la miró desde el suelo aun con las palmas hacia arriba como si no hubiera comprendido lo que decía. Luego de un momento se levantó y la siguió al servicio. Theo le indicó que en la bolsa que cargaba en la cintura encontraría material de curación, así que le pasó la alforja para que así la rubia rebuscara entre los objetos. Theo se lavó las manos y secó con ligeros toques con la ayuda de algunas toallas de papel. Daisy desinfectó una pinza pequeña para retirar cuidadosamente los trozos de vidrio en el mismo ángulo en que entraron y cuando se aseguró que no quedaban objetos incrustados en la piel le pidió a Theo se lavara de nuevo y secara dando golpecitos en la piel sin frotar para que a continuación le aplicase ungüento antibiótico y le colocara un vendaje sobre las manos para evitar que se ensuciasen.
- ¿Podrías ayudarme a quitarme la ropa?, creo que los cristales se me han incrustado también en la espalda.
Daisy le ayudó a quitarse la bata del uniforme médico. Al ver su torso desnudo no pudo evitar admirar la piel de su espalda que parecía ser suave y tersa. La rubia apretó los ojos cuando aspiró el aroma que desprendía su cuerpo.
<< ¡Oh Dios mío! >> pensó
- ¿Todo bien? – inquirió Theo
Daisy abrió los ojos de golpe
- Sí... no es tan malo como imaginas - decidió centrarse en su tarea y no en el hombre semidesnudo que tenía delante.
Su espalda tenía cuatro laceraciones causados por trozos de vidrio de la explosión. Daisy le pidió sentarse sobre la tapa de uno del inodoro para poder tener mejor acceso, después limpio las heridas con agua y jabón para poder retirar los restos de vidrio incrustados, volvió a lavar las heridas y las cubrió con gasas sujetándolas con vendas alrededor de su espalda y pecho.
- Listo, ya quedó
Theo se levantó y con cuidado se atavió la bata con ayuda de Daisy. La rubia devolvió los artículos a la alforja
- Te lo agradezco - apretó los labios e inclinó la cabeza. Daisy le sonrió
- Hum... esto – Daisy alcanzó a coger la manga de la bata mientras Theo salía del cubículo - quiero pedirte disculpas por lo que dije antes – bajó la mirada apenada – estaba como una cabra y no sabía lo que decía, bueno sí sabía lo que decía, pero no debí haberlo dicho, no soy quien para imponerte nada, de verdad lo siento mucho - Theo le apretó el hombro.
- No pasa nada - salió del cubículo – ven vamos, salgamos de aquí - comenzó a caminar en dirección a la salida ajustándose la bolsa al cinturón. Daisy frunció el ceño siguiéndole a la salida.
- ¿Solo así?
Theo recogió el arma de sobre el piso
- ¿Cómo que solo así?
Theo abrió la puerta del servicio mirando en ambas direcciones del pasillo colgándose el arma sobre los hombros
- ¿Acaso es que quieres que esté molesto contigo?
- ¡No!, es lo último que quisiera, es solo que...
- ¿Entonces qué?, ¿qué es lo que quieres? – Theo tomó aire para después dejarlo escapar lento – mira, de verdad que no me molestó lo que dijiste, solo me tomó por sorpresa, y es que no nos relacionamos demasiado en el trabajo ni fuera, así que nunca creí que pensaras o que te sintieras de esa forma – al decir lo último se sintió mal por la chica, no tenía intenciones de lastimarla o hacerla sentir mal, pero debía dejarle claro que no estaba interesado – Daisy, no soy bueno para ti, y en este momento no lo soy para nadie, es por eso es que me alejé de... - evitó mencionar su nombre – de ella
- ¿Por qué dices que no eres bueno?
- Porque no lo soy, debajo de esto – se señaló de cuerpo completo – no hay nada, absolutamente nada bueno, estoy vacío, y solo te dañaría, entiéndeme Daisy, sé lo que digo, de verdad no busques nada bueno en mí, no te esfuerces, porque no encontrarás nada – negó con la cabeza
- Pero...
- ¡No Daisy!, busca alguien más a quien amar porque yo no puedo, pareces ser una chica buena y considerada, eres bonita, busca alguien que de verdad te quiera y vea todas tus cualidades – se giró y comenzó a caminar por el pasillo con el arma en mano, revisando cada recoveco en el pasillo – ven, debemos encontrar a los demás
Daisy lo miró alejarse por el pasillo, apretó los labios aguantando para no llorar, no entendía cómo alguien que salvaba vidas, que ayudaba a todas las personas que llegaban a la clínica y se interesaba tanto por sus pacientes podía ser tan frío y áspero.

Criaturas de la oscuridad (Alien / fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora