night

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Respiré el aire frío de egipto, lo sentí entrando a mis pulmones y volviendo a salir por mis fosas nasales. Me hacía sentir vivo.

Escuchaba crujir la leña en el fuego, como si se estuviera retorciendo del dolor. Un sonido satifactorio, relajante para mis oídos.
—¿Por que no duermes?—otro sonido relajante para mis oídos, la voz de Jotaro.
—No puedo dormir.
—Ya veo.
—¿Y tú?—hablaba más despacio de lo normal, pero no susurraba.
—Lo mismo.—salió de su bolsa de dormir, y la trajo para venir a sentarse al lado mío.

Yo me recosté y puse mis manos en mi estomago para mirar al cielo estrellado.
—Aquí podemos ver bien las estrellas y la luna...son hermosas.
—Es verdad...creo que nunca las había notado tanto.—Jotaro también se recostó, pero el escondió sus manos en su nuca, usandolas de almohada.

—¿Que harás cuando vuelvas?—inicié una conversación, habían pocos momentos dónde Jotaro y yo podíamos hablar.
—No lo se. Seguramente tengamos que repetir el año.

Me levanté rápidamente, no había pensando en eso.
—¡Es verdad! ¿¡Que voy a hacer!?

—Hey, no es tan malo...
—Pero iba a graduarme con honores...—volví a recostarme, tal vez Jotaro tenía razón...

—¿Que harás tú cuando vuelvas?
—Le pediré perdón a mis padres.
—¿Por qué?
—¡Desaparecí de la nada y me fui dos meses! Deben estar preocupados, apenas vuelva iré a mi casa a disculparme y a darles un abrazo...—Jotaro se quedó callado, dandome pie a continuar hablando.

—Recuerdo que mi mamá siempre venía a molestarme mientras me cocinaba el almuerzo...se ponía detras mío y me cantaba alguna canción de moda, lo hacía fatal!—Mientras sonreía se me iban llenando de lagrimas los ojos.—lo que pasa es que...daría todo por volverla a escuchar cantar.

Jotaro giró su cabeza para mirarme, con una expresión que no conocía suya, parecía preocupado, triste.
Sentí un peso en mi mano, frio. Era la mano de Jotaro entrelazandose con la mía. No dijo nada sobre eso, solo lo hizo y la movio un poco de lugar, ahora tocando la arena.

Sorprendentemente, me hizo sentir mucho mejor.
—Sabes...a veces siento que...yo..uh...—a Jotaro le costaba hablar,apreté un poco la mano entrelazada con la mía, dandole a entender que estaba allí y continuó hablando.—a veces pienso que se olvidan que yo también tengo sentimientos.

Intenté ocultar mi cara de sorpresa lo mejor que pude, realmente no esperaba que Jotaro hablara de...sus sentimientos.

—Es que...todos me dejan a cargo, todos...todos quieren que yo me encargue de todo esto y yo...! Y tal vez no lo demuestre pero, ¡Tengo 17! ¿No crees que deberíamos estar, no lo se, en fiestas o algo?—asentí, sintiendo la desesperación en su voz, notando como el tiene en sus hombros la vida de su madre y de todos los que Dio ataque.—Pero aquí estamos, salvando *el mundo*.

Me quedé callado un momento, sin saber que responder.
Se me ocurrió algo y sin pensar empecé a hablar, con un pequeño sonrojo en la cara.

—A veces... a veces yo imagino que nos escapamos de aquí y que nos vamos a vivir nuestras vidas como los demás, volvemos a japón sin que nadie más se entere, tu te quedas en mi casa y...—me di cuenta como Jotaro me miraba, atento, con los ojos mas abiertos de lo normal.
Eso hizo que me de vergüenza y me sonrojé por completo.—Lo siento, es una tontería.

Jotaro se sentó y apoyó su mano en su cara para empezar a reír.
Y aunque se estuviera riendo, la vergüenza desaparecía, me relajaba y sonreía un poco.
—¿Qué?—dije, con una sonrisa de oreja a oreja. "Lo hice reír"
—Nada nada...¿Y que pasa después?
—Ah. Bueno, te ayudo con las tareas y vivimos felices. Es todo.
—¿Que tal...Una vida en donde Dio no existe y nos conocimos en la escuela, pero nos hicimos amigos ahí y luego nos graduamos?—comenzó él, frenando a veces para continuar la historia y que tenga sentido.—¿Y tenemos stands?

—No. Somos personas normales, con vidas normales y somos felices.
—También conoceriamos a Polnareff.
—¡Es verdad! El sería un chico que vino a Japón por trabajo.

Y reímos. El sol ya estaba apareciendo a lo lejos.
Bostecé, el sueño comenzaba a ser notable en ambos.

—Deberíamos dormirnos ahora, así almenos podemos dormir un par de horas.—asentí y me metí adentro de mi bolsa de dormir, Jotaro hizo lo mismo, pero antes acercó más la suya a la mía.

Estábamos muy cerca, pero, ¿Que importaba? Habíamos estado despiertos toda la noche hablando de tonterías y eso sería la excusa perfecta.

Extendí mi mano sin importar ensuciarme con la arena y Jotaro repitió mi acción, de nuevo, entrelazando nuestros dedos.

—Fue lindo...—bostecé, tenía medio cerrados los ojos.—Fue lindo ver las estrellas contigo.

Y rompí el espacio entre los dos con un corto y dulce beso para después volver a mi lugar y dormir.
En ese momento no lo sabía, pero Jotaro no pudo dormir después de eso.

with you [jotakak] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora