Capítulo 7

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SENSACIONES

Ya había amanecido por completo cuando escuché el ruido de las llantas de la camioneta de Ryan haciendo fricción con la tierra húmeda. Seguido de dos azotes de puerta, los chicos se aproximaron a la entrada, donde los recibí con una sonrisa.

—Hola, ¿vendrás a la escuela con nosotros? —Alex no tardó en preguntar, con un ladeo de cabeza hacia el vehículo.

Bajé la mirada al suelo para pensarlo un poco. A ver... no tenía ningún asunto en aquel lugar deprimente, sin embargo... si lo analizaba bien, un castillo oscuro y solitario también podía ser igual de deprimente.

—De acuerdo, sí. —Asentí y Ryan sacó otra muda de ropa de su mochila, habían venido preparados. Acepté las prendas y me adentré en el castillo para cambiarme. No me tomó mucho tiempo. Una vez más, me había puesto una camisa y chaqueta holgada de Ryan, y un pantalón de Alex; los zapatos eran de la madre del castaño, otra vez.

—No te preocupes, hoy solo tendremos cuatro clases —dijo él precisamente, al verme salir—. Algunos profesores van a estar ausentes por una reunión o algo así... 

Ryan quién estaba de espaldas, se giró en mi dirección. Bajé las pequeñas escaleras de la entrada y me acerqué a ellos.

—No lo estoy —afirmé.

—Te ves más pálida que de costumbre —comentó Ryan—. ¿Estás bien? —Me tambaleé de camino a la camioneta. No me había alimentado, ¿en qué...? ¿Tres días?—. ¡Ey! —Me atrapó en el aire antes de caer—. ¿Qué te sucede?

—Tengo que alimentarme. —Corregí mi postura y continué mi camino. No estaba acostumbrada al estado frágil y debilitado en el que me encontraba. Y definitivamente odiaba la idea de ser la damisela en apuros que necesitaba de otros hasta para caminar, siempre me había considerado alguien independiente.

—Ah... era eso... —Ryan soltó un tanto nervioso.

—No voy a lastimarlos. —Me empezaba a cansar tener que recordárcelos, pero los entendía y no dejaría de hacerlo si era necesario.

—¿Cómo vas a... beber sangre? —inquirió Alex y se cruzó de brazos buscando calentarse pese a las condiciones del clima, hacía mucho frío en esa parte del bosque. Él traía puesto un suéter gris y pantalón negro, mientras que Ryan tenía una chamarra negra y pantalones azul claro.

Me encogí de hombros en respuesta a la pregunta. No lo sabía. Lo más probable era que terminara alimentándome de algún animal del bosque o...

—Yo lo haré —habló Ryan, pues prefería ser él en vez de Alex—. Te... ayudaré —volvió a ofrecerse.

—¿Estás seguro? —pregunté. Quería asegurarme de ello antes de ponerle un dedo encima.

—Adelante. —Empezó a doblar la manga de su abrigo. Estrechó la mano e hicimos contacto visual, él esperando mi guía. 

En verdad iba a hacerlo... y así fue.

Dí un paso al frente acortando los centímetros que nos separaban y tomé su mano con delicadeza. Alex observaba atento.

—No te dolerá. —Negué ligeramente con la cabeza, viéndole a los ojos. Regresé la vista a su brazo donde podía ver el palpitar de sus venas y dejé salir mis colmillos. Con calma acerqué mis labios a su muñeca y enterré mis dientes en su piel. La mueca de incomodidad que había hecho se disipó con el pasar de algunos segundos y su mirada se relajó un poco, aunque en un momento dado decidió cambiar la vista a otro lugar. No bebí demasiado, ni me demoré... tampoco quería matarlo—. Suficiente —dije más para mí misma que para él, aún con los colmillos de fuera—. Sin dolor. —Asentí expectante y temerosa de una mala reacción suya—. No estás... mareado, ¿o sí?

ATHENA © | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora