Capítulo 6

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HUESOS ROTOS

Elevé la mirada y noté que los últimos destellos del sol del día empezaban a ocultarse. ¿Cuanto tiempo había pasado? Horas. Me había tomado horas contarle a los dos adolescentes frente a mí más de 500 años de historia. Quizás había omitido las partes insignificantes, pero sí... lo más importante había sido revelado.

—Perdón, pero enserio quiero saber... —Ryan parpadeó—. ¿Por qué no mataste al maldito de Aedus?

—¿Qué te hace pensar que no lo hice? —Reí—. Lo corté en pedazos y separé las partes. Un vampiro es como una serpiente, después de todo. Pero antes lo seguí por un tiempo. Quería descubrir por qué se escondía. «¿A qué podía temerle el famoso y despiadado Aedus Callan?», esa era mi pregunta. Claro que volvió a desaparecer y me tomó un tiempo encontrarlo...

»En 1738, rumores indicaban que Aedus había sido visto en unos muelles, cerca de un reino vecino. Mandé a mis hombres y conocieron a un pirata llamado Tristan, quien ofrecía información sobre el paradero de Aedus a cambio de oro. Pero para cuando llegamos al puerto, el único barco que estaba allí, no había bajado el ancla y de él emanaba un hedor horrible... a muerte«.

»Al ser inmune a todo tipo de enfermedades, como mencioné antes, me lancé al mar y trepé el barco junto con dos de mis hombres; Fitz y Leofric. Se podían oír 3 corazones latir, que luchaban, que se aferraban a la vida. Entré, corrí hacia ellos, pensé en darles de mi sangre y sanarlos, pero al escuchar que su corazón... dejaba de latir, por impulso mordí al capitán del barco. Luego les dí de mi sangre a los otros dos. Movimos el barco, quemándolo al salir al igual que las ropas infectadas de los tres hombres; después de unos baldes de agua y alcohol, estaban confundidos, desnudos y enojados, incluyendo a mi Tristan«.

—Espera, déjame ver si entendí... ¿dices que todos en el barco estaban m...? —Ryan trató de preguntar, pero Alex le interrumpió:

—¿Tu Tristan? —Sonrió—. Tienes que hablarnos más de él. —Se inclinó hacia el frente, como una señora chismosa.

—Sí —sonreí, aunque no pude evitar sentir algo de tristeza—. Él era mi e...

—No, no, no... —interrumpió Ryan, esta vez—. ¿Me estás diciendo que estuviste conviviendo con tu abuelo y no le preguntaste nada? ¡¿Y luego lo dejas ir?!

—¡Si tan solo me dejaras terminar...! —Mis ojos se tornaron rojos y Ryan bajó la cabeza—. Sí, le pregunté muchas veces pero el viejo ignoraba mis preguntas. Él sabía que esa información que ocultaba era su seguro de vida. Llegó el momento en que entendí que nunca me diría nada, así que lo maté.

—¿No era más fuerte que tú?

—Sí, Ryan. Pero... la inteligencia siempre rebasa la fuerza y arrogancia —argumenté.

—¿Y qué pasó con Tristan? —Alex aún mantenía la postura de una señora chismosa bebiendo el té, interesada en la vida romántica de alguien más. Salvo que no pude responder porque Ryan notó lo tarde que era, al mirar hacia la ventana.

—Ay no, ¡mamá va a matarme! —Alex soltó mientras revisaba aquel aparato que siempre traía con sigo—. Tengo como cien llamadas perdidas suyas... —reveló con una expresión de preocupación.

—¿Pueden visitarme mañana? —pregunté. Quería pedirles que se quedaran, que no me dejaran sola.

—Claro —Alex asintió, sonriente. Empezaban a confiar en mí y yo en ellos.

—Tenemos que irnos, adi... —Alex tiró de su brazo sin dejarlo terminar y ambos caminaron rápido en dirección a la camioneta. No pude evitar soltar una leve risa, me agradaban mucho.

ATHENA © | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora