Capítulo 11

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OH, DEMONIOS

—¡¿Mamá?! —Alex volvió a llamar, creando un eco en el viento. La primera llamada había resultando en lo mismo: silencio absoluto.

—Alex, cariño, ten piedad —pidió la voz femenina en tono de broma, desde el fondo de las escaleras—. Acabo de llegar.

—¿Puedes, por favor, subir cuando termines? —preguntó mi amigo—. Necesito ayuda con algo.

—Ya voy —ella pareció contestar, sonaba agotada. Pasaron unos segundos hasta que por fin la mujer se asomó en el marco de la puerta de la habitación. Su cabello era castaño como el de su hijo, por los hombros; tenía ligeras hondas en éste—. Oh, ¿tenemos visita? —En realidad, no sonó como una pregunta, sino como una afirmación con sorpresa. Me miraba sonriente, expectante ante la respuesta de Alex.

Su mirada, por alguna razón... me parecía... carente de vida. Sus ojos...

—Hola, no me he presentado correctamente. —Dí un paso hacia ella—. Me llamo Athena Callan. —Extendí la mano devolviéndole la sonrisa.

En el momento en que nuestras manos se entrelazaron, sentí algo muy extraño... algo andaba mal. Muy mal.

—Un placer, querida... —Volvió a sonreír extensamente y continuó mirándome a los ojos, como si esperase algo de mí. Por un segundo quise leer su mente, pero por alguna razón sentí que no debía hacerlo... o que, quizás, no podría—. ¡Ya regreso! —Señaló—. ¡Creo que dejé la puerta abierta!

Salió casi corriendo.

—Okay... —Alex frunció el ceño. Él también había notado algo extraño... algo que no tenía sentido, sin embargo, no le dió importancia; el castaño asumió que Tatiana solo estaba cansada por su trabajo.

Ryan no se quedó atrás, también percibió una peculiaridad en el semblante de la mujer.

Talvez yo estaba fuera de práctica, había pasado siglos en un ataúd sin ningún tipo de contacto, pero no estaba loca y segundos después, mi sospecha habría resultado ser cierta.

—Hola, cariño. —Tatiana White se asomó en el marco de la puerta, recostándose de la misma—. Alex, ¿no nos vas a presentar?

Pude ver el rostro del castaño palidecer.

ALEX POV:

En aquel momento sentí mi estómago revolverse y ví que, tanto a Ryan como a mí se nos erizaron todas las vellosidades del cuerpo.

—¿Eh...?

No tenía sentido la pregunta de mi madre, cuando tan solo unos segundos atrás Athena se había presentado a ella.

—Ay, este niño maleducado... —Ella rió para adentro avergonzada y se acercó a la vampiresa—. Tú debes ser Athena, ¿cierto? —La saludó con un suave abrazo y la alejó para echarle un vistazo—. Eres muy hermosa —le dijo—. Escuché que tenían un trabajo escolar juntos. —Nos señaló a ambos—. ¿Eres nueva en la escuela?

Mientras ella hablaba, lo único que me vino a la cabeza fue que se trataba de una broma, una... muy buena. Después de todo, se acercaba el día de brujas. «¿O a caso...? ¿Ya... es Halloween?», me pregunté.

—¡Mamá, qué susto me diste! —Me acerqué para darle un codazo leve—. No bromees así, sabes... que me dan miedo esas cosas. —Me froté el pecho y reí nerviso. Me sudaban las manos y el corazón me latía desbocado.

Mi madre solo parpadeó confundida.

—Acabas de... salir... de aquí —Ryan habló pausadamente, como si incluso él tratara de comprenderlo; señalaba titubeante.

ATHENA © | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora