Capítulo 8

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UNA DECISIÓN

La duda de la mujer puso a Alex nervioso y lo hizo retroceder un paso. Escuché su corazón saltarse un latido y su boca empezó a secarse al punto en que se tuvo que relamer los labios.

—¿Disculpe? —pregunté.

—El apellido, nunca lo había escuchado antes —replicó—. Es bonito. —Rió y sus arrugas se hicieron más notables.

Alex relajó sus hombros tensos y me miró.

—Gracias. —Sonreí.

—¿Ya pensaste que harás? —La morena ladeó la cabeza, esperando mi respuesta.

—Quiero entrar al equipo. —Asentí. Intentar algo nuevo parecía una buena opción para distraer mi interior hecho pedazos. Mi mente y corazón que se desmoronaban con el pasar de los días.

—Perfecto. —La mujer anotó mi nombre en la lista que llevaba a todas partes y se giró hacia Alex, a mi lado—. ¿Y tú, Alex?

—Aún no estoy seguro... —Sonrió tímido—. ¿Puedo pensarlo un poco más?

—Claro, claro, está bien. Elije lo que más te guste y me dices mañana, ¿te parece?

—Bien. —Él castaño asintió.

—Bueno chicos, hasta luego. —Ella se marchó tras darme unas palmadas en el hombro.

Después de unos minutos, acompañé a Alex a sentarse en las gradas. Luego de tomar asiento él se giró hacia mí para hablar:

—¿Cómo te sientes? —quiso saber, su expresión lucía preocupada—. Te he notado algo... distraída. Se siente... como si no estuvieras aquí.

—Eso es porque no lo estoy, Alex —expliqué con pesar—. Mi corazón y mi mente están en el pasado.

—Eres prácticamente inmortal —me recordó—. ¿Por qué no intentas seguir con lo que tienes? No puedo... ni imaginar lo que sería despertar un día y que mi mamá o Ryan ya no estén, mucho menos entiendo el dolor por el que estás pasando, pero...

—Tiene razón. —Levantamos la vista solo para encontrarnos con Ryan, subía las escaleras acercándose con lentitud; su mochila colgada de un solo hombro y su cabello despeinado, como si hubiera corrido hasta este lugar—. No importa cuanto llores o pienses en ello, nada va a cambiar que ya no están aquí.

Quizás sus palabras sonaban crudas, pero eran completamente ciertas. Y eso solo podía decirlo una persona que había perdido a alguien importante en su vida. La mente de Ryan llena de recuerdos de su hermanita fallecida y las trágicas palabras del médico que la atendió ese día... abordaron mis oídos, como si fueran mis propios pensamientos.

—Lo sé —fue lo que dije.

—¿Viniste corriendo? —Alex le preguntó al rubio.

—Ah... eso... sí —contestó nerviso—. Pensé que te había pasado algo.

—No, no, para nada. —Alex frunció el ceño mientras negaba con la cabeza—. ¿Por qué lo dices? —Me miró confuso y devolvió la vista a él.

—Porque tu cora... —hizo una pausa abrupta. Era obvio que había enfocado su audición en el corazón de Alex, y que al oírlo exaltarse, había pensado que él estaba en peligro—. No importa. —Soltó la mochila y se recostó en un piso más abajo, usándola de almohada. Seguido suspiró aliviado.

—Como te decía... —Alex me tomó del brazo—. Deberías tomar una decisión.

—¿Sobre qué? —inquirí.

ATHENA © | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora