Prólogo

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(Año 1720 d. C.).

TRISTAN POV:

Me encuentro sobre el lomo de mi caballo observando las llamas que brotan de la hoguera, junto a mi mejor amigo Roux. Espero al estirado general Steven Fitz cerca de los establos. Al parecer tiene algo que decirme, información importante y urgente según escuché. 

A los pocos minutos, lo veo llegar con su recto caminar y semblante de pocos amigos. Es un hombre alto de piel pálida y cabello negro largo, hasta los hombros. Su rostro siempre luce inexpresivo, pero por sus cejas fruncidas siempre da la impresión de que está molesto por algo. Así es su cara. Fuera de eso, siempre luce impecable con su armadura real.

—Fitz... —Asiento en forma de saludo, él hace lo mismo—. ¿Para qué me has mandado a llamar? —cuestiono y él deja salir un suspiro.

—Hay un disturbio en una aldea cerca de la frontera. —Me entrega un pergamino—. Iré a investigar y quiero que vayas con nosotros. Puede que no sea nada, pero aún así...

—¿Disturbio? —Arqueo la ceja y observo el papel con detenimiento —. ¿Qué tipo de disturbio?

—Es lo que trato de averiguar. —Monta su caballo.

—No lo sé... —Hundo las cejas, pensativo—. No vayas —digo con rapidez—. Tengo un mal presentimiento sobre esto —admito, pero él solo chasquea la lengua e ignora mi sospecha:

—Tsk. —Se pone sus guantes—. Y bien, ¿vas a venir o no?

—No y creo que tú tampoco deberías. —Le devuelvo el pergamino—. Deja que los demás soldados se encarguen.

—Tristan... he recibido una carta con una señal de auxilio. Tiene el sello de Midaris. ¿Crees que él nos traicionaría? —Esboza una sonrisa llena de incredulidad, como si mis palabras fueran increíblemente absurdas.

—Pero...

—Ja —ríe, negando con la cabeza—. Mis hombres podrían estar en peligro... y tú dices que tienes un mal presentimiento —repite burlón.

—Entonces, yo iré en tu lugar —sugiero—. Tu deber principal es proteger a Athena a todo costo —le recuerdo—. No debes abandonar el castillo, lo sabes.

—No eres nadie para estarme recordando cuál es mi deber. —Avanza—. Además... —Se detiene para mirarme una última vez—. Volveré en menos de lo que crees, la reina estará bien unos minutos sin mí —asegura y hace que su caballo arranque—. ¡Abran! —grita a los centinelas de la entrada. Me bajo de mi caballo y lo veo partir.

—¿Qué piensas? —inquiere Roux de brazos cruzados a mi lado, después de haber bajado de su caballo también. 

—No lo sé, pero hay algo raro en todo esto —mascullo—. ¿Por qué los soldados estarían en problemas? El reino está en paz, ¿o no?

—Cierto, no me hace mucho sentido tampoco. —Niega con la cabeza—. Solo con Midas y Leofric en un escuadrón pueden acabar con cualquier amenaza fácilmente. ¿Quieres que investigue al mensajero que trajo...?

—Sí y dile a Harold que...

—¡Cuidado!

Mi voz se ve interrumpida por el grito de Roux. Me ha salvado de ser atravesado por una filosa lanza, la misma aterriza en la madera de los establos; nosotros caemos sobre unos sacos de heno. Es una emboscada...

Es una emboscada y Fitz se ha llevado a sus mejores hombres con él.

FITZ POV:

Los caballos galopan en conjunto, mientras nos acercamos al punto de encuentro. El cielo está nublado y los prados danzan al son del viento. Al llegar al tope de la colina... no hay nadie. Como Tristan ha previsto, hemos sido guiados a una trampa. Puedo sentirlo tan pronto me encuentro con el inquietante silencio.

—¡Emboscada! —exclamo con todas mis fuerzas.

Docenas de rebeldes salen de diferentes partes del bosque y la lucha sangrienta comienza. A los pocos minutos, ya estamos todos sometidos, de rodillas ante el bando enemigo; sin ningún tipo de oportunidad. La figura de negro cuyo nombre no quiero ni mencionar, camina de un lado a otro y ríe victoriosa.

Debí saberlo.

—Solo tuve que arrebatarle este pedacito de metal a un vampiro y eso me bastó para vencerlos a todos. Este... —lo sostiene entre sus largas uñas— pequeño trozo de metal. —Se refiere al sello.

—¡Bastardo! —grito cuando me percato: Midas solo dispondría de su sello real... estando muerto.

—Realmente pensé que eras más listo, Steven —me dice y esboza una sonrisa. Seguido, deja pasar unos segundos en silencio—. Sigamos. —Con hipnosis nos hace ponernos de pie, al mismo tiempo. No podemos mover ni un músculo. Cada paso que damos es en contra de nuestra voluntad. Sólo tengo ganas de arrancarle la cabeza, pero no puedo hacerlo. No puedo hacer absolutamente nada. Me siento patético. Un fracaso.

—¡Protejan a la reina! —es lo único que alcanzo a gritar cuando nos detenemos frente a la entrada del reino.

Mis ojos y nariz sangran por desobedecer a la hipnosis y mi cerebro recibe punzadas de dolor, como si hubieran cientos de agujas atravesando mi cráneo, sumándose a una presión aturdidora; pero ya es demasiado tarde para que alguien reaccione a mi advertencia. El reino está infestado de rebeldes y su líder puede fácilmente usar a todos, a su voluntad. No hay manera de detenerle.

TRISTAN POV:

—¡Protejan a la reina! —repito las palabras de Fitz. Junto a Harold y Roux, corro en dirección al ataúd de Athena. Ella tiene que despertar. Es la única solución. 

—¡Keven! —grita Roux al verlo llegar junto a un puñado de guardias.

—Continúen. —Sirve de escudo entre nosotros y los rebeldes—. La madre de la reina y la familia están a salvo por ahora. ¡Soldados! —vocifera—. ¡Formación en V! —Nunca lo había visto tan concentrado y asustado al mismo tiempo. Usualmente... Keven Malcolm es el bufón del grupo, pero hoy es un general más—. ¡No dejen que lleguen al palacio, es una orden! —Desenfundan sus espadas en un movimiento accidentalemente coordinado.

Muchas de las personas corren asustadas. La mayoría ya se ha resguardado en sus casas, cerrando puertas y ventanas. El ambiente es uno de sangre y niebla. El día es triste y junto con la brisa fría, anuncia mucha muerte y destrucción. Puedo sentir un amargo sabor en mi boca. Estoy asustado, y no soy de los que se asustan fácilmente.

Junto con mis dos y más leales amigos, nos postramos frente al ataúd dispuestos a todo. Ya es muy tarde para despertarla, así que solo nos queda defender a nuestra reina que yace inconsciente tras mármol, oro y cristal...

Hasta que la muerte nos separe.

ATHENA © | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora