Sharing a milkshake

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Había almohadones, mantas, galletas y una selección de películas. Sería la mejor noche de todas. Las pijamadas de Shun y Hyoga eran siempre fantásticas.
     —¿Falta algo, Shun? —preguntó Hyoga luego de ajustar el sistema de sonido.
     —Nop, todo listo. Dale play cuando gustes —dijo Shun.
     Pasado un rato Hyoga le preguntó a Shun si había traído el delicioso batido de frutos rojos que tan bien preparaba, y qué sorpresa se llevó al descubrir que había suficiente para ambos pero en un solo vaso con dos popotes. Hyoga no era tonto, sabía que toda la vajilla estaba limpia, pero le había resultado muy tierna esa movida. Compartir una malteada con su novio. Qué idea tan romántica la de Shun.

Cuentos del conejo que se enamoró de un patoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora