"Durante mis años de guerra muchas veces creí morir, había días en los que me perdía entre los cuerpos de los soldados caídos, otros en los que el sueño me vencía por la falta de alimento, incluso llegué ser torturado desde mis entrañas, pero ninguno se ha comparado a la vez que me dejaste; esa vez no sentí morir, lo hice"
Sarah
"Sunny"
"Debes regresar a mi Sunny"
" Te estoy esperando por favor vuelve"
"Sunny"
- Ahhhhh, ah Dios mío - desperté con la respiración agitada, mi corazón parecía salir de mi pecho, esa voz , siempre la escuchaba en mis sueños, si tan solo supiera quien me llamaba, tal vez podría detenerla.
-¿No puedes dormir? - me exalté por la presencia de César en la habitación, estaba sentado en una silla situada justo enfrente de mí, parecía relajado, tenía la pierna cruzada y la camisa desabotonada.
-¿Acaso tu no duermes? - su sonrisa burlona salió como de costumbre y yo me giré al lado contrario de la cama para no verlo mas.
-Tiene mas de ciento cincuenta años que no he dormido, no lo necesito, solo perdería el tiempo y mi tiempo es preciado, muy codiciado podría decir.
-¿Entonces qué haces perdiendo el tiempo conmigo?- mi voz sonó mas dura de lo que quería admitir, no detestaba su presencia, al contrario, era adictiva y por esa razón debía alejarme.
-¿Quién dijo que estaba perdiendo el tiempo?- sentí un peso al lado de la cama y me alejé rápidamente de él.
-Sólo déjame oler tu cabello, prometo no hacer nada, déjame descansar a tu lado, deja que mis huesos por fin encuentren refugio - sus brazos se aferraron a mi cintura como si me fuera a escapar cuando no tengo opción.
Podía sentir su aliento chocar con mi nuca mientras me erizaba la piel, pero por qué su cercanía no me incomodaba, no me sentía rara, al contrario me sentía confiada, como si mi corazón no tuviera miedo del peligroso asechador que dormía a mi lado.
-Por qué no dejas de pensar y te duermes, tus pensamientos no me dejan descansar hacen mucho ruido- giré mi rostro para verlo de frente, pero fue un gran error.
Nuestras narices chocaban de la proximidad en la que nos encontrábamos, sus grandes orbes de color rojo me hechizaban de maneras que no podía describir, sólo los había visto una vez antes de llegar aquí y se me habían quedado grabados en mi memoria de manera perfecta.
-¿cómo puedes leer mis pensamientos? - respiró cansado como si no quisiera hablar en estos momentos, pero yo necesitaba respuestas.
-Ya te lo había dicho antes, eres mi alma gemela, muy pocos vampiros tienen el don de leer mentes a los demás, pero todos los vampiros pueden leer la mente de sus destinados, si te convirtiera tu también podrías leer los míos, aunque te espantarías de todos los pensamientos que tengo sobre ti.
-¿Cómo supiste que me dirigía a Rusia? ¿Cómo me encontraste a pesar de que mi madre me escondió? ¿Madame Z no negoció contigo para dejarme?- ¿Por qué me tienes a tu lado? ¿Qué sientes por mi? tantas preguntas se acomodaban en mi mente y no sabía con que empezar.
-Has una pregunta primero y luego la otra, me desespera que alguien hable muy rápido sin esperar. - giré los ojos con enojo y me volví a voltear del lado contrario a él.
-Está bien, te lo diré todo pero vuelve a verme a la cara - no lo hice y él tomo mi cintura para girarme con lentitud, situó su mano derecha en mi mejilla, su toque era frío pero se sentía tan cálido en mi corazón.
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Blood Hearts
Manusia SerigalaManadas, reinos y vampiros, el amor se encuentra entre la política y la venganza, el peso de una corona puede corromper corazones, lazos e imperios, ¿Serán lo suficientemente fuertes para portarla? ¿A qué costo? ¿Elegirán a su corona o al corazón...