Capítulo 4 -¿Capricho?

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Aleksander

Bosque siberiano - 1110 d.c

-Concéntrate Aleksi, para que des siempre en el blanco debes estar seguro de que la la fecha perforara el centro, si confías en la flecha tanto como en ti mismo ella no te fallará, ni el viento - la suave mano de mi madre direccionaba la flecha que apuntaba al alce a unos 800 metros de distancia, aunque nuestra vista era muy desarrollada era complicado medir la fuerza exacta para que atravesara al animal sin caer en el intento.

-Mierda- la flecha había caído en una de las astas del alce que en el acto salió huyendo, tiré el arco en un arrebato de enojo, pero mi madre lo levanto apuntando la flecha con rapidez sin pestañar, sentí el zumbido de la flecha pasar cerca de mí perdiéndose entre los arboles, no localizaba al animal entre tanta nieve que cubría el bosque pero el aroma de la sangre me confirmó que lo había cazado en menos de dos segundos.

-Sigues siendo muy débil, no confías en ti, de qué sirve que tengas 18 años si pareces un niño- su elegante perfil hacía marcar mas sus expresiones y sentí su frío rechazo a lo que era, muchas veces sentía eso al ver el rostro de mi madre, ella era la primogénita de un linaje extremadamente desarrollado y estricto en el que no te puedes equivocar, ella había sido la regente perfecta, sin ningún margen de error hasta que nací yo.

-Si estuvieras en mi manada probablemente mi padre se reiría de que su único nieto no sabe dispara ni a un siempre alce, ¿Qué harás cuando te encuentres con un vampiro? o con una bestia o peor aún con un par de ojos coquetos ¿Qué harás hijo mío?- se acercó a mi a paso lento con una pequeña sonrisa en su rostro, como si estuviera admirándome, me quité rápidamente la reluciente capa que colgaba para dársela a ella, no llevaba mas que un simple abrigo gris encima de su vestido verde.

-Prometo que practicaré mas mamá, lo siento si te he decepcionado- bajé la mirada y suspiré fuertemente para no cruzarme con sus ojos.

-No deberías disculparte con nadie, no seas débil Aleksi, nunca te disculpes ni con la persona que mas ames porque te hará ver como un rey inestable que no tiene poder, se lo mas narcisista que puedas de hoy en adelante hasta que tu noble corazón muera, porque de lo contrario morirás tú ¿me entiendes?- asentí débilmente y un pequeño coraje entro en mi corazón, no quería ser así , me costaba trabajo ser igual de frío que ella.

-Mamá . . . ¿puedo preguntarte algo? - sus ojos me miraron con tristeza y se apartó regresando su vista al bosque.

-Dime . . . 

-¿En verdad soy tu hijo? - sus pupilas se agrandaron y me vio con frustración- quiero decir desde que tengo memoria en el castillo nunca dejan de decir que no soy tu hijo porque no me parezco a ti, estos años no he mencionado nada porque no significó nada para mi, pero . . .

-¿Pero? - mis manos comenzaron a temblar un poco porque me sentía fatal de dudar de ella, ella, la única persona con la que podía sentirme débil sin tener miedo de que me asesinara, pero desde que llegué a la adultez las teorías de todos se hacían mas razonables con el tiempo , si no era su hijo podría entender porque mis ojos no son como los de ella, también entendería porque su familia le dio la espalda, entendería el porque del desprecio de mi padre y entendería porque mi corazón no era tan fuerte y majestuoso como el suyo.

-Si me dices que sí, entonces olvidaré estas estúpidas preguntas y jamás pasaran por mi mente estos pensamientos otra vez; - me acerqué a tomar su mano para posarla en mi corazón como cuando lo hacía ella en mi niñez, era nuestra manera de decir que nuestro corazón seguía latiendo por el otro - Mi miedo me está sofocando y no quiero seguir así.

Blood HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora