Capítulo 15

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La alarma del celular solo, la apague con pereza antes de darme vuelta en la cama para seguir durmiendo. Realmente me costaba levantarme en las mañanas, más cuando luego de una ardua semana de entrenamiento mi cuerpo me pide un descanso.

Solté un suspiro levantándome con pesadez, si cerraba mis ojos una vez más estaba segura de que no volvería a levantarme. Agarre la ropa que había dejado preparada la noche anterior, que solamente era mi uniforme, y me metí en la ducha.

No sabía si bañarme me había generado más sueño o realmente me había despertado. Hice la rutina de todas las mañanas; me prepare el desayuno, lo comi en silencio, meditando el porque me había levantado tan temprano y para cuando ya lo había terminado mi energía se activo.

Mi rutina consistía en hacer todo moviéndome a paso tortuga y en completo silencio.

Una vez lista coloque mi bufanda en mi cuello y salí a la calle, todavía estaba oscuro.

Claro, todavía eran las 5:30 de la mañana.

Cuando había hecho dos cuadras de mi casa escuche un grito de alguien llamándome.

¿Era mi imaginación? Estoy segura de que seguía durmiendo.

Me di vuelta con lentitud, mis neuronas todavía no lograba hacer sinapsis correctamente. Me alegraba que no haya nadie quién pueda verme porque realmente estaba girando muy lentamente.

Detrás de mi, a unos metros de distancia Noya venía corriendo. Solté un suspiro, pensaba que era un fantasma del barrio. Cuando llego a mi lado solto una carcajada.

—¿Qué fue eso? —rio mientras imitaba mi forma de darme vuelta— Parecías el perezoso de zootopia.

—Ya no te rias, si me asuste y mis neuronas no hacen sinapsis a esta hora de la mañana. Siguen durmiendo.

—Lo siento —me miro reprimiendo una sonrisa— Ya que fui yo quien te pidió ir a la escuela a esta hora, no quería que vayas sola aun siendo de noche.

—Gracias —sonrei ruborizandome, escondí mi rostro en la bufanda.

Me dedico un sonrisa antes de ponernos en marcha rumbo a la escuela. Los chicos me habían contado que este fin de semana se irían de nuevo a entrenar con los chicos de Tokio, así que Noya si podíamos practicar el viernes por la mañana una última vez antes de irse, lo había estado ayudando todas las semanas en especial los sábado y domingo junto con Suga así que no podía negarme.

Además, me gustaba pasar tiempo con él. Charlar, bromear y jugar voley; aprovechabamos cada momento ya que en época de exámenes no nos veíamos mucho; en los recesos me la pasaba junto a Kageyama y Hinata ya que él se quedaba estudiando en su salón.

Al llegar a al escuela estaba todo completamente cerrado y a oscuras, se suponía que Suga estaría esperándonos con las llaves pero no lograba verlo por ningún lado.

—De seguro estará viniendo —dijo mientras tomaba asiendo en la escalera.

—Si, debe ser. Todavía no son las seis —me senté a su lado.

Estaba haciendo frío, todavía faltaban como diez minutos para que sean las seis de la mañana. Mi casa estaba bastante cerca así que por eso llegamos antes.

—¿Tienes frío?

—Un poco.

—Ven —estiro su brazo para que me acercara a él.

Como se había hecho costumbre cada vez que Noya decía o hacía algo, mi corazón empezó a latir con fuerza. Me acerqué a el sentandome más pegada, él paso su brazo por mi hombro, apoye mi cabeza en él.

Todavía puedes volar (Nishinoya Yuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora