en treinta y un días suceden muchas cosas: a veces te vas, a veces vuelves, a veces reímos juntos, a veces no, a veces soy yo quien se va, a veces volvemos a encontrarnos y a veces ni siquiera me entero de que te has ido.
pero, cuando me miras, sien...
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Al principio a Mitsuya no le importa.
Es consciente de la cercanía entre Manjiro y Ken desde el primer momento en que esos dos se conocen y dirigen la palabra. Así mismo, el grupo se acostumbra rápidamente a verlos pegados como chicle. A donde sea que va uno, estará presente el otro. ¿Quieres hablar con Mikey? Está con Draken. ¿Quieres hablar con Draken? Está con Mikey. ¿De qué hablan cuando el resto no está presente? No se sabe. ¿Cómo hace Draken para aguantar a Mikey con todo y su actitud infantil? No se sabe. ¿Por qué Mikey miró a Mitsuya de forma extraña cuando este le confesó que conocía a Draken un poco más de tiempo que él? Tampoco se sabe; pero eso es un tema que no van a volver a mencionar porque una de las pocas cosas que llega a aterrarlos es ver a su “líder” enojado y no saber la causa.
A Mikey se le comienzan a adherir costumbres…especiales, y entre ellas está la de pedir que sus platos de comida vengan con una banderita. Sorprendentemente Draken adquiere la costumbre de traer consigo una o dos (sospechan que él las hace, mas no creen relevante comentarlo).
A ambos se les adhiere también la bendita costumbre de compartir todo: Accesorios, algunos juguetes, ropa, comidas o bebidas. Mikey es un glotón impulsivo que no lo ha pensado dos veces antes de devorar cualquier postre que Draken haya comprado durante sus salidas grupales mientras este está ocupado o en el baño. Muy pocas veces ha sucedido al revés porque suelen terminar en pleitos molestos que ocasionan que los saquen a todos por alborotadores.
En ese entonces eran niños, así que hacían de la vista gorda a muchas cosas, no les resultaba extraño que esos dos tuviesen la manía de, por ejemplo, tomar de la misma botella una vez que el otro lo hubiera hecho después de hacer deportes. O aquella vez donde Mikey no dudó en darle a Draken el dulce que había estado comiendo desde hace un rato porque “estaba aburrido del sabor, pero no quería botarlo”, y que el mayor solo lo aceptara y ya.
A lo mucho les daba algo de asco si lo pensaban demasiado.
Solo que ahora no son niños, y es obvio que ese par conoce lo que es un “beso indirecto” a juzgar por la forma en que sus gestos flaquean cuando piensan que nadie los ve, fingiendo que el leve sonrojo en sus caras cuando toman de la misma botella es producto del cansancio después de una pelea o sesión de fútbol y no por algo relacionado a una escena digna de un anime romcom ridículo.
Mitsuya trata de no tomarle tanta importancia, hasta el día en que se reúnen los tres para discutir unas cosas mientras comen de un pote de helado más grande que sus manos. De repente a Mikey le llega una llamada y tiene que irse, cosa que se nota que no desea por la forma en que suspira. Mitsuya está a punto de decirle un “hablamos luego” cuando ve como su compañero besa dos de sus dedos para luego presionarlos con demasiada rapidez sobre la mejilla de Draken y huir.
Los dos se quedan un momento en silencio, mientras Mitsuya nota que la cara de su amigo se está comenzando a poner más y más roja, lo único que quiere hacer es estampar su cara contra la mesa.
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