002 - tomarse de las manos.

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una especie de AU donde no forman la Touman hasta muuuucho tiempo después

una especie de AU donde no forman la Touman hasta muuuucho tiempo después

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Manjiro cree que los bebés nacen de las calabazas. Ken cree que las niñas tienen piojos. Y por más que las chicas en el burdel o Shinichiro les expliquen que ambas cosas no son ciertas, lo siguen creyendo.

Ken ha visto un lado oscuro de la sociedad, se podría decir que también del mundo. Manjiro a veces parece tener la cabeza en las nubes y aún se duerme de forma repentina en lugares inesperados o después de comer. A pesar de todo, siguen siendo dos críos que acaban de cumplir once, que aman chapotear en el río cuando hace calor, y que todavía se sorprenden cuando el parque se llena de burbujas de todos los tamaños por obra de algún vendedor. Comprenden algunas cosas, otras no tanto, y suelen tomar decisiones de forma impulsiva.

Por eso un día, ambos deciden que se gustan.

Bueno, no tanto así, no lo deciden como tal, fue más el resultado final de juntar dos hechos lógicos. De sumar dos más dos.

Estaban charlando mientras comían en el patio de la escuela durante el recreo, sus miradas se encontraron por un momento y Manjiro le preguntó:

“Si te diera un beso en la mejilla, ¿te daría asco?”

Ken solo lo miró confundido, respondiendo un momento después porque acababa de darle un mordisco a su emparedado y ya lo habían regañado mucho por hablar con la boca llena.

“No… si fuera otra persona, tal vez sí” y su cuerpo tembló, imaginando un escenario así con alguno de sus compañeros (o compañeras, sobretodo compañeras).

“¿Y si te besara?” continuó su amigo “En los labios, ya sabes, como hacen los adultos en esos mangas raros de romance que lee Emma… ¿te daría asco?”

Ken comprende muchas cosas sobre el mundo, en estas no está incluido el amor. Sabe que es un sentimiento empalagoso, que a veces convierte a uno en una especie de tonto dispuesto a hacer cualquier cosa que la otra persona le diga. Sin embargo, él sabe que, por más regalos que puedan llevar, ninguno de los clientes que va al burdel cada noche está enamorado de las chicas. Y sabe que ellas tampoco sienten amor hacia ellos, más si considera la forma en que algunas suspiran con alivio cuando se van y pueden por fin descansar de tanta “palabrería barata”.

Lo otro que sabe es que el amor hace a uno sentir cosas extrañas en la panza o en la cara, Emma dice que son producto de las “mariposas”; pero eso suena más aterrador que lindo.

Las personas que se gustan se besan, comentó Mitsuya hace un tiempo, lucía serio mientras explicaba. Hay parejas en la escuela que se toman de la mano o se dan besos, así uno sabe que se gustan, prosiguió, encogiendo los hombros.

Por un momento Ken se imagina haciendo lo mismo que las parejas en su escuela: Llevarse regalos raros, darse besos, comprarse cosas, compartir comida, darse besos, frotar narices, acurrucarse, darse besos.

Decir “te amo” y que la otra persona responda “yo igual”.

Le produce fuchi y también enojo porque su emparedado ahora ya no sabe bien.

Luego su mente vaga un poco e imagina todo eso; pero al lado de Manjiro. Algo dentro suyo cosquillea ante la idea de frotar narices o acurrucarse, y el sabor a carne en su comida vuelve cuando los imagina a ambos yendo de la mano a casa.

“No sé besar” respondió al final “. Pero no me importaría si lo haces, además no eres una niña así que no me contagiarás de piojos.”

Manjiro sonrió. Ken encogió los hombros y el recreo terminó segundos después por lo que tuvieron que volver a sus salones.

 Ken encogió los hombros y el recreo terminó segundos después por lo que tuvieron que volver a sus salones

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—¿Aún no quieres ir a casa?— pregunta Ken días después. Están en el parque y se están tomando de las manos porque Manjiro prefiere caminar sobre el muro que rodea el lugar y él no quiere que se caiga.

—Nop— es lo que le responde, levantando la vista hacia las copas de los árboles sobre sus cabezas —. Me gusta estar aquí, ¿a ti no?

—A veces.

Después de eso ninguno habla. Ken se pregunta si estos silencios entre ellos comenzaron por culpa suya. Suceden de formas repentinas como ahora, cuando están almorzando o cuando caminan juntos a casa. En un momento se están riendo muy fuerte, hablando sobre cualquier cosa y luego solo hay silencio.

Pero no es incómodo, es cálido e incluso se siente seguro.

No sabe si eso es algo bueno.

No lo sabe; pero sí sabe que le gusta, que aprecia esos momentos donde mira los alrededores con algo de aburrimiento hasta que su mente le recuerda que Manjiro está en alguna parte así que va a buscarlo. O esos momentos que comenzaron a tener desde su conversación, donde se acurrucan cada vez que deciden ver alguna película juntos o aquella vez donde salieron y se compraron llaveros a juego para luego compartir (milagrosamente) algo de comida.

Le gustan esos momentos porque solo tiene once años; pero Ken cree que gracias a ellos por fin está entendiendo esto del amor. Y se siente como un tonto…un tonto feliz.

—Me gusta cuando nos tomamos de la mano.

No detienen su caminata. Manjiro le da un apretón y sus dedos se entrelazan.

—A mí también, a veces te sudan mucho; pero no me importa.

Ken cree que puede vivir con eso. Ambos están sonriendo. Su caminata continúa.

Todo está bien así.

Todo está bien así

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»palabras: 905.

when u look at me, i feel like i'm coming home ; drakey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora