en treinta y un días suceden muchas cosas: a veces te vas, a veces vuelves, a veces reímos juntos, a veces no, a veces soy yo quien se va, a veces volvemos a encontrarnos y a veces ni siquiera me entero de que te has ido.
pero, cuando me miras, sien...
esto sucede en el mismo AU que el día 002 y 009; pero con un salto en el tiempo (aunque no se mencione) | aquí ambos tienen 15 años.
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Ken está más concentrado que nunca en su corta vida.
Tiene toda su atención puesta en la torre de latas frente a él, la pelota de goma que el dueño del lugar le dio se siente como una pieza cálida de buena suerte en sus manos. Odia admitirlo; pero está algo nervioso porque es el último tiro que necesita para ganar, el fallo no está en sus opciones.
Después de varios segundos que se sienten eternos finalmente lanza. Una sonrisa victoriosa se dibuja en sus facciones cuando logra dar a su objetivo a la primera y tumbar toda la torre, las latas hacen bastante ruido al caer.
—¡Maldita sea, sí!— grita, levantando el puño derecho con júbilo.
—¡Buen tiro, Kenchin!— le dice Manjiro atrás de él, a pesar de que está tratando de mantener el equilibrio con todos los peluches que han ganado hasta ahora, también luce muy feliz.
—Nada mal, chico— comenta el vendedor, acariciando su barbilla. Está algo impresionado.
—Pediré ese perro de peluche gigante— anuncia el mayor, señalando el peluche al centro de todos los premios.
—Oh, lo siento, muchacho— responde el adulto, riendo con suavidad —. Para reclamar ese necesitas hacer ese mismo tiro unas siete veces más— y dicho eso saca un peluche más pequeño, digno de ser usado como llavero —. Aquí está tu premio.
—Aw.
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Han ido a festivales antes; pero esta es la primera vez que van solos, como, en pareja, pareja que a ojos de los demás sólo actúa como un buen par de amigos que están gastando su mesada de medio año en todos los puestos de comida y juegos que les ponen por delante.
Porque han descubierto que es muy divertido tener citas. Pasar el rato juntos, pegados uno al lado del otro como chicle mientras ganan cualquier juego de feria al que los dueños les invitan y pasándola bien, tomándose fotos con poses "divertidas" o del lugar para luego enviárselas a sus amigos quienes les mandan stickers de parejas cursis dándose besos o emojis de ojitos brillosos como respuesta.
—Creo que ya has ganado muchos peluches, Kenchin— comenta Manjiro. Su mano derecha está entrelazada con la de su compañero, han puesto sus peluches en varias bolsas grandes que llevan con ahora más comodidad, buscando otro puesto de juegos.
—Hay un peluche que quieres desde que llegamos ¿No?— le responde Ken, deteniéndose un momento para pedir dos manzanas de caramelo, no demorando en darle una a Manjiro, quien la acepta feliz —Una vez ganemos ese podemos dar por finalizada la noche.
Bueno, Manjiro no va a refutar eso. Suena muy divertido, y esta noche ya de por sí está siendo muy divertida.
—Vamos a comer algo primero— ordena, botando el palito de la manzana que ha terminado de comer —. Si vas a ganar en ese juego de fuerza, necesitas algo que no sean solo caramelos.
Ken gira el rostro para sonreírle con un ligero sonrojo sobre las mejillas que Manjiro sabe que también comparte.
Ambos aprietan el agarre en sus manos antes de correr entre risas hacia la sección de comida.
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