en treinta y un días suceden muchas cosas: a veces te vas, a veces vuelves, a veces reímos juntos, a veces no, a veces soy yo quien se va, a veces volvemos a encontrarnos y a veces ni siquiera me entero de que te has ido.
pero, cuando me miras, sien...
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En el momento en que pasan una tienda de crepés, Takemichi siente lo que es ser ahorcado en contra de su voluntad.
La sensación es tan repentina que cuando desaparece se queda incrédulo por unos segundos, preguntándose por qué, de un momento a otro, Hina lo agarró de su capucha con tanta fuerza que un poco más y terminaba cayendo con todo y las bolsas de compras.
Quiere preguntarle qué ha pasado, si ha visto a una o varias personas peligrosas; pero las palabras se le quedan atoradas en la boca cuando la mira con mayor detenimiento, ella no le está prestando atención. Ambos acaban de ocultarse tras la pared de una tienda de zapatos y parece que no van a moverse de allí en un largo rato.
—¿He hecho algo…?— comenzó a preguntar, cuando sintió que los ojos se le querían salir de las órbitas.
No puede escuchar nada desde la posición en la que se encuentra; pero puede leer la atmósfera que está invadiendo esa parte en específico del centro comercial: Frustración. Incomodidad. Enojo.
Y desde su posición también puede notar que las únicas personas que están allí son Mikey y Draken. Allí, en medio de esa zona vacía y pequeña, haciendo un contacto visual tan fuerte que, si fuesen otras las personas involucradas, podría haber resultado cómico.
Pero esta escena no hace gracia. Da miedo. Mucho. Porque que esos dos estén parados allí, viéndose de forma tan intimidante a pesar de su notable diferencia de alturas, solo puede significar que alguien va a terminar muriendo. Figurativa o literalmente si es que Takemichi no logra hacer algo para zafarse del agarre mortal de Hina e ir a tratar de calmar la situación.
—No te muevas, Take— susurra ella, y la presión en su abrigo aumenta para reafirmar su orden —. Están en una cita.
Entonces la mente de Takemichi se queda en blanco, no demorando en recapitular: Mikey. Draken. Espacio pequeño. Contacto visual intimidante que solo presagia una desgracia o la muerte de alguien por quien sabe qué motivos y que puede traer consigo un efecto tan devastador que termine arruinando de nuevo el futuro…
Cita.
Un grito ahogado por parte de Hina lo trae de nuevo al presente, no le toma mucho notar la sorpresa que le adorna el rostro, así que él dirige su atención nuevamente a sus dos compañeros.
Se están besando.
Bueno, si es que uno puede llamar a eso un beso, parece más un choque de labios dado a la fuerza, uno que grita “no sé qué estamos haciendo, nuestra experiencia se basa en películas románticas baratas”. Y lo peor de todo tal vez sea que no han cerrado los ojos.
—Siento que estoy en medio de un momento extraño de manga shōjo o de terror psicológico— comenta Hina con ligereza —. Solo espero que Emma esté enterada de esto.
Ay, Emma, piensa Takemichi, comenzando a entrar nuevamente en pánico porque no quiere ni pensar en cómo terminarán las cosas si esto se sale de control.
—Necesito hablar con ellos.
—¿Estás loco, Take? No vas e interrumpes la cita de alguien, es grosero.
—Pero, Hina…
—Oh, espera… ¡eso es muy lindo!
Takemichi no recuerda cuando fue la última vez que vio a Mikey tan cómodo ante la presencia de alguien después de que Baji murió. Draken ha estado a su lado la mayor parte del (si no es todo el) tiempo; pero él no recuerda haberlos visto de esa forma antes: abrazados y susurrándose alguna que otra cosa que los hace reír, o que hace que Mikey oculte su rostro en el abrigo de su compañero mientras este le acaricia los cabellos y lo mira con cariño.
—Finjamos que nos encontramos de casualidad con ellos en la tienda de crepés— ordena Hina, de repente, jalando ahora a su novio del brazo, llevándolo por una calle contraria —. No quiero que se enteren de que los hemos estado espiando.
Lo último que Takemichi ve antes de perder a sus amigos de vista, es la forma en que entrelazan sus brazos, sin romper el contacto visual hasta que comienzan a caminar, rodeados ahora de una atmósfera que no tiene nada negativo. Solo algo dulzón.
Amor.
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