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Llevaba en brazos a su pequeño, quien se había quedado dormido cinco kilómetro atrás. Estaba cansado pero él lo soportaba.

No había personas en la entrada noreste de la ciudad.

Sabía de los complejos departamentales que habían en las fronteras. Sin dudas pensaba que vivir cerca de la ciudad, ahora jugaba a favor de él.

Esperaba no equivocarse ante esa decisión.

Y entonces lo vio.

El primer edificio se hizo presente. Era de unos cinco pisos y parecía familiar.

Rogaba que estuviera vacío, o al menos, hubiera alguno vacío.

Empujó la puerta de vidrio, ocasionando que un bajo sonido se produjera.

Como si no hubiera sido abierta en mucho tiempo.

Un punto a su favor.

Nadie salió. Sintió romperse a llorar en esos momentos. Había encontrado un lugar seguro para poder vivir con su hijo... al menos por un buen tiempo.

Subió al segundo piso, verificando que todo este vacío.

Decidió quedarse en el departamento del medio del piso tres. Si venían a revisar el edificio, irían al inicio y al final, ¿verdad?

Eso esperaba.

La puerta se abrió sin dificultades, verificando que el lugar este vacío.

Y efectivamente.

Por fin pudo quitarse un peso de encima, y no, no era Dome.

Se dirigió a una de las habitaciones, echando en la cama al niño.

Verificó a fondo que tenía el departamento, el cual estaba totalmente bien amueblado.

Ahora sí, pudo sacar las sopas instantáneas que tenía y las puso a hervir, sabía que su pequeño iba a despertar con hambre.

— ¿Papi? —la voz descolocada de su bebé se escuchó. Caminó hasta la habitación, tomándolo en brazos.

— Papi está aquí. ¿Cómo durmió Dome? —el pequeño movió sus orejitas. Win lo levantó en sus brazos y salieron a la sala. El pequeño se sobaba sus ojos, para que pueda estar más lúcido y observar mejor su nuevo entorno.

Lo olisqueo, movió sus orejitas en todas las direcciones, incluso pudo sacar y mover su colita libremente.

— ¿Ramen? —ante el conocido olor, la sonrisa en los labios de su hijo le calentó el corazón. 

— Sí bebé. Hoy cenamos eso.

El niño dio palmaditas de felicidad, sentándose en la mesa, mirando sus manitos para luego estirarlas.— Dome debe lavar sus manitos, papi.

Metawin rio. Había descubierto que la casa contaba con agua potable, probablemente la que aun se almacenaba en los tanques, los cuales, seguramente, no se usaban desde el caos.

— Entonces Dome va a lavar sus manitos. Ven, aquí es el baño. —tomando a su hijo de sus dedos, lo llevó hasta el lugar.

La paz que sentía era maravillosa.

Habían creado muchos momentos juntos en la cabaña, ahora los podían hacer en aquel nuevo lugar. Solo se necesitaban a ellos dos para lograrlo.

Su pequeño tenía el poder de volver alegre un lugar en tan solo segundos.

Dome brillaba con luz propia.

Dome brillaba por y para él.

— Te amo, bebé. —el niño yacía dormido sobre su pecho, chupando su dedo pulgar izquierdo, mientras él acariciaba su espalda.

A pesar de que ya tenía seis años, lo seguía viendo como aquel bebé recién nacido entre sus brazos, que solo buscaba un olor que el pequeño ya había grabado en su aun creciente cerebro, el olor de su padre.

La naricita de su hijo empezó a moverse, para luego esconder su rostro en su cuello.— Yo también te amo, papi. Dome y Win hasta el final. —su aliento le causó cosquillas, pero sus palabras era lo que hacía que le de fuerzas para seguir adelante, por los dos.

Una onda de placer recorrió su cuerpo al sentir como su mano se paseaba por su vientre, los grandes dedos delineando las partes más erógenas de esa zona

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Una onda de placer recorrió su cuerpo al sentir como su mano se paseaba por su vientre, los grandes dedos delineando las partes más erógenas de esa zona.

Sintió el movimiento detrás de él, saliendo un gemido se sus labios al sentir la erección de su esposo entre sus nalgas.— Buenos días bebé. 

La ronca voz en su oído lo hizo estremecer, arqueando su espalda, dándole un roce certero al miembro detrás suyo. Ahora el jadeo sonó en su mejilla.— Buenos días.

Su voz salió entrecortada al sentir como Bright iba haciéndose paso en su interior.— ¿Qué... oh dios... hora es?

Los brazos de su pareja rodearon su cintura, fortaleciendo la posición de cucharita que habían adoptado para dormir, solo que ahora ya no descansaban.— Es la hora de hacer mío a mi esposo.

Jadeó.

Era imposible no dejarse ser gelatina con él.— B-Bright... Tengo que ir al hos —la palabra quedó en su garganta ante el repentino golpe que dio con su extensión, reemplazándolo por un grito de dolor y placer.

De repente, la voz de la reportera se hizo escuchar en la habitación. La TV de la sala había sido prendida como había sido programada. Pero Bright y Win no le prestaron atención a esto, ya que con sus propios sonidos desde su habitación, eclipsaba la importante noticia que decía la mujer.

— En un par de días se llevará a cabo el reclutamiento de hombres para poder reforzar a la milicia debido ante el caos que se ha generado al descubrir que no solo están naciendo niños híbridos. El día de ayer se conoció en Filipinas el primer caso de embarazo en un hombre, y a este, se le sumaron una docena más alrededor del mundo en tan pocas horas. La gente ha creado un caos, pues dicen que ellos pueden ser los causantes de la nueva enfermedad que está afectando al mundo, solo debemos hacerles recordar que no deben entrar en pánico y crear disturbios sin saber las causas verdaderas. Mantengan la calma y quédense en casa.

— ¡Papi, despierta! —el pequeño Dome sacudía asustado a su padre, tratando de despertarlo con sus movimientos y no con sonidos, pues aquel olor estaba de nuevo

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— ¡Papi, despierta! —el pequeño Dome sacudía asustado a su padre, tratando de despertarlo con sus movimientos y no con sonidos, pues aquel olor estaba de nuevo.

Había empezado a llorar. Win despertó a la exclamación.— ¿Qué pasa? Dome, mírame y tranquilízate, ¿Qué pasa?

El niño temblaba del terror, viendo como sus orejitas se movían desesperadamente ante el peligro.— Está afuera, papá. El hombre de verde está a fuera.

Sweet Creature | BrightWinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora