Él siempre amó la naturaleza.
Le encantaba ver los pequeños pero majestuosos espectáculos que esta le brindaba, como la coloración del cielo al ocultarse el sol en el mar.
Y se preguntaba si su pequeño hijo era parte de estas increíbles funciones.
— Papi, ¿Estas bayas las podemos comer? —el pequeño de seis años se encontraba acuclillado frente a un arbusto, señalando con su corto dedo índice, su mirada puesta en él con su colita gris moviéndose ante la curiosidad y sus orejitas siempre alertas.
Win se cuestionaba cuan afortunado era en tener un hijo como Dome.
No importaba todo lo que esto implicaba, como dormir con miedo por las noches, o como siempre estar mirando a todos lados cuando salían a caminar por el bosque.
Una paranoia constante.
Su niño lo valía.
— Si amor, pon unas cuantas en la cesta. —se acercó hasta el pequeño lobo, quien sacaba con cuidado las pequeñas frutas.
Y en un par de segundos, ya había sacado su teléfono sin servicio, capturando el momento del pequeño en la memoria casi vacía del aparato.
Se lo mostraría a Bright cuando vuelva a verlos.
Bright.
Él era otro tema.
Se encontraba feliz de haberlo vuelto a ver. Las emociones que experimentó un par de días atrás no las podía expresar con palabras.
Sintió como aquella vez que el mayor tuvo que viajar por dos semanas a China para cuidar de unos osos panda recién nacidos que los habían rescatado del mercado negro.
Solo que esta vez, habían sido más de seis años.
Casi siete.
Joder, Bright y él estarían cumpliendo ocho años de casados pero sólo habían estado juntos uno y medio.
Sí, definitivamente ese no era el tipo de matrimonio que esperaba cuando aceptó casarse con el veterinario en New York.
— Papi, ¿por qué lloras?
Su vista nublada bajó hasta encontrarse con los bellos orbes pardos de Dome, vislumbrando el puchero que resaltaba en sus labios.
Se secó rápidamente las gotas saladas con las mangas de su camiseta, obligándose a sonreír por el pequeño. Se arrodilló hasta quedar a su altura.— Nada importante mi amor. Solo que papi extraña a Bright.
Ante el nombramiento de su padre, el pequeño híbrido arrugó su nariz.— No sé despidió de mi cuando se fue.
— Oh, claro que lo hizo bebé. Solo que no quiso despertarte. —sus dedos se posaron sobre el pequeño abdomen de su hijo, moviéndolos, causándole cosquillas.
Las pequeñas risas de su hijo se hicieron escuchar entre el silencioso páramo verde de árboles, acatando su petición de detenerse, para luego llenar su rostro de besos.
— ¿Cuándo va a volver?
Suspiró.— No lo sé, bebé. No lo sé.
Sabía que si Dome se enteraba de lo que su otro papá hacía, estaba seguro que nada saldría bien de eso.
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Sweet Creature | BrightWin
FanfictionEra la viva imagen de él. Su nariz, sus rasgados ojos, hasta el color de piel. Su pequeño era un retrato de su padre, al que nunca había conocido. Un pequeño híbrido lobo que había nacido en el momento incorrecto, pero que lo convirtió en el más fel...