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Bright se dejó caer.

Estaba de rodillas frente a su esposo, pensando si tal vez lo habían matado sin que se de cuenta, por que ese, ese era su paraíso.

- Win...

Su voz salió en un hilo casi irreconocible. El tono había cambiado, él lo percibía.

Ahora él fue el que se dejó caer ante el, ahora, militar.

Sus manos volaron hacia el rostro del mayor, verificando que no se trataba de una ilusión más, sintiendo el calor que le brindaba sus mejillas.

Segundos después sintió los dedos callosos sostener su mano.

Dejó de mirar su rostro al sentir los conocidos aros alrededor de sus dígitos.- En serio eres tú...

Sus cachetes fueron tomandos por ambas rasposas manos, que lo jalaron, uniendo sus labios en un vaivén que sus belfos habían extrañado.

El beso de reencuentro no era para nada como lo había imaginado, esto era mejor.

Y tal como hace más de seis años, el sabor salado de las lágrimas acompañaban su acto de amor.

- General, no encontramos nada en el sector C. -una vez robótica se escurrió en medio del beso, logrando que ambos se separan, dejando un leve hilo de saliva que los conectaba. Sus respiraciones agitadas y pequeñas sonrisas cómplices.

- Copiado, cadete. Pueden tomarse una hora de descanso. -comunicó a través del walkie-talkie. Todo esto bajo el escrutinio de su esposo.

Sus labios volvieron a unirse, pero esta vez, el ritmo era suave y sensitivo.

Pero necesitaban hablar.

Y por primera vez en su vida, temió de lo que vaya a responder Vachirawit.

- B-Bright debemos... -sus labios fueron atrapados nuevamente. Lo alejó, obteniendo una mirada de cachorro por alejarlo.- Tenemos que hablar, ¿sí?

El chico asintió.- Aunque debo confesar que prefiero nuestras pláticas donde no hay ropa de por medio. -sus mejillas se colorearon mientras le daba un pequeño golpe en su musculoso brazo.

Tenía que empezar a tantear el terreno, con cuidado y siempre alerta a su próximo paso. Era Bright después de todo... Lo conocía como la palma de su mano... ¿verdad?

- ¿Cómo han estado las cosas en la milicia?

- Pues bien. Sí, no me quejo. -respondió mirando a otro lado, menos a sus ojos. Sus dedos tomaron su barbilla, haciendo que fije su mirada en él.

- ¿Enserio? -los bellos orbes de su esposo volvieron a llenarse de lágrimas, para luego empezar empezar negar.

- Ya no quiero, Win. Lo odio. Siempre lo he hecho. Me siento culpable de muchas cosas que hice en su momento para ascender de puesto y dejar de tener que dar caza a esos niños, ya no lo soporto. -ahí estaba el hombre del que se enamoró.

Empezó a llorar.

Lo envolvió en sus brazos, dejando caricias en su espalda, esperando que aquello calmara su leve temblar.

- Tengo algo que decirte. -susurró en su oído.

Estaba nervioso.

Muy nervioso.

No sabía cómo iba a reaccionar ante la noticia, pero ya no podía esperar más.

Estaba seguro que Dome se encontraba algo confundido y asustado en la habitación, ya no podía dejarlo ahí más tiempo.

Sweet Creature | BrightWinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora