ATTE: MYG [Min Yoongi]

14. Confusiones

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—¿Estás loco?

Mi respiración incontrloada, junto a la velocidad de mis latidos parecían hacer un lío en mi cabeza.

—Quería comprobar...

—¿Por qué Min? —interrumpí— ¡Esto está mal!

—Tranquila, no es como si aún estuviera enamorado de tí. Tampoco es como si no lo hubiéramos hecho antes —susurró—.

—Dame lo que sea que ibas a darme.

—¿Te irás así? ¿No piensas decir nada más?

Me alejé lentamente de él al ver como se intentaba acercar de nuevo a mí.

—Esto jamás debió pasar Min. No debimos acercarnos después de lo que pasó.

—¿De nuevo prefieres quedarte callada? Tenemos que hablar.

Él extendió su mano entregandome el anillo, el cual tomé rápidamente. Caminé hasta la puerta y giré la manija de la puerta, viendo cómo está vez si abría.

—No debiste volver a pedirme ser tu amiga.

Ni siquiera quería verlo a los ojos, por lo que salí sin decir ni una palabra más.

—Hola otra vez —Taehyung sonrió—.

—Lo siento, debo irme.

—Espera, ¿no quieres quedarte?

Dudé un poco en qué decirles, no quería que supieran lo que apenas hace unos segundos sucedió arriba.

—Está bien, otro día será —sonreí—.

Antes de poder salir por completo, el rostro rojo de Yoongi apareció bajando las escaleras.

—Oh, Yoongi acompaña a __________ hasta su casa.

Seokjin desviaba su mirada, pasando de él hacia mi constantemente. Era realmente incómodo.

—Puedo irme sola.

—No, iré contigo.

Por fin salí de su casa, aunque no de la manera que me hubiera gustado.

Esperaba que los pasos del chico detrás mío se detuvieran en algún momento, pero nunca sucedió.

—Sabes que no podemos fingir que nada pasó.

Ignoré todas sus palabras.

—Vamos, ni siquiera has dicho algo desde que salimos.

Él tomó mi muñeca, haciéndo que me detenga.

—Lo digo en serio Min. Jamás debí aceptar ser amigos.

—¡Las cosas pasan por algo, si te besé fue porqué sentí que debía hacerlo!

—Ese beso no significó nada para mí.

—Tampoco para mí —negó al mismo tiempo que se alejaba—.

—Entonces... ¿por qué?

Yoongi pasó sus manos por su cabello naranja mientras suspiraba algo irritado.

—Supongo jamás podremos estar felices.

—¿De qué hablas?

—No servimos ni como pareja ni como amigos, ¿cómo se supone que estaremos bien frente a ellos?

Tensó su mandibula. Su mirada era tan oscura que no podía ver algún brillo en ella. En realidad, por más que intentara saber que estaba pensando, mi mente quedaba en blanco.