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HeeSeung levantó la mirada encontrándose con el pelirosa frente a él, con las manos apoyadas en sus rodillas y respirando con dificultad debido al cansancio. Permaneció en silencio sosteniéndose de las cadenas del columpio. 

— Per...- Jay negó indicando que no podía hablar aún. 

HeeSeung lo tomó de la mano jalandolo suavemente a su lado invitándolo así a sentarse en el columpio de al lado lo cual el contrario hizo. 

— Perdón- fue lo primero que dijo mientras su mirada estaba fija en el suelo-. Debí haber llegado hace horas, enserio lo siento. 

HeeSeung lo observó hacer un puchero y suspiró, aún sin soltar la mano del chico le acarició los nudillos y Jay apoyó su cabeza en la cadena del columpio, había algo extraño en él y HeeSeung lo conocía bastante bien como para darse cuenta de aquello. 

— Pudiste solo enviar un mensaje.— comenzó a decir HeeSeung.— Es tarde para que vengas corriendo, idiota. 

— Pensé que estarías molesto así que no quise enviar solo un mensaje. 

— Pero ni siquiera respondiste los que te envié.— le golpeó la frente y Jay se quejó.— Eso me molesta. 

— No tenía mi celular a la mano, lo siento. 

Jay lo miró directamente a los ojos, ahora que HeeSeung podía apreciarlo completamente se dio cuenta de lo hinchados que estaban los ojos del menor, sus pestañas aún parecían estar un poco húmedas y sus mejillas rojas. 

— ¿Estás bien?- llevó una mano al cabello de Jay acariciandolo. 

Jay negó lentamente tomando con fuerza la mano de HeeSeung. 

— Ven, vamos adentro.— HeeSeung se puso de pie esperando a que Jay hiciera lo mismo. 

El menor lo siguió detrás mientras se esforzaba por no comenzar a llorar pero incluso si lo intentaba con todas sus fuerzas algunas lágrimas salían solas. Cuando llegaron a la sala HeeSeung hizo espacio para los dos en el sofá y lo envolvió en una manta. 

— Espera aquí, iré por chocolate ¿está bien?— le tomó del rostro limpiando las mejillas del chico con sus dedos pulgares, HeeSeung sintió su corazón comprimirse. De verdad odiaba verlo llorar.— JayJay. 

Jay se acercó lentamente hasta pegar su cuerpo al de HeeSeung y apoyar su cabeza en el pecho del mayor, Jay buscaba un refugio y HeeSeung lo entendió a la primera, lo envolvió en sus brazos acercandolo lo más que pudo a él, le dio un suave beso en la cabeza mientras con una mano le acariciaba la espalda y con la otra le limpiaba el rostro. 

— Es mi madre, Hee.— Jay comenzó a decir con voz apagada.— Ella es mala. 

— Lo sé.— apretó sus labios preguntándose porqué Jay tenía que lidiar con una madre como la suya.— ¿Te dijo algo? 

El mayor lo tomó en brazos levantandolo del suelo y caminó hasta la cocina sentandolo sobre la barra para después servirle chocolate caliente en aquella taza de osos que Jay tanto amaba. 

— Ella...— el pelirosa guardó silencio por un largo tiempo, HeeSeung le colocó la taza entre ambas manos esperando a que dijera algo. 

Jay tan solo bajó su cabeza apoyándola sobre la de HeeSeung. 

— La odio tanto.— el menor pasó sus brazos alrededor del pelinegro quien lo abrazó por la cintura y le acarició el cabello. 

— Siempre puedes venir aquí y escapar de ella.— le recordó y Jay asintió. 

— Por favor, di a tu mamá que me adopte.— bromeó riendo un poco sin ganas y HeeSeung solo lo abrazó con más fuerza. 

— Le diré y ella estará feliz. 

El menor poco a poco se acercó más hasta lograr que HeeSeung lo cargara, se apoyó en el hombro del chico y cerró los ojos dejando que las caricias de HeeSeung lo arrullaran. 

HeeSeung subió las escaleras tratando de no hacer ruido pues en tan solo unos segundos pudo sentir como Jay se había dormido.

Aunque miles de preguntas se cruzaran por la mente de HeeSeung en ese momento como que había sucedido para que Jay por primera vez dijera que odiaba a su madre, él simplemente esperaría a que él se lo dijera, pues siempre había sido así. 

Una vez dentro de la habitación HeeSeung le quitó los zapatos y la sudadera para poder meterlo debajo de las sábanas. Jay se acurrucó tan rápido como su cuerpo tocó el colchón y abraza una almohada, HeeSeung lo cubrió bien y se colocó a su lado sin moverse demasiado.

Permaneció observando al chico hasta que el sueño le venció. 

Pasadas las 5 de la mañana Jay despertó, buscó a tientas el celular de HeeSeung para poder observar la hora y cuando lo hizo solo pudo salir casi corriendo de la cama. Cubrió a HeeSeung con las sábanas y agradeció que el contario tuviera sueño pesado. 

Tomó sus zapatos del suelo colocandoselos tan rápido como pudo, salió corriendo mientras se ponía su sudadera. Jay salió de la casa e ignorando por completo el hecho de que estuviera comenzando a llover se echó a correr. 

Para cuando llegó a su casa su pecho ardía y sentía sus piernas doler, con cuidado de no ser muy ruidoso abrió la puerta de la entrada e ingresó implorando que no hubiese nadie despierto aún pero cuando la luz fue encendida él solo pudo detenerse en seco. 

— ¿A dónde fuiste?— su madre se levantó del sofá caminando lentamente hacia él, su expresión le decía que no se encontraba del mejor humor pero Jay tampoco lo estaba. 

— Por ahí.— respondió con simpleza antes de comenzar a quitarse la sudadera empapada. 

— Jay, no puedes estar teniendo estas salidas "por ahí".— hizo comillas con sus dedos.— ¿Qué crees que pensaran los padres de Yuna? 

— ¿Qué soy un mal novio para su hija?— miró a su madre y ella asintió.— Perfecto, es lo que más deseo. 

Jay escuchó a su madre llamarlo una y otra vez pero solo siguió el camino a su habitación mientras sostenía en su mano la llave que colgaba de su cuello. Encontraría una forma de decirle a HeeSeung que estaba a punto de casarse

love |HeeJayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora