Capítulo 1

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Mi despertador sonó, creo que es el sonido más desagradable que puede existir en este mundo. Abrí los ojos con pereza lentamente, observé durante unos segundos mi techo de color blanco sin ganas. Sabía que hoy tendría un día muy largo.

Tenía todo el día repleto de pacientes que ver y revisar. aunque eso era lo de menos, lo peor era luego el tener que pasarlas nuevas observaciones a sus correspondientes expedientes médicos, lo que me llevaba mínimo una hora y media, incluso hasta dos.

Al menos trabajaba en lo que siempre había querido, no como mi hermano Itachi que tuvo peor suerte, tuvo que estudiar economía para poder ayudar a nuestro padre en la empresa familiar.

La verdad es que no puedo quejarme mucho de mi vida, tengo 25 años, no hace mucho que termine la carrera de medicina, pero al sacarla con las mejores notas de todo el curso, no tardaron en llegarme miles de peticiones para trabajar en distintos hospitales. Mi vida ha sido muy acomodada, nunca me faltó de nada. Ahora vivo solo en un apartamento en el centro de la ciudad de Tokio. No es que extrañe mi casa, pero tampoco la echo de menos.

Al fin me levanté de la cama y me dirigí al baño. Miré en el espejo como mi torso trabajado estaba algo sudado por el calor de la noche anterior Había tenido unas cuantas pesadillas que me quitaron el sueño toda la noche. Me metí en la ducha y dejé que el agua tibia resbalara por mi cuerpo. Una hora después de haberme aseado y vestido, tomé un café y me dirigí a mi trabajo. El hospital estaba cerca por lo que aprovechaba para andar un poco en los días soleados.

Cuando llegué a mi consulta. Konan, mi enfermera, entró con una sonrisa como todas las mañanas.

—Buenos días Sasuke.

—Buenos días, ¿qué tenemos hoy?

—La señora Fugi ha estado estable toda la noche, y ha mejorado en las últimas horas.

—Eso es bueno. Dígale a el doctor Nomura que a las once se pase a ver como se encuentra.

—Ahora mismo se lo digo —dijo cerrando la puerta tras de sí.

Después de unas doce horas de trabajo aproximadamente, era la hora de irme a casa. Estaba recogiendo mis papeles y documentos cuando Konan entró.

—Sasuke, Nomura no puede quedarse esta noche, es el cumpleaños de su hijo.

—Ah, lo olvidaba. ¿Quién hará la guardia entonces? —vi como ella se encogió de hombros—. Veo que me tendrá que tocar a mí —dije con cansancio—. Puedo buscar a algún médico que haga el turno de noche, no te preocupes Konan, yo me quedo, no tengo nada que hacer de todas formas.

—Entonces espero que descanse —dijo cerrando la puerta.

—Eso es lo que menos haré.

Las noches en el hospital no me gustaban en absoluto, nunca conseguía conciliar el sueño, aunque fuera un rato. Me había quedado profundamente dormido, eso ya era raro de por sí, pero lo que me despertó fue el pitido de mi busca personal. Miré el reloj de la pared, las cinco y media de la mañana. Cogí el busca que estaba enganchado en mi pantalón y lo encendí.

—¿Qué ocurre?

—Sasuke, nos acaba de entrar una urgencia, necesito que vengas a la sala 4 inmediatamente.

—Tardo dos minutos.

Me levanté aun adormilado, me di un par de golpecitos en la cara, debía espabilarme, tenía una urgencia esperando. Salí a toda prisa de mi consulta y me dirigí a la sala 4. Al entrar en el pasillo, Keita, el enfermero de guardia, corrió hacia mí.

—La ha encontrado un camionero que había parado su coche para poder orinar. La encontró sola, sus ropas están completamente destrozadas y está inconsciente. Aun no lo sabemos, pero por desgracia tiene todo el aspecto de haber sido violada —mis ojos se agrandaron.

—¿Él fue quien la trajo hasta aquí?

—No, llamo a urgencias enseguida. Ya hemos avisado. a la policía para que le tome declaración.

—Bien hecho.

Abrí las puertas de la sala, un par de enfermeras la habían cambiado y le habían puesto la típica bata de hospital en la ropa había rastros de semen.

—No hay duda, la chica ha sufrido una violación— odié en mis adentros escuchar aquella noticia. ¿Por qué había hombres tan desgraciados en este mundo?

—Podrá Tener aproximadamente entre 16 y 18 años de edad. Aún no está consciente.

—Busquen si tiene cartera, algo que la identifique y podamos comunicárselo a su familia —la enfermera asintió y se fue. Me acerqué a la chica y lo que vi me dejo sin palabras.

Su cabello era un de extraño color rosa, tenía varios cortes en la cara, sus muñecas y pies estaban amoratados. eso era señal de que la habrían amarrado con un acuerda o algo. En sus piernas también tenía varios cortes. Pero lo que más me sobrecogió, era la cara de ángel que tenía. ¿Cómo alguien podría haberle hecho algo tan terrible a una chica como ella, tan joven?

—Sácale sangre y hazle todo tipo de analíticas. Pásenla a observación cuando podáis, le echaré un vistazo mañana cuando tengamos los resultados.

Casi no había podido dormir. La imagen de aquella chica aun seguía en mi mente dando vueltas. Era de una crueldad tan terrorífica que si yo mismo supiera quien le hizo eso, con mis propias manos lo mataría. A las 9 salí hacia recepción para preguntar si ya la habían pasado a alguna habitación. Al parecer, no hacia ni 5 minutos que estaba en la habitación 234. Fui hasta allí y al entrar, Nomura estaba con ella.

—Es una lástima lo de esta joven, ¿no crees?

—¿Lastima? El que lo haya hecho debería de matarse —dije muy enojado—. Odio estas situaciones.

—No tanto como yo, créeme. Al parecer, su nombre es Sakura Haruno, tiene 17 años y volvía ayer de una fiesta a su casa. Sus padres murieron en un accidente de coche hace dos meses.

—Dios mío... —dije impactado.

—Ya lo creo, tenemos que contactar con algún familiar cercano a ella en cuanto podamos. Pero de momento tendremos que esperar a que despierte.

Nomura se fue, dejándome allí solo con ella. Me acerque hasta su camilla Estaba rodeada de cables, estaba conectada a una máquina porque al parecer tenía un par de costillas rotas y se le hacía dificultoso respirar, también tenía una aguja en su brazo izquierdo por donde se le suministraba suero. Estuve al lado de ella unos segundos de pie, cuando de repente, unos grandes ojos verdes, se abrieron con lentitud hasta abrirse por completo.

—¿D-dónde estoy? —pregunto con dificultad.

—Estas en el hospital. Tranquila, ya ha pasado todo —dije con voz suave.

—¿En el hospital? —de pronto, las pulsaciones se le aceleraron, como si volviera a estar pasando todo ese calvario de nuevo, estaba muy asustada y nerviosa. Hasta que comenzó a temblar fuertemente.

—Konan —grité. No pasaron ni dos segundos cuando apareció y al ver la escena se quedó tan perpleja como yo

—¡Morfina, ahora!  —le grité para que se moviera.

Corrió hasta la habitación de enfrente donde guardaban todas las medicinas y en pocos segundos vino con una jeringuilla de morfina. Rápidamente se la inyecté en el brazo y poco a poco, los temblores excesivos fueron calmándose y sus ojos, volviéndose a cerrar.

Estando en la cafetería tomando un café, Konan se acercó y se sentó frente a mí.

—Lo siento Sasuke, me quedé en shock y no sabía qué hacer.

—No pasa nada, nos pasa a todos algunas veces.

—De todas formas, quería disculparme —ya le dije que no es necesario—. ¿Pero qué es lo que había ocurrido?

—Despertó —dije no muy contento—. Preguntó dónde estaba y luego comenzó a ponerse así.

—Pobre, todo esto debe de ser un shock para ella.

—Ni si quiera podemos imaginárnoslo.

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