Epílogo

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Sasuke se había ido temprano para terminar algunos informes en el hospital antes de que comenzara su jordana. Por eso cuando me levanté estaba sola en la cama. Aproveché la mañana para organizar y limpiar la casa. Dejé a Hana en su pequeño parque para que jugara un poco y así entretenerla hasta la hora de comer.

Después de pelearme con la casa y limpiarla de arriba abajo, recordé que Sasuke se iba esa misma tarde a una conferencia que tendría en Kioto al día siguiente, así que cogí su maleta y le guarde algunos pantalones, camisas y ropa interior para que se cambiase durante su estancia allí. De pronto escuché el llanto de Hana y fui hasta el salón para ver que lloraba porque se le había caído el chupete y no lo encontraba.

—Está aquí Hana —dije quitando un peluche de encima y dándoselo. Enseguida dejo de llorar—. Eres un poco impaciente cuando no tienes algo, ¿lo sabias?

Apoyé mis codos en el parque y me dediqué a mirarla durante unos minutos. Ella jugaba feliz con sus juguetes cuando me miro y me dedicó una amplia sonrisa.

—Eres feliz en tu parque, ¿no?  —y volvió a desviar su atención al juguete que tenía en sus pequeñas manitas. El timbre sonó extrañándome, no esperaba ninguna visita a esta hora de la mañana. Abrí un poco la puerta para ver quién era.

—¿Naruto? abrí la puerta completamente— ¿Qué haces aquí?

—Hola Sakura —me dio un fuerte abrazo— ¿Cómo estás? ¿Y mi sobrina preferida? ¿Está bien?

—Sí, estamos las dos bien —deshicimos el abrazo—. Pero, ¿qué haces tú por aquí?

—Verás, Sakura... he venido a pedirte un gran favor —su cara de habitual felicidad fue sustituida por una seria.

—Sí, claro. ¿Qué necesitas?

Naruto se apartó a un lado dejando ver al monstruo de mis pesadillas tras él. Mi cuerpo y mi mente entraron en shock.

—No Naruto... —dije con dificultad—. Aléjalo de mí, ¡dile que se vaya!

—Sakura, por favor, tranquilízate —me cogió de los hombros—. Solo quiere hablar contigo.

—Yo no tengo nada que hablar con él —mi voz temblaba con cada palabra que pronunciaba.

—Estaré aquí presente, yo estaré contigo, Sakura. No tienes de qué preocuparte —le miré indecisa.

No quería hablar con Minato, es cierto que tengo lo mejor de mi vida gracias a él, pero por su culpa estuve a punto de tirarme de la azotea de un hospital.

—Solo quiere hablar Sakura... por favor —Naruto me miraba suplicante. No sé de qué querría hablar ese psicópata, pero lo haría por Naruto.

—Está bien...  —contesté no muy convencida—. Pero quiero que tú estés presente en todo momento.

—No te dejaré sola, lo prometo.

Di media vuelta alejándome de la puerta y sentí como ambos entraban cerrando la puerta tras de sí. Me senté en el sofá cruzando mis manos.

Naruto fue hasta el parque de Hana y cogió a la pequeña.

—Buenos días pequeñaja, ¿quieres jugar con el tío Naruto? —dijo cargándola y sosteniéndola en brazos.

Minato ando despacio, con cautela, y se sentó enfrente de mí. Pasaron varios minutos sin que ninguno pronunciara palabra alguna. El rubio menor tenía sus manos entrelazadas y miraba a algún punto en el suelo mientras su pie no dejaba de temblar. Después de unos segundos tomó aire y se dispuso a hablar.

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