Capítulo 9

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Entre Konan, Kiba, Matsuri y yo nos pusimos manos a la obra con el regalo de Sakura.

—¿Estás seguro de que no vendrá? —me preguntó Konan.

—Está con Neji comprando material escolar, no vendrá.

—Más te vale, porque como nos pille esto será un desastre —dijo Kiba.

Había decidido en pintar y redecorar una de las habitaciones donde solo tenía cosas viejas acumuladas, y dejarla para la habitación del bebé. Como no sabíamos si era niño o niña, decimos pintar la habitación con praderas, animales y un cielo azul con nubes. Y además le compré una cuna de color blanco. Así no habría riesgo de comprar la cuna del color equivocado.

Tardamos toda la mañana en pintar la habitación y montar la cuna, pero valió la pena.

—Ha quedado increíble —dijo Matsuri.

—Menos mal que Matsuri a parte de ginecóloga sabe pintar, sino esto habría sido un desastre —dijo Kiba divertido.

Todos nos arreglamos y esperamos a que Sakura llegara. Estábamos en el salón cuando ella llegó con Neji.

—¿Qué es todo esto? ¿Qué hacéis aquí? —preguntó sorprendida.

—¿Creías que nos olvidaríamos de tu cumpleaños? —dijo Konan.

—Oh chicos yo... yo no sé qué decir —estaba a punto de llorar de emoción cuando Konan fue hasta ella y la abrazó.

—No digas nada, solo ven a ver tu regalo.

Konan les tapó los ojos con las manos y la guio a ciegas hasta la habitación.

—¿Estas lista? ¡Abre los ojos! —le dijo Konan quitándole las manos de los ojos.

Sakura quedó en shock por unos instantes, solo veía la habitación del bebé sin decir una palabra.

—¿Te gusta? La hemos pintado entre todos —dijo Matsuri.

—Todo fue idea de Sasuke —Konan al decir eso me guiñó un ojo sin que ella lo viera.

—Es... es precioso- se acercó a la cuna y paseó su mano por la barandilla de madera blanca—. Gracias a todos por esto de verdad. Sobre todo, a ti Sasuke.

Cuando posó sus ojos en mí, un leve sonrojo apareció en mis mejillas e intenté disimular cuando hablé.

—No ha sido nada —dije intentando desviar la mirada. Después de aquello estuvimos comiendo tarta y divirtiéndonos toda la tarde.

Después de haberse ido todo el mundo, Sakura y yo nos quedamos solos en el salón.

—Ha sido una fiesta maravillosa Sasuke, gracias por todo —decía desde la cocina mientras limpiaba los platos.

—Aun te queda un regalo más —ella dejó de fregar los platos y se dio la vuelta. Saqué de un cajón del salón un pequeño envoltorio y me fui hasta ella—. Feliz cumpleaños Sakura.

Sus ojos brillaban como nunca los había visto. Cogió el regalo de mi mano y al abrirlo vio unos pequeños zapatitos de lana blanca.

—Oh Sasuke.... —se había quedado sin palabras.

—Los compre el día en que te paso lo del ascensor. Los compré blancos porque como aún no sabemos que es pues... —sin previo aviso, sentí a Sakura abrazándome por la cintura. El sentir su cuerpo tan cerca del mío me hizo sentir cosas que jamás había sentido. Una calidez en mi pecho que solo me lo proporcionaba ella. Mis brazos actuaron por cuenta propia y correspondieron el abrazo.

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