∞ Cap 3 ∞

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Doble capítulo, pero no prometo que será así siempre 

Capítulo 3

La primer clase del viernes era a las once de la mañana. La cita con la médico veterinaria de Hazard era a las nueve. Vio el reloj de su mesita de noche y notó que pasaban de las siete treinta. La noche anterior se había quedado dormido entre lágrimas y ahora seguramente no solo tenía los ojos hinchados, también tenía muy pocos ánimos para hacer algo con su vida.

No obstante, no tuvo más remedio que levantarse, se lavó la cara y se vistió para llevar a su mascota a su revisión de rutina. La visita al veterinario era una vez cada mes, muchas personas que lo conocían, le decían que era demasiado exagerado con el cuidado de su gato, pero él quería asegurarse de que Hazard estaba bien porque deseaba que viviera a su lado por muchos años más.

A Hazard le encantaba salir del departamento de su humano, ya que la mayor parte del tiempo se la pasaba encerrado ahí. Solo cuando Gulf estaba en casa y durante los fines de semana, lo dejaba salir a la pequeña terraza pues era cuando podía estar al pendiente de él. Así que no tenía problemas con transportarlo a la clínica de animales cada vez que tenían cita pues era un gato bastante obediente.

"Petfriends" estaba a menos de veinte minutos en coche. Pero en una ciudad como Nueva York ese tiempo puede incluso multiplicarse por tres en las horas pico. Cuando recién se había mudado a la gran manzana, Faye le dijo que usar su automóvil iba a ser caótico, que el tráfico de la ciudad era difícil de sobrellevar y que lo mejor era usar el metro o taxi, los taxistas eran cafres al volante y sabían moverse bajo cualquier circunstancia.

Pero él necesitaba su vehículo para transportar sus instrumentos y para llevar a Hazard al veterinario, así que se había acostumbrado al tráfico de la gran urbe y a que siempre, por lo menos una vez al día un taxista loco se atravesara en su camino para recoger pasaje.

- ¡Mierda! – frenó de pronto cuando el típico coche amarillo con cuadros negros se metió en su camino de forma brusca.

Gulf verificó que la casita transportadora de Hazard estuviera intacta en la parte trasera, pero ésta se había volteado un poco, asustando al animal.

- Tranquilo bebé, tranquilo – le dijo con cariño.

Sabía que reñir con el conductor del otro vehículo era estúpido. Además corría el riesgo que sus compañeros de gremio se unieran a él y bueno, pelear con una burda de taxistas enojados no era precisamente la forma en la que quería empezar su mañana. Así que frustrado, bordeó el otro coche y siguió su camino a Petfriends.

Eran las nueve en punto cuando cruzó la puerta de la clínica veterinaria, había algunas personas esperando su turno en la recepción, y desafortunadamente todos llevaban a sus perros, tan solo esperaba que los caninos no se empezaran a inquietar con la presencia de Hazard ahí. 

- Buenos días señor Kanawut – saludó Molly, la recepcionista del lugar – hola pequeño Hazard – se agachó a la altura del gato – señor Kanawut, antes de hacerlos pasar tengo que decirle que la médico Sara O'Donnel ya no labora con nosotros desde hace dos semanas –

- ¿Y entonces quién le dará atención a Hazard? – preguntó Gulf preocupado ya que no quería que su mascota resintiera el cambio de veterinario - ¿Está todo bien con la doctora O'Donnel? –

- Descuide, ella ha tenido que volver a su natal Australia porque va a contraer matrimonio – respondió Molly – pero no se preocupe, ya tenemos al médico veterinario que será su reemplazo de hecho está listo para recibirlos –

Pero Gulf dejó de escucharla cuando ella mencionó lo del matrimonio. La doctora que atendía a Hazard se iba a casar y él no. No había podido hacerlo. Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar el fatídico día de su boda. Todo lo había soñado para ese día había estado ahí, menos su "futuro flamante marido", y sin prometido no hay boda. Y fue así, no hubo.

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