Capitulo 32

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CAPITULO 32
 
-Tenías casi treinta años -recordó-. Eras un hombre maduro, pero me fascinabas.
 
-Lo sé -habló con emoción y le despejó un mechón de la sien con dedos cálidos y fuertes-. Te asustaba y por eso dejaste de visitar a mis hermanas, ¿verdad?
 
-Sí -confesó-. Sabía que no podía ocultar mis sentimientos y tuve miedo de que lo notaras y te burlaras de mí o que te sintieras cohibido.
 
-No hubiera hecho ninguna de las dos últimas cosas -le informó-. No sé cómo lo hubiera resuelto, pero lo habría hecho sin herir tu orgullo -apretó los labios-. Cuando mis hermanas terminaron sus estudios yo ignoraba tu paradero. Pensé buscarte, pero tu familia se había mudado a Austin.
 
-Creo que fue lo mejor porque hubieras querido más de lo que podía darte.
 
-Te equivocas -le alisó el pelo-. Hubiera respetado tu inocencia. No te hubiera pedido nada sin antes comprometerme contigo -respiraba visiblemente-. ________, ¿podrás mantener una nueva relación física?
 
________ sintió que el cuerpo se le relajaba junto al de él como una reacción desvalida ante la fuerza masculina. Jugueteó con un botón de la camisa y se mordió el labio inferior al ceder a los viejos recuerdos y a los renovados deseos.
 
-No lo sé.
 
-¿Lo averiguamos? -le frotó la mejilla con la propia.
 
-Tengo miedo -entreabrió los labios.
 
-No tienes motivos -le rozó la mejilla y la oreja con los labios-.Soy bastante mayor que tú y no es fácil que pierda el control. No haré nada que no desees -sonrió junto a la fresca mejilla-. No será sexo, cariño, sólo te acariciaré un poco.
 
-Lo deseo -le miró de frente para que él advirtiera su deseo y temor.
 
-Recuerdas quién soy -le rozó el pelo con los labios-. Soy Kellan y nunca te haré daño.
 
Él se inclinó para levantarla en brazos, pero hizo una mueca y tuvo que bajarla.
 
-¡Maldita sea! -gimió y se frotó el brazo riendo-. ¡Maldita serpiente! Todavía me duele.
 
-Tu pobre brazo -se lo acarició con cuidado-. Lo siento.
 
-También yo -suspiró-. Me ha entorpecido un poco.
 
-Por el momento, eso me gusta.
 
-Ven -extendió el brazo después de sentarse en el sillón-. Pero ten cuidado.
 
-Mojigato -le acusó y rió.
 
Era la primera vez en mucho tiempo que podía bromear.
 
Kellan la sentó sobre sus fuertes muslos y ella apoyó la cabeza en el hombro masculino. Pero en vez de besarla, Kellan se limitó a abrazarla. Comenzó a llover. La habitación estaba tenuemente iluminada y era acogedora. ________ dirigió la vista al escritorio de roble, al sofá de cuero, a las estanterías llenas de libros de las paredes y a los cuadros de animales. Era la habitación de un hombre, nada menos que la de Kellan.
 
Más cerca, podía oír el latido de su corazón lento y regular y sintió el aliento de Kellan en la frente. Él le acarició el brazo y a ella le gustó el contacto de los cálidos dedos.
 
-Es muy agradable tenerte en mis brazos -cruzó una pierna y la acercó aún más-. ¿Estás cómoda?
 
-Sí -murmuró soñolienta y cerró los párpados. Deslizó la mano al amplio pecho y brazo y palpó el vendaje a través de la fina tela de la camisa-. ¿Cuánto tiempo tardará en sanar?
 
-Espero que no mucho más. Fui un poco tonto al no mirar antes de extender el brazo. Se me cayó una cuerda donde trabajábamos con una pequeña manada y no me fijé al inclinarme. La cascabel me picó en el brazo.
 
-¿Qué le pasó a la serpiente? -preguntó curiosa.
 
-Tuvo el mismo destino que todas las que se cruzan por mi camino. La maté con mi rifle.

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2022 ⏰

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Esperanzas de Amor (Kellan Lutz y tu) AdaptacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora