Capitulo 30

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CAPITULO 30
 
-Cuando Dennis está de mal humor puede aterrorizar a los adultos también -respondió acongojada mientras observaba la cara severa de Kellan-. Pero es extraño que yo no tenga miedo a tu mal humor, es decir, ya no -añadió esbozando una sonrisa-. Antes sí…. Nunca olvidaré el día en que golpeaste a aquel vaquero en la tienda de ultramarinos del pueblo.
 
-Te manoseó -entornó los ojos-. Te puso las manos encima y tuve ganas de romperle el cuello.
 
-No sabía si ésa había sido la causa de tu ira -murmuró muy quedo.
 
-No conocías a los hombres -se movió en la silla y dio un sorbo a su coñac-. Y yo no podía permitir que uno de mis hombres te acorralara.
 
-Siempre fuiste como un tractor nivelador.
 
-Sólo cuando deseaba algo -aceptó y la miró por encima del borde de la copa-. Te deseaba, pero tenías sólo dieciséis años.
 
-No me lo dijiste -se ruborizó y le miró a los ojos.
 
-Ya te he explicado por qué... Eras muy joven. Pero quizá me hubiera animado si no te hubieran enviado a un internado -sonrió-. Hubiera sido el colmo sacarte de allí ante los ojos de tus compañeras con sus risitas tontas.
 
-¿Lo habrías hecho? -le temblaron los labios.
 
-Supongo que pasado un tiempo sí lo hubiera hecho -se encogió de hombros-. Eras una chica bonita. Sigues siéndolo con tus ojos atormentados y todo lo demás. Sé que no me temes físicamente.
 
-Es verdad -inquieta, le miró.
 
Kellan se había quitado la chaqueta y el chaleco y tenía desabrochados los primeros botones de la camisa blanca. Vio la piel y se emocionó al recordar que la había abrazado.
 
-No te pongas nerviosa -soltó una carcajada-. No me voy a abalanzar sobre ti.
 
-Imagino que nada te asusta. Sin embargo, yo no soy fuerte físicamente y he tolerado años de vejaciones mentales y físicas. Tengo cicatrices profundas donde no se ven y lo mismo le sucede a Becky.
 
Él se recostó en el respaldo del sillón.
 
-Becky es muy pequeña y sus heridas sanarán. Las tuyas no lo harán sin ayuda -la miró fijamente.
 
-¿Me ofreces la cura? -preguntó con amargura-. ¿Una terapia sexual?
 
-No soy tan altruista -respondió con una ceja arqueada-. Y no necesitas terapia. No, cariño -se inclinó para clavar los ojos en ella-. Si te hiciera el amor no sería una cura, podría convertirse en dependencia.
 
________ se ruborizó y dirigió los ojos al suelo alfombrado. El corazón le latió con más rapidez al pensar que él la podía tocar.
 
-Eres una chiquilla tímida -murmuró divertido-. Mírame, cobarde.
 
-Deja de burlarte de mí -levantó la cabeza aunque odiaba su rubor y su vulnerabilidad.
 
-¿Eso estoy haciendo? Creí que sólo flirteaba.
 
________ se puso de pie y él la imitó para cogerla del brazo con la mano libre.
 
-En el transcurso de los últimos años he tratado muy poco con mujeres -habló en voz grave-. Lo único que debes recordar es que no soy un niño bonito que sonríe todo el tiempo. Soy un hombre de la campiña con ideas anticuadas y que nunca te haré daño... ni física ni emocionalmente.
 
-¿Tratas de decirme que no me seducirás si te sonrío? –preguntó ella poniendo a prueba algunas emociones que había reprimido durante seis años.
 
Kellan no se movió. La suavidad en los ojos verdes le tenía hechizado y no se había dado cuenta de lo vulnerable que él mismo era.
 
-Eso es, más o menos. Intuyo que no confías en los hombres –le tocó la cara con dedos titubeantes-. Pienso que los dos somos cautelosos... Varias veces he creído que estaba enamorado, pero una vez terminé muy herido. Supongo que desde entonces no confío en las mujeres.

Esperanzas de Amor (Kellan Lutz y tu) AdaptacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora