CAPÍTULO 45

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Al llegar a casa las cosas se pusieron algo extrañas. Mamá y papá hablaron con Lexa y Ashton sobre no ir al bosque, y hasta ahí todo iba con normalidad, ayudamos a mamá a preparar algo de comida, comimos, conversamos un rato y yo me fui a dormir porque me sentía algo cansado.

Aunque no fue de mucha ayuda, pues al igual que el día anterior no pude dormir sin tener esa recurrente pesadilla.

Cuando por fin me di por vencido, me levanté de la cama y lo único que logré escuchar antes de ver a mis padres salir por la puerta fue un "No olvides cancelar la cita de la terapia, cariño" de papá. Algo que tal vez en si no es extraño, ya han tenido que hacerlo anteriormente por distintos inconvenientes, pero había algo diferente esta vez.

— ¿A dónde han ido? —pregunto a Lexa cuando la veo salir de su habitación.

— No lo tengo muy claro, pero al parecer iban a hablar con Lana y Ryan, están aquí de paso y al parecer era algo urgente —responde— nos han dejado encerrados y mamá dio claras instrucciones de que no te despertaramos, ¿te encuentras bien?

Ver la expresión en su rostro me deja un toque de ternura, dejándome ver a la pequeña niña que se esconde detrás de aquella faceta que se ha impuesto. Una niña que no tendría por qué tener más preocupaciones.

— Todo bien Lexi, solo tenía algo de dolor de cabeza, el viaje de regreso no me ha sentado muy bien, pero ya se me ha pasado —respondo dándole una sonrisa.

— Eso no fue lo que dijo Ashton, pero te creeré —dice mientras camina hacia la sala para tomar asiento en uno de los sofás.— Lex, sé que tú más que nadie quiere protegerme de todo, pero desde mi nacimiento estuve condenada a esto, sé que todo lo han hecho por mí bien, y sé que tú no estás de acuerdo con que se me trate casi como a un Lobo adulto, pero yo ya he aceptado mi destino.

Aquellas palabras solo logran activar ese recuerdo, aquel donde veo a mi hermano muriendo, alguien que por "destino" ha sido entrenado para proteger a su Alpha a costa de su vida.

— Lexi, eres solo una niña, no tienes porque cargar con todo eso, por mucho que sea tu destino tienes derecho a tener una maldita infancia normal —respondo, y al parecer, mi tono con ella no ha sido el adecuado, pues su rostro lo hace más que evidente.

— ¿Crees que no lo he pensado? —gruñe— Por muchos años viví deseando tener la misma libertad que ustedes tenían, pero ahora sé que mi función es más que vital para nuestro mundo, y sería demasiado egoísta de mi parte sacrificar eso, ¿qué es lo que no puedes entender de nuestra familia, Lex? Todos hemos sido marcados con un destino que queramos o no, tendremos que cumplir, no importa lo mucho que quieras evitarlo, naciste para tener una función dentro de este mundo y tendrás que cumplirla.

— Tú mismo puedes escribir tu destino, no tienes porque seguir algo que alguien más te ha impuesto —digo haciéndola bufar.

— Lex, esto no es un cuento de hadas, aunque no lo parezca, todos tenemos un propósito por cumplir, y nos guste o no, terminará por suceder.

Puedo notar como su tono ha bajado un poco, y decido parar. Lexa tiene muy arraigada esa creencia, y es algo que me molesta, que fue criada bajo esa enseñanza de "Esto es lo que han dicho que eres, así que ahora debes prepararte para serlo"

— Sé que tú no estás de acuerdo, pero alguien tiene que asumir esta responsabilidad, sabes qué pasará si yo me niego a cumplir con el llamado —dice antes de retirarse.

Odio todo esto relacionado con el destino, el mundo sobrenatural es sin duda una

locura; entre deidades que eligen con quien pasarás el resto de tu vida, o bajo qué condiciones nacerás, no se cual es peor.

LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora