EPÍLOGO

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Me sacudo los hombros y me retiro los guantes antes de entrar a casa. Me quito el abrigo y lo dejo sobre el perchero, me saco las botas y las dejo en su lugar.

A lo lejos puedo escuchar a los chicos ir de un lugar a otro y no puedo evitar reír. Durante estas fechas nuestra rutina es igual.

— Alex, rápido, necesitamos ayuda —grita Mali mientras tira de mi brazo.

— Oye, espera —digo y de inmediato se detiene.

— ¿Qué pasa? —Pregunta girándose hacia mi— ¡Estamos cortos de tiempo!

— ¡No me has dejado ponerme los zapatos! —respondo y mira mis pies descalzos.

— Bien —bufa— pero apresúrate, de verdad necesitamos tu ayuda.

Regreso al recibidor y tomo mis zapatos limpios. Me los pongo y de inmediato voy hacia la cocina.

— La receta está ahí —indica Valentine mientras señala la mesa— llevamos la mitad, así que habrá que hacerlo más rápido, prepara la mezcla mientras yo decoro las que han salido.

Asiento y subo las mangas de mi camisa, voy hacia el lavabo, y lavo bien mis manos. Los ingredientes ya se encontraban en la mesa, así que leí los primeros pasos y me dispuse a comenzar con la masa para las galletas.

Mientras mezclo bien los ingredientes los recuerdos me invaden. Rápidamente llega a mi mente  la primera vez que hicimos esto.

Hace cuatro años salí de la manada, salí de mi hogar en busca de una aventura, de algo nuevo. Junto a Valentine y mis amigos, viajamos por un par de meses hasta que logramos asentarnos.

Compramos un pequeño terreno cercano al bosque y alejado de la ciudad, pues en nuestro recorrido nos encontramos con un par de personas que necesitaron de nuestra ayuda. Nos reconocieron como licántropos, y se encontraban sin una manada, sin un hogar, viviendo en las calles y trabajando para vivir al día, así que los acogimos.

Dentro del terreno solo había una pequeña cabaña que tuvimos que adaptar a nuestras necesidades, éramos 12 personas viviendo en un espacio de 2 habitaciones, solo 4 cabían en cada habitación, también usábamos la sala para dormir. Nos turnábamos, cada noche rotábamos el lugar para dormir.

Fue complicado, pero poco a poco con nuestros empleos pudimos ir ampliando el lugar. Tanto los padres de Valentine como los míos nos apoyaron económicamente, sabían que no era nada fácil, pero tampoco queríamos vivir únicamente de eso. Si queríamos empezar desde cero, también tendríamos que poner de nuestro esfuerzo.

Los meses pasaron, y llego la navidad. El clima por aquí es bastante agradable, por estas fechas nieva, pero el resto del año se mantiene fresco, no hace tanto calor. Aquella ocasión hubo una gran tormenta, así que los planes de ir a la ciudad a celebrar la navidad fueron cancelados. Por suerte teníamos un par de cosas que podíamos cocinar para la cena, recuerdo bien como Rena nos compartió una receta de unas galletas deliciosas para que tuviéramos un postre, pues ninguno sabía una de memoria, excepto por ella.

Y desde entonces se convirtió en una costumbre, Izumi y Kendall se han encargado de la comida hasta ahora, tienen un gran don para eso. Rena y Mali se encargan de los platillos de entrada, mientras que Valentine y yo preparamos los postres. El resto de nuestros compañeros se encarga de preparar la mesa, de los adornos y de los regalos para los más pequeños.

Ahora es un poco más complicado, pues somos más, pasamos de ser 12 adolescentes y jóvenes sobreviviendo en una pequeña cabaña, a ser 25 personas viviendo ya en un hogar más grande. Tenemos dos familias, una de ellas tiene dos pequeños y la otra solo tiene uno, pero por medios legales -gracias a uno de nuestros miembros- hemos podido "adoptar" a 6 niños que hemos encontrado en situaciones de calle, niños licántropos por supuesto. Esto lo logramos como una asociación que busca ayudar a niños que viven es ese tipo de condiciones, pues al no estar casados legalmente no estamos en condiciones de adoptar, y según lo que nos dijo nuestro compañero, y asesor, adoptar a los 6 niños sería algo complicado, pero por suerte eso de la asociación nos funcionó. A esos pequeños los encontramos vagando por el bosque, al parecer fueron expulsados de su manada por supuesta sobrepoblación, pero la realidad es que se trata de niños que son como yo alguna vez fui. Que no tienen una conexión con su Lobo y por ello fueron expulsados. No sabemos lo que pasó con sus padres, si no hicieron algo por ayudar a sus hijos o si se les había privado de hacer algo.

LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora