Capitulo 3: El Amuleto de Lithania.

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Mi habitación se había hecho fría y oscura. Yo en mi cama, con mis pies entre las sabanas y mi cabeza sobre mis piernas. Sentía las voces sobresaltadas de Lucifer y Scarlet desde la Sala Principal, más no me importaron, yo solo pensaba en aquella ángel que se robo mi fuerza y mi maldad.

Me pregunte qué hubiera pasado si me hubiera quedado con ella en aquel paisaje hermoso y bello, ¿y si no hubiese escapado?... no, imposible, no podía haberme quedado con ella, tengo aquí a Lucifer y a Scarlet que se preocupan por mí y me dan su cariño.

Me vestí y salí al Salón Principal.

-          ¡DIMELO! – grito Lucifer.

-          ¡NO TE LO DIRE! ¡NO DELATARE ASI LOS RECUERDOS DE MI FAMILIA! – contesto Scarlet.

-          ¡SI NO ME LO DICES, MORIRAS! ¿NO SABES LO IMPORTANTE QUE ES LITHIUM PARA M…

Asome la cabeza por la puerta, Lucifer y Scarlet me miraron sorprendidos.

-          ¿De qué hablaban? - pregunte.

-           ¡NO TE METAS TU! – me grito Lucifer.

-          ¡NO LO TRATES ASI! – siguió Scarlet.

-          Ya veo, parece que se levantaron con el pie izquierdo, sentí nombrarme, pero no me interesa en lo mas mínimo – agregue.

-          Lithium… no digas eso… - dijo Scarlet quebrantándose.

-          ¿VES LO QUE HACES? – le grito Lucifer.

-          Permiso – dije saliendo de aquella casa.

Salí sin rumbo ni dirección, camine por las calles de Katan, frías y oscuras, con pocos demonios rondando, yo destacaba entre todos; mi aspecto era muy particular… ¿Por qué tenía que parecer un ángel blanco entre todos los demonios oscuros? Me fastidie… pero ya todos los demonios me reconocían, hasta tenía fama de demonio entre las bocas de los ángeles; Lithium: “El demonio de la Oscuridad y la Iluminación”. Quizá por ser la parte buena de Lucifer puedo utilizar la Iluminación como magia, al igual que los ángeles, lo cual también me fastidiaba.

Llegue a parar en un tibio arroyo, arroyo que más tarde sería mi lugar de penas y amarguras, me senté a la orilla y posé mis pies en el agua fresca que fluía, mi rostro reflejado me daba la sensación de no estar solo, pero el sentimiento de estar incompleto seguía en mi corazón, aquel beso me hizo sentir renovado y por primera vez me hizo sentir ser la mitad de alguien, ella me completaba, me hacía sentir especial, importante, único; pero ya no estaba, ya había desaparecido, la abandone en aquel lugar junto a ella, aquella sensación, esa que nos pertenecía a los dos, a ella y a mí, le pertenecía y me pertenecía.

Sentí unos pies que chocaron con los míos en aquella agua fresca, y una cabeza apoyándose en mi hombro.

-          Por fin te encuentro, te he buscado por toda la ciudad – dijo Scarlet.

-          Lo siento, creo que fui descortés, lo lamento, no quería hacerte llorar - dije.

-          No… no importa, ¿Qué haces en un lugar como este? – pregunto.

-          Pensar – dije solamente.

-          ¿Y en quién o qué piensas? – agrego.

-          En un hermoso ángel – dije sin mirarla.

-          ¿En un ángel? – pregunto.

La Mitad de mi AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora