Enredo en el parque.

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Este parque me encanta, ya lo hacía antes de que se convirtiera en nuestro lugar especial. Aquí podemos ser nosotros,  alejados del bullicio, de personas estresadas porque están sobrecargadas de trabajo, de los teléfonos sonando, las impresoras o los teclados.

Claro aquí no está libre del ajetreo diario, pues también veo como muchos pasan casi corriendo  o desechan su café después de dos sorvos.  Hace unos diez minutos Ben debía haber llegado, mientras lo espero noto como ciertos niños comienzan a molestar a otro que se encontraba sentado solito, hacía rato estaban asustando las palomas y fingiendo saber hablar ingles para congraciarse con los turistas.

Ellos comienzan a hablar con el niño y al ver que este no le responde comienzan a irritarse. Lo situación se vuelve algo incómoda, el pequeño intenta con sus manitos apuntando a sus oídos, explicar que es sordo lo cuál no generó la mínima empatía, obvio son niños pero igual. Ellos se alejan y yo me acerco, lo suficiente, como para no asustarlo.

Le pregunto en lenguaje de señas si es sordo,  y tímidamente le digo que estoy aprendiendo ese lindo idioma. Como conozco la dactilología( representación manual de las letras del alfabeto), consigo presentarme con mi nombre.

Un brillo invade sus ojitos. Él, emocionado me dice su nombre de forma muy rápida(con la práctica desarrollan habilidades y pueden llegar a articular muy rápido, entrelazando una letra con la otra).

Esto dificultó bastante mi comprensión, pues solo entendí tres letras, A, N, T, bien pudiera ser Antonio, Antuan; entonces le pedí que lo hiciera más despacio y supe que se llamaba Anthony.

Ben llega y yo me despido, nos dirigimos a los famosos churros y croquetas y mientras esperamos nuestro turno, él me abraza y me pregunta si me gustan los niños, para mí la pregunta no tiene nada de malo, pero noto que el luego de hacerla se siente algo incómodo, yo le digo que sí, de toda la vida, pero que una cosa son los ajenos y otra los propios mientras sonrío. Él concuerda conmigo y pone punto final al tema con un beso.

Mientras aún lo abrazo escucho una voz conocida:

— Con razón no respondes  mis mensajes— Su comentario me parece desagradable y fuera de lugar pues no considero que tengamos ese grado de confienza, ni que me tenga que hacer esos reclamos con esa autoridad.

Y si no le contesté los mensajes fue porque lo que ella quería, era que saliera con ellos, en lo que sería la despedida de Alejandro, pues regresaba a su ciudad. 

— Natalia, ya conoces a Ben... Benjamín, y bueno en fin...   

— Que linda pareja—suena algo sarcástica, pero para nada sorprendida.

— ¿Este no es el desgraciado que acabó con tu vida?—dice la madre de Nathy,  refiriéndose a Ben.   

Ben luce algo intrigado  y al mismo tiempo disgustado, imagino que porque lo han llamado  “desgraciado”.

— Cállate mamá, nadie te pidió tu estúpida opinión. 

Estoy sorprendida de ver una Natalia totalmente diferente de lo que conocía.

Durante ese tiempo, Alejandro pasa desapercibido por mí, ahora que lo observo, tiene cara de no saber que rayos hace allí.    

— ¡Por culpa de él! Mi angelito, perdió su empleo—acusó muy segura de su verdad la señora.  

  — ¡Eso no es cierto!— afirma  Ben, bien indignado.

    Suena su celular coorporativo y él se disculpa y dice tener que atender esa llamada, alejándose unos metros.  

— Estoy segura que todo tiene una explicación—digo mientras pienso que no es así como me contaron esa historia.  

— Claro que la tiene, que ese noviecito tuyo es un acosador.

Creo que ya está pasando de los límites, o me lo estoy tomando muy personal. 

— ¡Qué te calles mamá! 

Miro para todo el mundo y no sé que hacer, Ben es el que tiene que estar aquí y aclarar todo, y está muy concentrado en su llamada, esta señora parece que infartará en cualquier momento, Natalia: una fiera acorralada, Alejandro no hace más que reírse y yo aquí en el medio.  

— Natalia tú nunca me dijiste eso—digo seriamente.   

— Pobrecita, seguro le daba vergüenza— nuevamente su madre, pero no la culpo, es su hija, le cree y la defiende, es lindo si fueran otras circunstancias.   
—¡No! Si fuera verguenza, no me hubiera dicho que ella se enamoró de él y que él la rechazó.    La chica esquiva mi mirada y la señora  pasmada le pregunta:

¿ Eso es verdad? ¡Mentirosa! —grita histérica y comienza a lllorar— creí que habías cambiado.     

La hija intenta calmarla y de repente me veo sola con Alejandro.  

— ¡Qué vergüenza! ¡Dios mío! —exclamo.  
— No tanta, como cuándo te caíste, bajándote del onibus, frente a la escuela.     

Una risa se me escapa, no sé si porque me hizo acordar de ese día (aunque cuando pasó, literalmente quería morirme), o, por el hecho de que se acordara, aunque siendo realistas fue demasiada tonta mi caída, como para ser olvidada por los allí presente.

Él también sonríe.  Siento el peso de una mirada y es Ben, quien aun sigue hablando, así que me conpongo.     

— Ahora todo tiene sentido—dice en voz baja Alejandro.   

¿Cómo?—me intriga.  

— Tu amiga  no es quien dice ser.        

—¡Ay! Por favor, ¿estás despechado o algo así? O, ¿te sorprendió saber que estuvo enamorada de mi novio?—sueno algo arrogante.    

—Bueno, en realidad hay algo que tengo que decirte...        

—Entonces, ¿ se aclaró si soy un desgraciado o no?—llega Ben, sarcástico, nunca lo vi así.  

    — Bueno, ahora regresaste, ¿quién mejor que tú para aclararlo?—lo provoca Alejandro.      

También sonó sarcástico, no sé hasta donde realmente le importa Nathy, o si le molesta que Ben interrumpiera nuestro mini-diálogo.

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⏰ Última actualización: Nov 06, 2022 ⏰

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