Capítulo 3: Primer Año

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Una melena castaña enredada navegaba por el gran Lago Negro, estaba demasiado asombrada ante el imponente castillo cómo para preocuparse por caerse al agua. Había leído que un gran monstruo vivía ahí, no parecía un lugar seguro, pero olvidó todo aquello cuando levantó la vista, el majestuoso castillo calló todos sus pensamientos. La noche despejada permitía a la luna iluminar las torres y almenas, las luces brillantes de las ventanas se reflejaban en el lago dándole un aspecto acogedor. Era más grande de lo que imaginaba.

Cerca de ella viajaban los chicos que había conocido en el Expreso buscando a Trevor, el sapo de Neville, con quien compartía compartimento, Harry Potter y Ron Whiskas o algo así, no la había causado buena impresión. En una de las barcas de atrás viajaba un chico rubio, excesivamente peinado junto a una chica seria de larga melena oscura como la noche, igual de impresionada que Hermione, pero sin querer demostrarlo.

Hagrid, quién se convertiría en una de las personas más importantes para los futuros amigos, los guio hasta una gran puerta, pidiéndolos que esperaran en aquellas escaleras a que los avisaran. Hermione se había quedado muda durante todo el trayecto, cosa que no cuadraba en ella, hubiera ido contando curiosidades del castillo al grupo, pero junto al asombro llegó la timidez y los nervios. Sabía que ahora el Sombrero Seleccionador los colocaría en una de las cuatro casas de Hogwarts dependiendo de sus atributos. ¿En qué destacaba Hermione? ¿Valentía u honestidad? ¿Curiosidad o astucia? Tenía muchas cualidades, pero ahora dudaba hasta de su apellido.

Una voz chirriante cortó el hilo de sus pensamientos por segunda vez esa noche.

— Parece que es cierto lo que se decía en el tren. Harry Potter ha venido a Hogwarts — un montón de murmullos se extendieron entre todos los alumnos de primero. Hermione curiosa divisó el pelo de Ron y se encaminó hacia allí.

— Éstos son Blaise y Pansy — el dueño de la voz estaba apoyado sobre la barandilla de la escalera, haciéndose notar pese a su baja estatura. Hermione estuvo a punto de reírse, si su abuela estuviera allí diría que una vaca le había lamido el pelo hacia atrás —. Yo soy Malfoy, — dijo el chico poniéndose frente a Harry — Draco Malfoy — recalcó.

Una risa ahogada sonó al lado de Hermione que puso los ojos en blanco, ¿en serio Whiskas?

— ¿Mi nombre te hace gracia? No necesito preguntarte el tuyo. Pelirrojo y túnica de segunda mano, debes de ser un Weasley — dijo siseando Malfoy. "Eso, Weasley" se corrigió en su mente. Blaise y Pansy rieron el comentario de su amigo. Hermione puso una mueca y la mirada de Malfoy se dirigió hacia ella.

— ¿Y tú quién eres? — Hermione hubiera dado su magia en aquel momento por pasar desapercibida. Todas las miradas se centraron en ella, quemándola. Se regañó a sí misma por sentir vergüenza en aquel momento, se armó de valor y alzó la mirada encontrándose con la de Pansy, altiva. Aquellos ojos verdes la traspasaron como nadie lo había hecho, sabía que acababa de leer su miedo, haciendo que la confianza que acababa de reunir se evaporara ante ella. Volvió a agachar la cabeza.

— Es Hermione Granger — se pronunció por fin Harry. Miró a los dos chicos que la sonreían con amabilidad, sonrió de vuelta y alzó de nuevo la vista confrontando a los futuros Slytherin.

— Ah, ya veo, una sangre sucia — dijo Malfoy volviéndose a centrar en Harry.

Seguía hablando, pero Hermione había dejado de escuchar, todo se volvió un murmullo y sus oídos comenzaron a pitar, creía que se estaba mareando. Había leído sobre aquello también, era una palabra despectiva para referirse a personas descendientes de unos padres no mágicos. Creyó que aquello era algo anticuado, que nadie usaba, pensó que en Hogwarts encontraría su sitio, que nunca más sería alguien extraño.

Voy a quedarme a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora