Capítulo 9: Segundo año

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Los días de aquel verano se le hicieron eternos a Hermione, parecía que el sol aguantaba todo lo que podía en el cielo agregando minutos al tiempo. "Ojalá hubiera un hechizo que te hiciera avanzar más rápido" pensaba cada día la leona cuando por fin lo veía ocultarse. Echaba de menos Hogwarts y a sus amigos. Escribió varias veces a Harry y Ron, pero solo el pelirrojo contestaba, su preocupación por su mejor amigo aumentaba con cada carta que no llegaba. Pudo respirar tranquila cuando al final de verano Ron le escribió tranquilizándola, al parecer había habido un error en la casa de los Potter y las cartas no llegaban a su destino, el Ministerio ya estaba solucionándolo.

El día que se reencontró con ellos en el abarrotado Callejón Diagon fue como si un montón de ranas de chocolate saltaran dentro de ella.

— ¡Harry! ­— gritó al verlo desde las escaleras de Gringotts, aunque para ser sinceros a quién vio fue a Hagrid que acompañaba a su amigo. Se acercó rápida a ellos — ¿Qué les ha pasado a tus gafas Harry? Hola Hagrid — saludó también Hermione cogiendo aire —, cómo me alegro de volver a veros — ambos la devolvieron el saludo cuando fueron interrumpidos.

— Hijo perdóname — James Potter apretó el hombro de Harry —, acabo de salir de la reunión sobre lo del correo en el Ministerio, pensé que tardaría menos, ¿dónde está tu madre? ¿No venías con ella? — James por fin se fijó en que no estaban solos ­— Hagrid, que bueno verte — dijo James al notar al semigigante, algo que no era muy difícil — y tú debes ser Hermione — sonrió James colocándose las gafas en un gesto parecido al que hacía Harry.

— Encantada de conocerle señor Potter — dijo Hermione tendiéndole la mano.

— Encantado estoy yo de conocer a la mejor bruja de la generación, te llevarías bien con Lily.

— Hablando de Mamá, debe estar por aquí — dijo Harry —, pronuncié mal el nombre del Callejón y acabé en el Callejón Knockturn, menos mal que Hagrid estaba por allí.

— ¡Harry! — se oyó entre la multitud mientras James agradecía a Hagrid haber sacado a su hijo de allí. Lily Potter apareció junto a todos los Weasley. Lily saludó a todos los presentes mientras Harry hacía lo mismo con los Weasley.

— Así que tú eres Hermione Granger — dijo Lily con una tierna sonrisa cuando llegó su turno en la larga cadena de saludos —, Harry ha estado hablando todo el verano de ti y de Ron. ¿Y tus padres?

Hermione les explicó que la esperaban en el Banco cambiando libras por doblones, todos decidieron dirigirse hacia allí, excepto Hagrid que debía continuar con sus recados, para poder empezar las compras de todo lo que necesitaban.

***

Pronto llegó el día de coger el Expreso de Hogwarts. Hermione se despidió con cariño de sus padres y entró sin esperar a sus amigos para poder ocupar un compartimento vacío. Ginny no tardó en unirse a ella, cosa que sorprendió a Hermione, ella no solía hacer muchos amigos y le agradaba la pequeña Weasley, quién no tardó en empezar una conversación con ella.

El tren partió y sus amigos no aparecieron. Ginny la tranquilizó asegurándola que estarían en otro vagón. Conversaban sobre las casas de Hogwarts, debido a la preocupación de Ginny sobre en cuál la pondría el Sombrero Seleccionador, cuando una melena rubia casi blanca llamó a la puerta. Entró haciendo caso a un gesto de Hermione. Al parecer había llegado tarde y no encontraba hueco, por lo que ambas chicas la acogieron allí. Aquel fue el momento en que Hermione conoció a Luna Lovegood, su primera impresión fue aterradora, aquella chica vivía prácticamente en un mundo inventado, al contrario que ella que basaba su vida en los datos que sacaba de los libros, sin embargo, Ginny parecía disfrutar de las locuras que decía.

Voy a quedarme a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora