Capítulo 4: Que empiece el juego

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Hermione

Una pequeña explosión apareció en la cara de Hermione sacándola de su ensoñación. Al entrar los nuevos alumnos de primero al Gran Comedor se había perdido por completo en sus recuerdos de primer curso. Se sumergió en las sensaciones que la invadían la primera vez que la llamaron sangre sucia, la primera vez que Draco la llamó de aquella manera. Cómo sus esperanzas de que Hogwarts fuera la oportunidad de encajar se volatilizaron ante aquella Hermione de once años, como pensó que también le arrebatarían la oportunidad que se le negó en su colegio de siempre, la de no estar sola. Si no hubiera sido por McGonagall (agradecía que la siguiera cuidando tanto como el primer día), probablemente hubiera acabado en otra casa, la fuerza que su profesora la transmitió con una mirada cálida y sus palabras fueron determinantes para que su fuerza interior floreciera convirtiéndola en la valiente Gryffindor que era ahora. Valiente cuando no la explotaban hechizos en la cara.

— ¡Por Circe! — exclamó Hermione dando un bote en su asiento del susto de la explosión. Varios alumnos se habían girado hacia la mesa de los leones creyendo que Seamus había sido el culpable, él levantaba las manos como si jamás hubiera estallado nada mientras que Ginny, enfrente de ella, guardaba su varita.

— Listo chicos, la he traído de vuelta — Hermione la dirigió una mirada furiosa notando como las miradas se volvían hacia ellas.

— Podías haber chasqueado los dedos sin más Ginny — sonrió Harry. Los alumnos volvieron a sus asuntos al ver que había sido un susto momentáneo.

— No hubiera sido divertido — contestó la pelirroja sonriente.

— Fred y George estarían orgullosos — comentó Ron.

— Hermione ya que nos prestas de nuevo atención... Hablábamos de la cantidad de alumnos nuevos que este año han ido a parar a Hufflepuff — dijo Harry.

— ¿Ya han asignado a todos los alumnos? Juraría que solo me distraje dos minutos — comentó Hermione. McGonagall retiró al Sombrero Seleccionador mientras Dumbledore se levantaba de su silla, provocando que un respetuoso silencio se expandiera por el Gran Comedor.

— Por fin, me muero de hambre — dijo Ron en susurros, Ginny le dio una patada por debajo de la mesa.

— Siempre pensando en comer — se burló su hermana.

— Chicos, basta — regañó Hermione. Ginny frunció el ceño a su mejor amiga.

— Bienvenidos a Hogwarts un año más mis queridos alumnos — comenzó el director haciéndose sonar por toda la estancia, a Hermione le encantaba el respeto y cercanía que emanaba del director, no le hacía falta hechizar su voz para que se le prestara atención —. Espero que, de nuevo, este maravilloso colegio se convierta en vuestro hogar. Estoy seguro de que este año aprenderéis y disfrutareis a partes iguales, es lo máximo que os pido a cada uno de vosotros. Antes de comenzar con el exquisito banquete de bienvenida debo comentar algunos puntos. Primero, quiero darle una cálida bienvenida a Horace Slughorn, vuestro nuevo profesor de Pociones — un silencio atronador se impuso en el Gran Comedor antes de que los alumnos estallaran en aplausos, todos menos los de primero y los Slytherin.

— Que afectuosa acogida — Slughorn se levantó irguiéndose orgulloso de ser recibido así —. Espero estar a la altura de vuestras expectativas — Slughorn asintió al director dándole paso a continuar con el discurso.

— Como consecuencia el profesor Severus Snape acogerá el cargo de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras — Snape no se levantó, se limitó a mantener fija la mirada en la mesa de Slytherin que fue la única que vitoreó el nuevo cargo de su jefe de casa.

Voy a quedarme a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora