Capítulo 2: Magdalenas con pepitas chispeantes

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Pansy

— ¿Has machacado a la leona? — preguntó el mejor amigo de Pansy.

— Más bien la he dejado sin palabras — contestó ella sonriendo con algo de malicia.

Draco estaba apoyado en la pared contigua de la tienda, tenía un pie pisando la pared, los brazos cruzados y algún mechón rebelde de pelo en la frente, Pansy se sorprendía de lo guapo que era y del nulo interés que mostraba él hacías las miradas de las chicas. Al acercarse Draco cogió del brazo a Pansy y empezaron a pasear por el callejón Diagon.

Ambos estaban pasando el final de las vacaciones juntos, se quedaban en la mansión de los Malfoy ya que el año pasado tocó en la de los Parkinson. Pansy adoraba a Narcisa, la madre de Draco, pero no sentía ninguna conexión con su padre, por suerte Draco se había distanciado de él con respecto a los primeros años que pasaron en Hogwarts, daba gracias de que su amigo hubiera empezado a tener opinión propia; así que Lucius no los hacía mucho caso.

Blaise y Theo también estaban con ellos, pero habían decidido pasar los últimos dos días con sus padres. Pansy prefirió quedarse, Draco era como su hermano y adoraba pasar tiempo con él.

Tenían poco que comprar, algunos libros de última hora, unas cuantas plumas y tinteros. Lo demás lo tenían todo preparado. Caminaban hacia la tienda de Artículos de calidad para el Quidditch porque Draco quería comprarse un libro sobre buscadores: Atrapa la Snitch, (estaba decidido a confrontar a Potter como buscador hasta el final) cuando se fijó en unos zapatos del escaparate de Madame Malkin y como buen presumido quiso entrar.

Pansy al pasear por la tienda vio a Hermione y no dudo en acercarse a molestar un poco, cuando se fijó en la pulsera que sostenía, la broma que llevaba preparada se la esfumó de los labios. Era muy bonita, dirigió la mirada al estante donde estaban encontrándose con una parecida, de plata y con una luna, la gustó tanto que pensó que se decidió a comprarla. Cuando oyó a Hermione decir que era preciosa, una contestación sincera se la escapó como si estuvieran manteniendo una conversación, sorprendiéndola más a ella que a Hermione.

Mientras la leona fulminaba a su amigo al alejarse de ellas se dedicó a observarla. Había crecido con respecto al año pasado, estilizándose, llegando su frente a la altura de los labios de Pansy. Su melena ondulada no presentaba enredos y brillaba aclarando su color. Se fijó en sus ojos, pero apartó la mirada, no la interesaba leerlos. Después de aconsejarla sobre que collar debía escoger se alejó hacia el mostrador y sin saber muy bien por qué la pulsera adornaba ahora su muñeca.

Llegaron a la tienda de quidditch, Pansy seguía a Draco sin prestar mucha atención a los artículos que vendían, no la interesaba mucho el deporte. Su mente volvió a la tienda. Los años de Pansy en Hogwarts habían estado ligados desde el primer día a Hermione. Aunque Pansy había enterrado el hacha con ella desde hacía mucho nunca había tenido la oportunidad de hablarla. Mantenían las distancias, por eso se regañó a sí misma, aquel comentario le salió del alma. Esa espontaneidad le salía solo con sus amigos. ¿Por qué se había relajado con Hermione? La molestaba de sobremanera haber bajado la guardia y más con una leona, que no era cualquiera.

— Pansy, ¿me estás escuchando? — decía Draco moviendo la mano ante el rostro de su amiga. Pansy parpadeó y la leona se alejó de sus pensamientos.

— No, perdona.

— Granger te ha descolocado eh — bromeó su amigo. Aunque para ella no era una broma. Draco al ver que su amiga no respondía, levantó una ceja, se acercó a ella y pasó un brazo por su hombro, se cambió la bolsa de mano y la revolvió el pelo ganándose un insulto por su parte.

Voy a quedarme a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora