No sabía que decirle en ese momento. Nunca me había sucedido algo como esto. No sé si era real o solo estaba bromeando conmigo. Ya que en un principio me trató de la patada, y ahora me decía de que quería besarme. Solo soy una insignificante chica. Nada parecida a las chicas que el suele tratar seguramente. Las chicas altas y rubia, con tetas enormes, esas que se pegan al cuerpo. Como perras en celo.
Aparte de eso estaba el hecho de que no me estaba diciendo la verdad. Los extraños sucesos que estaban ocurriendo en este lugar. Ese extraño grimorio que conseguí. Los dos accidentes que tuvieron acabo cerca de aquí y que nos dejaron muy mal parados a mí y mis compañeros. Sé que no soy nadie para juzgar. Pero no hay nada más interesante que un misterio por resolver. Y este hombre era todo un Enigma.
— No bromees conmigo. — Le dije. —. Has demostrado desde un principio que no me toleras. Créeme tú tampoco eres santo de mi devoción. No sé qué está pasando. Pero... Creo que sería mejor que dejáramos las cosas como estaban.
Me miró como si no comprendiera lo que le decía.
— No quiero que mal intérpretes mis palabras, pero créeme. Es mejor dejarlo así. —. Voltee la vista para mirar hacia otro lado. —. Somos muy diferente. Y además yo dentro de poco volveré a Estados Unidos. Tu eres un príncipe que tiene que seguir con su deber aquí. Solo hay que comportarnos como si no hubiese pasado nada su majestad.
— Así qué quieres dejarlo así. —. Dijo enojado.
— Si. —. Dije mientras asentía con la cabeza.
— Muy bien señorita Davis. —. Dijo con voz sería, mientras se dirigía a la salida. —. Como usted lo desee. Ahora me retiro. Tengo que organizar lo que viene para el festival de las flores. Espero que pase buena noche.
Y seguido de eso cerró la puerta con fuerza, haciendo que me sobresaltara en la cama. Senti un nudo en la garganta y una presión en el pecho, como esas típicas sensaciones que uno tiene al perder algo. No sabía porque me sentía así. Puse mi mano encima de mi acelerado corazón. ¿Que más quería que le dijera?
Como era previsto la lluvia se había echo presente. Ya la veíamos venir. Pero... No sabía que sentir o pensar de esto. Él quería algo de mi. Pero no era sincero. Aja y dado al caso que lo fuera. ¿Yo estaría preparada para eso? Para que me dijera que era... Algo diferente.Menee la cabeza con fuerza. Calma, Katherine. No hagas conclusiones tontas. La puerta se abrió de golpe y al alzar la vista, vi a Dylan entrando con una carpeta en manos y una gran sonrisa.
— Adivina. —. Dijo meneando la carpeta que tenía en manos.
Puse los ojos en blanco.
No estaba para adivinanzas.— No lo sé. —. Dije.
— Estás viendo a uno de los organizadores del festival. —. Dijo viendo cómo abría la boca.
— ¿Cómo?
Se acercó a mi lado y me paso la carpeta.
— La verdad no fue muy difícil. —. Dijo sentándose en el sofá. —. Tuve que convencer a Damián que me dejara participar. Al principio estaba dudoso. Pero por fin lo conseguí.
Vaya. Cuando Dylan se propia algo. Era muy raro que no lo logrará realizar.
— Aparte me conseguí a Velkan en el pasillo. —. Dijo haciendo que mis ojos viajarán a él. —. Le comenté y no tuvo problemas. De echo quieren que mañana mismo este con ellos organizando todo.
Mmm...
Quizás él...— ¿Sabes si... Iba enojado? —. Le pregunté.
Este frunció el ceño.
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El legado del príncipe oscuro Libro 1 (En Redacción)
Mystery / ThrillerKatherine Davis, una talentosa fotógrafa y periodista, trabaja junto a su hermana en una de las revistas más prestigiosas de Nueva York. En busca de oportunidades para avanzar en su carrera, decide viajar a Rumania, específicamente a Transilvania, p...