XL

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—¡Kira!, ¿donde estabas? — Apenas escucho, me giro encontrando a Dagny.

—En el sanitario. —Miento intentando dejar solo para mi lo que acaba de ocurrir en ese salón.

—No sabes quién acaba de bailar conmigo.— Destaca ella emocionada.

—No, ¿quién?

—Klas Fisker. — Ella deja escapar un suspiro que me deja estupefacta.

—¿Quién es? Y ¿donde esta? — Consulto intrigada.

—Ahora mismo baila con Vilma. — Su tono de voz se transforma de alegre a melancólica.

Sin esperar recorro la pista de baile con mis ojos hasta dar con Vilma que gira alegre con un joven de alta estatura y rostro agradable a simple vista.

—Es guapo. — Me atrevo a decir.

—Mis padres conocen a los suyos que afortunadamente para mi esta buscando esposa.

—Ay Dagny. — Una especie de alegría irracional me invade.

Sin conocerlo me siento totalmente agradecida que ese joven tenga la oportunidad de llenar de esperanza el corazón de mi confidente. Así que le doy un gran abrazo antes de hablarle al odio.

—Definitivamente ese hombre va a enamorase de ti

—¿Tu crees?

—Pero claro que si, y si no lo hace es porque es un estúpido.

—Seguro que si jajajaja

Tomo la mano de mi amiga y comenzamos a acercarnos lentamente hasta llegar lo más próximo al señor que baila con Vilma.

—Miralo Kira. — Señala Dagny.

—Es tan guapo.

—Aun no le conoces, tienes que ir lento. —Le aconsejo.

—Lo sé, pero es que el solo mirarle me tiene embobada.

El baile finaliza y a lo lejos puedo ver al señor Kjeldsen, apegado a mi padre que animado sonríe de oreja a oreja.

—Yo creo que serán unos dos bailes más y esto habrá terminado, no podré terminar de agradecerle al señor Von Tier, que hiciera tan grandioso evento donde pude conocer al señor Fisker.

—De seguro debe haberse dado cuenta de tu agradecimiento.

—Señorita Utzon... — Escuchamos una suave voz varonil a nuestra espalda que nos hace girarnos.

—Señor Fisker — Responde apenas Dagny.

—Buenas noches, yo... — Digo intentando que mi confidente vuelva en si.

—Ah, si ella es la señorita Blixen, mi marido — Las mejillas de Dagny toman un color carmín mientras intento no reír.

—No soy su marido, soy su amiga. — Me inclino brevemente mientras el joven asiente con una sonrisa.

—¿Me permite el honor de la siguiente pieza? — Ella no contesta nada e intento nuevamente sacarla de su trance pero parece ida.

—¿Si?

—Si, ella dice esta encantada. — Me apresuro a contestarle al señor que alegre se retira.

—Reacciona. — Digo apenas este se ha ido.

—No sé, ¿que me pasa?

—Tienes que calmarte, parece que te habías quedado muda.

—¡Un segundo baile Kira! — Festeja ella emocionada.

DAEMONIUM. El Alma de Dios será míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora