XLIX

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Paso lo que queda del día encerrada en mi cuarto a ratos me quedo como estatua en el balcón a que suceda algo, pero nada pasa, a veces el viento resopla y mueve las hojas de los arboles, los pájaros vuelan pero ni rastro de lo que ansió.

«No puedes abandonarme. » Resuena en mi cabeza.

—Señorita, debe bajar él señor Kjeldsen, a llegado. — Me dice Caryn.

—Enseguida voy.

Desciendo lentamente y así como todos los demás días juego un rol sin sentido en la mesa donde solo sonrió falsamente hasta que él señor vuelve a marcharse para evidentemente volver mañana.

—Solo faltan un día señorita, ¿no esta emocionada? — Me consulta mi futuro.

—Por su puesto. — Respondo enviando una amplia sonrisa al rostro de mi madre.

—De seguro se vera preciosa.

—Pero claro que si, señor. — Responde mi madre.

Finalizada la visita y habiéndome despedido de todos procedo a subir los escalones hasta que escucho la voz de mi madre.

—Te felicito, por fin creo que llegas a entender lo que este enlace significa para nuestra familia hija. — Doy una pequeña reverencia y continuo subiendo.

Dentro de mi habitación solo puedo quitarme la ropa, deslizar un camisón e intentar dormir. «Un día. »

Mi último día llega y desde temprano aparece Igna, mi madre y Caryn para despertarme y probarme el vestido. Sin animo accedo a todas sus peticiones mientras mi estomago se aprieta de tan solo pensar que mañana es el día. Mi madre se emociona, Igna por otro lado también parece emocionada más mi rostro parece el de una roca.

—Se ve perfecta. — Festeja mi madre.

—Claro que si señora. — Continua Igna.

Espero internamente un comentario acido de parte de Caryn, pero al verla por el espejo parece deslumbrada. La prueba finaliza y mientras mi madre y Caryn se van del lugar Igna, se queda guardando nuevamente el vestido.

—Te ves linda.

—Si, lo sé.

—¿Que pasa?

—Nada, solo estoy cansada.

—Descansa, te traeré algún postre de la cocina.

—No, no es necesario, no creo que pueda comer sin querer vomitar. — Digo antes de salir al balcón.

Cuando escucho que la puerta cerrarse me tiro sobre el suelo y miro plácidamente el cielo azul, los pájaros volar y solo puedo pensar en como me gustaría ser un ave y poder volar sin impedimento hasta donde yo quisiera. Algunas lagrimas ruedan alrededor de mis mejillas hasta que de pronto escucho la campanilla de las visitas. Me levanto solo un poco y ahí esta, la calesa de Von Tier, mi corazón se agolpa en mi pecho.

«Mio, mi...» Me paro rápidamente y corro por las escaleras hasta llegar al primer piso donde soy la primera en salir y ver ese rostro que por tantos días añore con desesperación.

—Señor. — Digo apenas verle.

—Señorita. — Estoy casi a punto de llorar pero él rápidamente extiende su mano tomando la mia.

Apenas alcanzar su toque nos vemos en la obligación de separarnos puesto que mi madre y Caryn hacen aparición.

—Señora Blixen.

DAEMONIUM. El Alma de Dios será míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora