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Un inesperado valor recorre mi cuerpo al oírlo expresarse de esa manera del hombre que amo y no puedo permitirlo, me niego a aceptar que un hombre como él sea mi esposo. «Si no es con Aksel, no sera con nadie más. »

—Perdone usted, pero le recuerdo que él día del compromiso jamás lo acepte, es más, usted dijo que no me sintiera obligada a contestarle pero ahora si me veo en la imperiosa necesidad de hacerlo y mi respuesta es no.

—Jajaja ¿y por que no? — Pregunta él en tono burlón como si mis palabras le importaran menos que las piedras.

—¿Ha estado enamorado alguna vez? — Él se ríe en mi rostro otra vez.

—¿Que le pasa señorita? — Siento el cólera inundar mi sistema a cada palabra que abandona su boca.

—Jamás, nunca me casare con usted. — Digo decidida e incentivada por la molestia.

—¿Y con Aksel, si? — Interroga él sin apartar la sonrisa de su rostro socarrón.

—No voy a caer en sus intentos por hacerme perder la calma. —Me apresuro a contestar.

—¿Usted cree que su madre va a permitirlo?, sabe que con una palabra mia usted sería enviada a un convento o peor, encerrada de por vida en su habitación hasta que vea su vida pasar frente a sus ojos sin poder hacer nada.

—Que así sea entonces, pero creame cuando le digo que nunca, nunca lo amare, jamás me rendiré y usted no va a intimidarme más, por que no tengo miedo ni siquiera de los castigos de mi madre. — «Aksel tiene razón, él no es bueno. »

Inesperadamente él señor toma mi brazo con fuerza hasta acercar su rostro muy cerca del mio.

—La reto a decir esto frente a su madre con la misma valentía y sin que su voz se quiebre. — Me amenaza al tiempo que con fuerza jalo mi brazo para librarme de su agarre.

Me giro de inmediato y comienzo a caminar firme hacia la tienda seguida de cerca por él señor que va unos pasos más atrás. « Se fuerte Kira, se fuerte, Aksel, me ama y yo también. » Me repito una y otra vez hasta sentirme menos temerosa. Al entrar en la tienda no veo a mi madre por ni un solo lugar hasta que aparece Joen.

—Vamos, dígalo. — Me reta él señor Kjeldsen, delante de Joen, que lo mira extrañado

—¿Que es lo que ocurre? — Pregunta él mientras inspiro profundamente antes de hablar.

—No quiero casarme con este señor. — Mi hermano me toma por el brazo de inmediato.

—Perdónela señor Kjeldsen, no sabe lo que dice, ahora tu, ven para acá. — Joen vuelve a tomar mi brazo firmemente al tiempo que puedo ver como él señor se mofa de mi.

—Pero Joen, tu no entiendes. — Me quejo.

Este me lleva hacia el interior de la tienda donde los rollos de tela se acumulan y el olor a especias me inunda la nariz.

—¿Has perdido el juicio?, ¿que habrías hecho si madre te escucha hablar así?, te habría vuelto a encerrar y no sin antes darte la tundra de tu vida. — Pestañeo en repetidas ocasiones ante sus palabras.

—¿No vas a decirle a madre?

—Claro que no, que crea que si le dije me da lo mismo pero Kira, no puedes decirle eso. — Me inunda el alivio mientras que me abalanzo sobre mi hermano en un abrazo lleno de tranquilidad.

—Oh Joen, gracias.

—¿Kira, estas enamorada de alguien más?

—Si. — Admito sin pudor.

DAEMONIUM. El Alma de Dios será míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora