02.

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Katsuki estaba estresado, pero tranquilo porque sabía que después podía quitarse ese fastidio, se recostó en su silla justo en el momento en que la puerta de su oficina se abrió dejando entrar a su secretaria.
Sonrió de medio lado al ver la ajustada ropa que tenía, sus grandes pechos parecían casi explotar entre su ajustado escote.

—Señor Bakugou, le traigo su almuerzo. —ella dijo mientras empujaba un carrito con bandejas encima, el rubio solo le dió un vistazo de arriba abajo, no era exactamente su gusto pero no estaba mal.

—Solo dígame Katsuki. —el rubio ronroneó con voz suave viendo como la secretaria solo se sonrojaba visiblemente.

El ambiente se rompió con el sonido del celular en el escritorio del alfa, era su teléfono personal y el nombre de "Deku" aparecía en el, arrugó el entrecejo extrañado, sabía que el pecoso nunca lo llamaba a esa hora del día. Refunfuñó tomando el apartado pensando en si contestar o no, pero al final terminó por hacerlo.

—¿Qué quieres? —gruñó al apartado tratando de hacer que el pecoso fuera directamente al grano para cortar la llamada pronto y volver a lo suyo.

—¿Es usted el señor Bakugou? —rápidamente el rostro molesto pasó a uno confundido y sorprendido, pues no era la dulce voz del Omega quien hablaba, era la voz de un hombre desconocido.

—Sí soy yo, ¿Se puede saber quién mierda es usted y por qué carga el celular de mi esposo? —la voz de Katsuki estaba cargada de rabia, un sentimiento posesivo surgió desde su pecho al pensar que su Omega, por ley y derecho, estaba con alguien.

—Le hablo desde el hospital central, lamento informarle que la enfermedad de su esposo avanzó más rápido de lo esperado y lamentablemente acaba de fallecer. —los ojos de Katsuki se abrieron con sorpresa y desconcierto, pudo jurar que su mundo se detuvo por completo.

—¿Q-qué…? —Todo se vino abajo.

(...)

Katsuki corrió lo más rápido que pudo por los pasillos blancos del enorme hospital, le había pedido, gritado, a la recepcionista la dirección en donde se encontraba el pecoso. Juraba que era un mal sueño, una pesadilla, eso no estaba ocurriendo, seguro que era una broma o el doctor le había dado mal la información.

Al doblar una esquina pudo ver algo que solo le confirmó lo que estaba ocurriendo, sus padres estaban allí, Masaru llorando en silencio, Mitsuki tenía un rostro neutral y miraba al suelo como si fuera lo más interesante del mundo. Su hijo menor lloraba con fuerza mientras abrazaba a su abuela de cabellos verdes quien también estaba llorando desconsoladamente.

Mahoro tenía una expresión indescriptible, pero lágrimas tras lágrimas caían de sus mejillas a su ropa. Katsuki sintió como el aire de sus pulmones se iban por completo, caminó lentamente hacia ellos sin saber qué decir o hacer, pero aparentemente su presencia fue descubierta cuando Mahoro se levantó de su puesto y caminó hacia el con un rostro lleno de dolor e ira.

—¿¡Tú qué estás haciendo aquí!? —semejante gritó hizo que los demás se giraran hacia el, los mayores solo miraron desconcertados y Katsuki supo que estaba más que en problemas—. ¡Lárgate, vete de aquí! ¡Todo esto es tu culpa!

Ella exclamó con la voz rota, caminando con más rapidez hacia el rubio y con obvia intención de tirarse encima suyo para golpearlo o algo, pero Mitsuki la agarró por atrás para detenerla, aunque eso no evitó que Mahoro se revolviera con fuerza gritando maldiciones.

—¡Desgraciado, todo es tu culpa! ¡Mamá ya no está por tu maldita culpa! —mientras Mahoro más gritaba menos entendía Katsuki, el no tenía ni idea de lo que pasó o lo que pasaba, solo miró con sorpresa como su hija mayor se volvía histérica y su madre Mitsuki trataba de calmarla.

Rebobinar. (Katsudeku./Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora