Capítulo 15. El juego del siglo

122 49 45
                                    

Así que la sombra, no era una sombra ni tampoco era una imaginación de mi mente.

Si no todo lo contrario la sombra es un algo de cuatro patas.

Suelto un suspiro y vuelvo a mirar a la cosita que no deja de mover su colita.

—Con que esta cosita tan pequeña y bonita fue lo que me espanto. —le hablo mientras lo tomo en brazos a lo que él responde con un pequeño ladrido y a cambio le muestro una sonrisa.

Avanzo con el pequeño animal en brazos hacia el portón, me detengo antes de entrar y me quedo con él unos minutos los cuales aprovecho para revisarlo de pies a cabeza y así poder comprobar si no tiene alguna herida, quemadura o lesión. No soy veterinaria ni nada por el estilo, pero algo he aprendido de mi tío Edel cuando viene a revisar a káiser cada que se enferma o tiene alguna anomalía.

Mamá ama mucho a káiser y cuando se pone mal, rápido recurre a mi tío Edel.

Termino de revisarlo y afectivamente gracias a dios no tiene nada de anomalías solo que esta des trasijado debido a que no ha comido ni ha tomado agua en días.

—Creo que te quedaras aquí en la casa. —le hablo, pero él no me presta atención por estar jugando con mi mano—. Así que mi abuelita te tiene que conocer, sé que la idea no le agradara mucho, pero si apareciste por aquí es por algo.

Finalmente deja de jugar con mi mano para después acostarse boca arriba en el piso y comenzar a rodar de aquí para haya.

Sonrió al ver tan tierna escena.

Tomo una exhalación profunda y hago lo que tenía que hacer desde hace unos segundos.

—¡Abuelita! —grito fuertemente para llamar su atención y hacer que salga de donde sea que está metida, pasan varios minutos y ella no aparece, comienzo a impacientarme y vuelvo a repetir la acción. —¡Abuelita!

Dejo de gritar y regreso de nuevo mi vista ahora en el animalito que por lo visto se ha robado toda mi atención el día de hoy.

Suelto una risita más sin poder evitarlo haciendo que me olvide de mi abuelita.

—¿Qué paso Belén? —espeta mi abuelita asustada- ¿Por qué esos gritos?

La miro sonriente sobre mi hombro.

Espero que no se enoje.

—Tranquila no pasó nada. —le respondo con calma para que no se altere.

La escucho soltar un bufido.

Ok. Ahora si ya se enojó.

¡Virgen de la macarena agárrame confesada!

—Pues si no pasó nada, entonces deja de asustarme y de pegar gritos como loca, la gente que te escuche pensara que te están pegando. —vocifera mi abuelita en un tono enojado.

Ruedo los ojos.

—Tú siempre preocupándote por el qué dirán. Pero ok. Entendido. —calmo mi humor y cedo, no quiero crear una pelea ahora mismo—. Pero yo solo te hablé para que vinieras a ver esto. —comento ahora con alegría al tiempo que me levanto del suelo y le muestro al animalito que sostengo en manos.

Ella retira su mirada de mí para enfocar su vista ahora en el cachorro que tengo cargando.

Con el ceño fruncido y brazos cruzados mi abuelita se acerca a mí para poder mirar bien al cachorro, entonces algo cambia en sus facciones, su gesto se suaviza, su ceño fruncido se borra al igual que sus brazos cruzados se deshacen y ahora su mirada es de sorpresa, curiosidad y asombro.

Verano InquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora