Capítulo 19. Detonación de Sentimientos

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¿Qué se puede esperar de la vida cuando esta te ofrece la felicidad en bandeja de plata?

¿Qué se puede esperar del futuro cuando no sabes nada de él?

Quisiera tener una respuesta ante esto, siempre es la misma pregunta que me hado desde que mi corazón comenzó a sentir, desde que supe que nosotros venimos al mundo por un propósito, por un objetivo, pero he aquí otra pregunta ¿Cuál es ese propósito que tenemos? No tengo la respuesta ante estas incógnitas pues solamente Dios tiene las respuestas ante nuestras dudas, mientras tanto lo único que nos queda es seguir viviendo, seguir caminado alrededor del mundo mientras nuestro tiempo llega.

Aprieto mi mejilla con mis dientes.

Tengo que dejar de pensar en cosas que solo empeoran mi estado de ánimo.

Reviso la hora en el reloj de mano y me frustro al ver que son las 3:30 a.m. de la madrugada casi las 4:00 a.m. Pésima hora para estar despierta, según las creencias de mis abuelitas, dicen que es la hora en la que cosas extrañas suceden, en donde el diablo sale, sin embargo, para mí en este momento, es la hora en la que no dejo de pensar en él, en sus labios sobre los míos y en lo mucho que lo extraño, en lo mucho que su esencia me hace falta, en las sonrisas que me regalaba y en esos momentos tan divertidos que pase con él en los últimos días. Suelto un suspiro, salgo de la cama y me recargo en el bordo de esta misma al tiempo que miro a mi abuelita que se está moviendo y el temor a salir sola al baño me puede por lo que termino pasando una mano por mi rostro. Los sueños que tengo en forma de pesadillas están causando estragos en mí.

-¿No vas al baño? -pregunto casi en un susurro para no despertar a Ivan y a mi papá que duerme a unos cuantos metros de la habitación y la cocina.

-No, yo ya fui antes de acostarme. -responde espantando a los zancudos en medio de la oscuridad.

-Bueno, entonces ahorita vengo. -informo buscando mis traicioneras chanclas que no recuerdo donde carajos las deje. -Llévate un foco. -dice sin dejar de trapear en el aire a los zancudos que a pesar de tener prendido el ventilador del techo aun así buscan la manera para picarnos.

Asiento ante lo que me dice mientras sigo buscando por varios segundos las chanclas debajo de la cama entre todo el triquero que tengo ahí, ante milagro no hay ratones, pero desafortunadamente, no están ahí.

Me dejo caer en el suelo dejando que mis sentaderas sienten el impacto y miro a mi abuelita con decepción.

-¿No viste donde deje las chanclas? -pregunto poniendo atención al diseño que hice en la pared de Juan Luis Lodoño Arias mejor conocido como mi esposo, pero para muchos es Maluma, mi artista favorito.

Tomo una exhalación recordando la primera vez que conocí sus canciones y su supe de su existencia.

No pierdo la esperanza de algún día ir a uno de sus conciertos, poderlo conocer en persona, poder gritar de la emoción y cantar sus canciones a todo pulmón siendo acompañada de las fans.

Suena absurdo, pero es el sueño que toda fan tiene en la vida.

Es como un sueño realizado, una meta en la vida.

El amor de un fan sobre su ídolo es lo más lindo que existe, sin llegar a sobrepasar los límites, claro. Es un amor que nace sin pensarlo, solo nace y con el paso del tiempo te das cuenta que esa persona se ha vuelto tu ídolo, tu artista favorito y sin creerlo en tu interior nace un amor de fan.

-No, pero seguro que las dejaste afuera, por donde está la camioneta. -comenta mi abuelita regresándome a la realidad.

Muevo la cabeza en afirmación y consumo cuidado de no despertar a Don bravura, abro la puerta y salgo al patio, al salir lo primero que me recibe es un leve frio que se esparce por todo el lugar para luego ver una casi es casa neblina ha comenzado a desvanecerse.

Verano InquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora