Capítulo 5. La propuesta

230 107 84
                                    

Lo observo.

Se nota ansioso.

Sé que espera una respuesta de mi parte.

Sonrió con malicia internamente.

Poso mi mirada en rostro, sin perder detalle alguno de sus facciones o gestos.

—Por supuesto que estamos bien.—le doy la respuesta que tanto esperaba.

—Ya que estamos bien…— se aclara la garganta y tarda unos segundos debatiéndose en sí seguir hablando o no, pero finalmente lo hace—. Me gustari …… No… En realidad, quisiera saber si ¿tienes tiempo o si estarás disponible en la tarde, Belén?

Se rasca la nuca, en gesto de pena. Lo sé porque puedo ver—pese a la distancia—las facciones de su rostro se encuentran nítidas de un tono carmín muy poco pronunciado.

Acción que hace qué sonría sin pena alguna.

Momento de hacerte la difícil Belencita.

Susurra mi conciencia malvada.

—Mm... No sabré decirte con exactitud si tendré tiempo o no, Raúl.

Bajo la vista para observar mi taza que ya se encuentra vacía y vuelvo a conectar mi mirada con él. Regalándole una mirada de disculpa. Cosa que él capta en seguida.

—De acuerdo Belén no te preocupes, pero si llegases a desocuparte, solo quiero que sepas que estaré aquí en el corredor.

Asiento.

Con esa sonrisa tan encantadora, sexi y hermosa que dios nuestro señor le dio, señala el lugar donde anoche ocurrió nuestro primer contacto físico.

Recuerdo como sentí esa energía tan densa cuando los dedos de nuestras manos se tocaron.

Me recorre una sensación de frialdad por todo el cuerpo, haciéndome estremecer.

Jesucristo mío aleja esos pensamientos de mí, has que se vallan de tu hija pura y casta.

Amén.

—Mira, hacemos algo no te prometo nada-capto su atención de nuevo—. Pero veré que puedo hacer, como dices tú si me desocupo algo temprano, entonces yo vendré hasta aquí y te chiflo.

María Belén que carajos crees que estás haciendo.

No sabes si el sujeto bonito y sexi que tienes enfrente a tan solo unos cuantos metros de distancia de ti llamado Raúl, puede ser un violador, un asesino, e incluso un loco demente, o yo qué sé.

Ya deja de ser tan histérica.

Quizás puede que lo sea, no lose, pero ya lo echo, echo esta y no hay vuelta atrás.

Sé que no debo tener confianza con desconocidos.

Sé que debo de andarme con cuidado.

Pero al final de cuentas él ya no es casi un desconocido.

Regreso a la realidad, urgiendo él mentó y haciendo caso omiso de mi debate mental que acabo de tener.

—Me parece perfecto, espero verte más al rato por allí. —comenta en una genuina voz de satisfacción, como si fuese una especie de alegría.

Cosa que no logro comprender del todo y termina por desconcertarme.

¿Qué se le hace tan emocionante?

—Vale, así que damos. —comento, levantándome de mi lugar.

Verano InquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora