El niño y la Elfo

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Me hallaba sentado sobre una roca, observando a la elfa practicar con su arco mientras comía un poco de carne. ¿De qué criatura? Prefiero no saberlo. El blanco al
que Yunei disparaba era muñeco de paja mal hecho y algo tenebroso, al que ella nombro "Lue 6".

—¿Y para que haces eso? —le pregunte a Yunei.

—Sencillo —me respondió ella, sin dejar de prestar atención al blanco—. A diferencia de los vagos llenos de energía mágica como tú, yo debo entrenar a diario porque poseo muy poca.

—¿Afilas la punta con magia o algo así?

—Sí y no. Manejo la magia de viento, así que lo que hago es disparar y controlar la corriente alrededor de la flecha para que dé en el blanco.

—Eso... se oye difícil.

—Y lo es, pero he practicado desde niña y ahora... —Yunei tiro la flecha hacia el cielo, pero en vez de seguir una trayectoria ascendente, la flecha dio un giro y se
clavó directamente en la cabeza de Lua—. Tan fácil como respirar.

—Si es tan fácil, ¿porque sigues practicando?

—No quiero perder la técnica. Pero este muñeco ya no sirve. Espera...

Yunei se acercó a unos arbustos y de ellos sacó a un nuevo muñeco, aún más feo que el anterior.

—¿Qué te parece? —me pregunto, sonriendo y sosteniendo a la abominación entre sus brazos, con su mejilla pegada a
la de él—. Lo llamaré… "Hill 1"

—Que graciosa. —Como no tenía nada mejor que hacer me acerque a ella y examine al muñeco—. Es feo, se parece a su dueña.

—Hice que Sarah lo hiciera.
—Yo no dije nada.

Yunei rió y coloco al muñeco justo al lado del otro.

—Haber, Hill, golpea a tu contraparte de paja con un rayo.

—No puedo hacer eso.

—¡Pero claro que puedes! Vamos, levanté vago y has lo que te digo.

—Está bien, lo intentare —respondí, resignado.

Con desgana, me levante e iba a crear un relámpago, pero en ese momento se escucharon voces provenientes del camino que venía de la ciudad. Incluso a esa
distancia podía distinguir el tono alegre y desenfadado de Sarah.

Aunque estar con ella no me molestaba, no venía sola, la cantidad de pasos indicaba que los otros dos también la acompañaban.

Regrese a la roca y tome la bolsa que había dejado sobre ella. Estaba bien,
después de todo tenía un trabajo pendiente y le había prometido a Lucil regresar un poco más temprano.

—Hill —me llamó Yunei al ver que me iba—. Aunque no lo creas, te entiendo, pero deberías darles una oportunidad, últimamente ya ni hablas con Sarah, solo conmigo.

—Sí, pero… —No sabía que responderle. En realidad no entendía porque tenía tantas ganas de marcharme cuando estaban los otros, pero me sentía relajado con
ella. Tal vez tenía razón, a lo mejor se debía a que éramos iguales.

—Lo entiendo, Hill. No te preocupes —me dijo, sonriendo—. Yo también me siento relajada cuando estas junto a mí. Pero tendrás a mas personas con quienes te
sentirás a gusto, te lo prometo.

Yunei me dio la espada y siguió con su práctica, a la vez que yo me iba hacia el bosque. El aire se sentía un poco más fresco de que costumbre, lo que indicaba que el otoño estaba cerca. Mi estancia se había prolongado demasiado, pronto debería partir para continuar con mi viaje

Theria: Historias ExtraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora