Había sido un día agotador, por suerte ella ya había acabado con todas sus tareas de la mañana, aunque aún le faltaban las reuniones de la tarde. Eso era definitivamente lo peor en ese tipo de eventos.
El torneo de Virelia.
Al menos, por ahora, podía pasear entre la multitud que se aglomeraba en la plaza, fuera del coliseo donde se llevaba a cabo las peleas. Hacer eso la reconfortaba, pues la hacía sentirse más cerca de las personas, aunque, para evitar que la reconocieran, casi siempre llevaba su rostro oculto por un viejo antifaz y una capucha que le cubría su cabello.
Ese lugar estaba lleno de aficionados o familias que iban a pasar unos días de entretenimiento. La mayoría de los concursantes no se encontraban ahí, preferían pasar ese tiempo de ocio, entre combate y combate, para entrenarse. Ella no tenía ese problema, después de tantos años incluso pensaba que sería bueno retirarse y vivir en paz con su familia.
Familia.
Esa palabra le sonaba extraña. Tenía a su padre, pero él vivía muy lejos, no tenía esposo, pero si un hijo, al que no había visitado en casi veinte años. Pero eso se debía, sobretodo, al miedo de ver al hombre de quien se había enamorado años atrás y también la duda de si la decisión que tomo en aquel entonces fue la correcta.
Ella era Nierya, uno de los cuatro dioses elementales y la tercera persona más fuerte del mundo, con el título de la sacerdotisa del agua.
-Que... Cansancio.
Murmuro ella. Pese a parecer una mujer de no más de treinta años, en realidad ella estaba a punto de cumplir los sesenta y siete. Los otros dioses también lucían más jóvenes de lo que en realidad eran, pero se debía a un elixir que incrementaba su vida, en cambio ella debía su buena apariencia a una poca de sangre elfica heredada de su abuela, a quien nunca conoció.
-¡Espe...! ¡Sarah!
-¡Lo siento mucho!
Por estar distraída pensando en sus cosas, Nierya chocó contra una niña rubia de no más de trece años. El rostro de esa pequeña le recordó a alguien, aunque no sabía precisarlo bien.
-No te preocupes, fue mi culpa por estar distraída -Tal vez fue por ese rostro extrañamente nostálgico, pero Nierya a continuación le dijo-. Es más, como medio de disculpa, ¿quieren acompañarme a comer? Yo invitó, claro.
-Eh... Yo... Hill dijo...
La niña parecía indecisa, cosa normal, pero entonces la mujer elfa que la acompañaba le respondió con calma.
-Aceptaremos con gusto, señora Nierya
Su respuesta sorprendió a Nierya. Al ver su expresión de desconcierto, la elfa señalo al suelo, donde se encontraba su antifaz tirado. Al parecer se le había caído cuando choco con la niña.
-Este... Muy bien, por aquí.
Nierya recogió rápidamente su antifaz y se lo volvió a colocar, mientras se dirigía hacia un restaurante donde ya la conocían y sabían que le gustaba permanecer anónima.
Se sentaron en una de las mesas más apartadas, sin decir nada hasta que le trajeron los platillos. Fue en ese momento cuando Nierya se quitó su antifaz y bajo su capucha, mostrando su cabellera dorada.
-¿Qué pasa? -pregunto Nierya al ver la expresión interrogante de la elfa.
-No, no es nada, solo que su rostro me pareció conocido. Pero no es de extrañar con una persona tan famosa como usted. Deje... Déjeme me presento. Mi nombre es Yunei. Y ella es Sarah.

ESTÁS LEYENDO
Theria: Historias Extra
FantasyTodos tienen un pasado. Todos tienen una historia que contar. Recopilación de historias de Theria.