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Una sonrisa iluminó su rostro al recordar la breve conversación con Louis.

"¿Te gustaría salir conmigo, omega?"

"¡Claro! ¿Dónde?"

"Donde nos conocimos. Nos vemos en tres horas, ángel."

La emoción y los nervios se entrelazaban en su interior. Estaba a punto de vivir su primera cita.



Pasó casi una hora seleccionando qué ponerse para su encuentro con el alfa. Los nervios lo invadían, sin saber cómo actuar, y el temor al rechazo pesaba enormemente en su mente.

Examinaba su décimoquinto atuendo, conformado por una camiseta común y unos pantalones holgados. No se veía mal, aunque anhelaba llorar. Por primera vez, experimentaba una ligera sensación de sentirse atractivo, no alcanzaba la perfección, pero tampoco resultaba desagradable.

Solo esperaba que a Louis le gustara.

Se miró por última vez antes de acercarse al tocador. Aplicó perfume, rizó un poco sus pestañas y se añadió brillo labial. Nunca antes se había sentido tan bien al mirarse en el espejo.

Al comprobar el tiempo en su reloj, aún le restaban cuarenta y cinco minutos para la cita. La ansiedad lo embargaba, sin tener claro cómo manejarla. Aunque, en realidad, sí lo sabía. Había leído mucho y visto demasiadas películas románticas; entendía teóricamente el amor y las citas, pero vivirlo era completamente distinto a la ficción.

Los temblores del pánico lo invadieron, pero tomó algunas respiraciones profundas para evitar que la situación empeorara.

Sentado en su cama, absorto en sus pensamientos, percibió a alguien entrar en su casa, reconociendo el olor de su hermano. Se tensó, anticipando lo peor, pero luego escuchó la puerta cerrarse nuevamente. Su hermano se había ido otra vez. Se permitió relajarse, al menos por ahora estaba a salvo.

No podía dejar atrás lo sucedido hace una semana; resultaba difícil, plagado de pesadillas diarias. Aunque era un poco más llevadero que hace unos días, hablar con Louis le había proporcionado cierto alivio.

Noches tras noches, compartían llamadas, especialmente cuando el omega se veía asaltado por pesadillas. Conversaban durante horas sobre sus vidas y otras cuestiones. Descubrió que Louis se había mudado recientemente desde Italia y era hijo único. Él, por su parte, mencionaba a su hermano, evitando las complicaciones con su familia y la falta de amigos. A pesar de todo, disfrutaban de esos momentos juntos.

Por eso, aceptó la invitación de Louis a salir. Aunque había tenido malas experiencias con desconocidos, Louis le transmitía buenas vibraciones, un sentimiento que resonaba en su corazón, respaldado por la certeza de su lobo.

No se percató del tiempo que había pasado inmerso en sus pensamientos hasta que sonó la alarma que había programado para llegar a tiempo.

Salió de casa, dirigiéndose a su primera cita.

"Carajo, suena tan bien decir "cita".

"Lo sé, omega. Estoy nervioso".

"No te preocupes, Harry. Él es el indicado, no nos hará daño".

Esta vez, optó por confiar en su lobo, porque también lo sentía.

Louis era el indicado.



Estaba perdido, sin saber qué hacer, todo parecía mal, y la frustración y tristeza lo abrumaban hasta el punto de sentir ganas de llorar.

Había mentido.

𝐴𝑚𝑎𝑟𝑦𝑙𝑙𝑖𝑠 !¡ 𝑙.𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora