Han transcurrido dos semanas.
Catorce días desde que aceptó el cortejo de Louis.
Siete días desde que oficialmente comenzó el cortejo.
Y ahora, estando solo en su habitación, es extraño creer que lo que está experimentando es real. Jamás pensó que alguien lo querría de tal manera como para proponerle ser compañeros de vida. Es una sensación extraña. Pero eso no es lo que le preocupa.
Son sus pensamientos.
Su cerebro no deja de narrar cada situación donde imagina que Louis se aleja y le rompe el corazón. Lo peor es que se cree cada palabra que resuena en su mente, clavándose en su corazón. Los recuerdos que tiene con Louis se distorsionan, creando escenarios ficticios donde el alfa lo humilla, similar a experiencias pasadas. Y lo peor de todo es que se odia a sí mismo por eso, porque sabe que Louis es todo lo contrario.
Louis sería capaz de cortarse la lengua antes de humillarlo.
Sabe que Louis es el ser más puro y sincero que conoce, y es por eso que siente que no lo merece.
Y aquí está de nuevo.
Solo.
En su habitación, con miles de pensamientos poco saludables.
A veces, se imagina qué sería de la vida de los demás si él no existiera. Lo ha pensado tantas veces y siempre llega a la misma conclusión.
A nadie le importaría.
Aunque sabe que su madre lo ama, es consciente de que su alfa ocupa un lugar prioritario en su vida. Puede que su madre llore por la pérdida de su cachorro, pero confía en que su alfa la sostendrá y la mantendrá viva. En cambio, su relación con su padre es diferente, marcada por la animosidad.
Al principio, creyó ingenuamente que su madre nunca lo olvidaría. Sin embargo, al reflexionar más detenidamente, llegó a la conclusión de que la opción uno era la más acertada. Aunque lo ame profundamente, entiende que parte del alma de su madre está ligada a la de su padre, y esa conexión lo desgarra aún más. El hecho de que su mamá siempre dependerá de él, de cierta manera, resulta desastroso. ¿Es posible que se separen con el lazo incluido? Sí, claro que sí, pero ¿vale la pena? No. Los lazos son frágiles, pueden romperse, y si no es tu verdadero destinado, nada sucederá. Aunque sus padres eran destinados, descubrieron esto cuando asistían a la misma universidad y decidieron enlazarse. Pero no siempre tu pareja destinada merece estar a tu lado.
Y maldición, su padre era un bastardo que no merecía a una omega tan especial como su madre.
Y todo se reduce a eso: entre las personas que conoce, su madre es la única que lloraría su muerte por un tiempo.
Hasta que llegó Louis. Él era especial. Después de una meticulosa observación, concluyó que eran destinados por completo, y eso lo aterraba. ¿Y si Louis quería una pareja bonita y delgada?
Comprende que tal vez se esté dejando llevar por sus inseguridades; lo sabe perfectamente porque su lobo no deja de gritarle que no ensucie el nombre de su alfa con esos pensamientos. A pesar de eso, le resulta difícil creer que alguien lo quiera sinceramente.
Tal vez a Louis le duela perderlo.
Ahí se acaba la lista; no hay más personas que pudieran llorarle, nadie más, sin amigos ni más familia, totalmente solo. Sentado en su cama, mirando hacia la nada, se odia completamente. De verdad, desearía no estar solo en estos momentos; tiene a Louis, pero no quiere molestarlo con sus problemas.
¿Y si le cuenta todo y se da cuenta de que está tan dañado y lo deja?
No, no puede permitirse eso. Quizás esté siendo egoísta, pero sabe que Louis en algún momento se dará cuenta de la basura que es y lo dejará. Así que aprovechará cada segundo con él. La verdad, eso es peor. ¿Cómo sobreviviría si el alfa lo dejara? Fácil, se muere de depresión, se tira de un puente, y solo encontrarían su cuerpo sin vida, o muchas otras opciones. En serio, ha pensado en demasiadas maneras de matarse, pero es un maldito cobarde y le da miedo hacerlo.
Otra cosa que no ha dicho es que ahora ya no es tan feo como antes. Bajó bastante de peso y eso lo tiene un poco mejor de ánimo. Después del incidente con su hermano, sus actitudes dieron un giro de 180°; ya no compartía comidas con su familia. Si ve que su hermano va a entrar a la casa, él sale; si él sale, él entra; fácil, lo evita a toda costa. Y aunque cree que él no recuerda nada, para él es mejor prevenir cualquier incidente.
Veinte kilos menos, eso decía la báscula, y estaba tan feliz que se largó a llorar casi dos horas. De pesar 85 kilos a pesar ahora 65 kilos; sigue estando con sobrepeso, pero es un avance.
Este último mes ha dejado de comer. Ya no desayuna, no almuerza, no cena, no come nada; sobrevive de agua y aire. A veces no tiene otra opción que comer alguna fruta porque, en serio, el mareo es tan intenso que siente que se va a morir. Se restriega los ojos y ve tantas sombras negras que le da un poco de miedo y se obliga a comer para que desaparezcan.
Y es que de verdad le duele vivir así. Desearía ser feliz y amarse, verse al espejo y no odiar lo que ve, poder usar la ropa que quiere porque es hermoso y sabe que no le importa la opinión del resto. En serio, lo desea.
Aquí va otra vez.
Maldita ansiedad.
Tantos pensamientos lo están atormentando, le duele respirar y pierde la fuerza en sus piernas. ¿Por qué otra vez? Ya no quiere pasar por esto, lo odia tanto. Odia sentir la desesperación en su pecho que no lo deja respirar, sentir que se muere. Odia no parar de temblar y ponerse débil, odia tanto su vida.
¿Nunca sintieron que tenían todo pero a la vez nada?
¿Qué quizás la vida sería mejor si dejaran de existir?
Bueno, pues eso se preguntaba cada noche.
Pensaba en muchas cosas y todo llegaba a una conclusión.
Muerte.
Pensaba en cómo sería si se matara, en cómo elegiría la manera de hacerlo. Si alguien escuchara sus pensamientos, lo tacharían de enfermo mental, pero él no está enfermo, solo está roto.
Harry sabe que quizás solo necesita a alguien que le enseñe que la vida no es tan mala y con eso aprender a amarse. Quizás ir a terapia o tomar yoga; la yoga suena mejor, así no tiene que hablar con gente que se burle de él.
Y vuelve a llorar. Llora por todo. Hace tiempo no lloraba de tal manera, donde le faltaba el aire, que sentía que su cuerpo colapsaría y que sus ojos fueran a estallar. Pero ahora, joder, ahora sí que llora con ganas, deshaciéndose de todo el dolor de su alma. Maldice a su padre y hermano, insulta a sus compañeros de instituto, a todos los que una vez lo dañaron, porque no saben la manera en que lo rompieron. La gente lo hizo mierda, con sus comentarios e insultos, y la sociedad hizo que se odiara, creando tantos estereotipos que lo llevan a la locura y desesperación. Haciendo que ruegue poder llegar a verse aunque sea un poco como los omegas normales, que quizás si fuera delgado las personas lo querrían. Por eso ahora está llorando, y se siente tan bien. Le duele mucho, pero a la vez es tan satisfactorio deshacerse de ese peso de encima. Grita, llora, golpea el suelo, hace lo que sea. Solo quiere liberarse. Quiere despertarse por las mañanas y amarse. Quiere ser el mejor omega para su alfa.
Él quiere mejorar.
Y joder, claro que lo hará. Él buscará ayuda, necesita ser feliz. Está harto de ser tan miserable.
Su omega está triste y devastado por tantas emociones, y quizás inconscientemente, llama a su alfa.
Y ahora, en otra parte de la ciudad, un Louis muy nervioso empieza a correr sin rumbo, pero totalmente decidido en sus pasos.
Debe ayudarlo, aunque no sepa qué es lo que pasa.
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𝐴𝑚𝑎𝑟𝑦𝑙𝑙𝑖𝑠 !¡ 𝑙.𝑠
FanfictionHarry, un dulce omega que sólo desea encajar en los estereotipos de su casta. Louis, un alfa que le enseña el amor.