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El proceso de recuperación siempre es difícil. Hay días buenos, esos en los que sientes que eres capaz de salir de esa nube de depresión y ansiedad que está en tu pecho, pero también hay días que no son para nada buenos. Son momentos en los que todos los recuerdos vienen a tu mente, y deseas hacer desaparecer ese sentimiento, con dolor, pero no puedes. No cuando recuerdas todo lo que has logrado. Aunque luches con toda tu fuerza, esa voz en tu cabeza sigue ahí, un recordatorio constante de que nunca nada estará del todo bien.

Esta mañana, solo con abrir sus ojos, supo que hoy no sería un buen día. Para empezar, se sentía muy sensible, sin saber por qué, experimentando un sentimiento extraño en su estómago. Al despertar y ver a su alfa a su lado, roncando suavemente, sintió ganas de llorar. No creía merecer tener un alfa tan bueno como Louis.

Ahora, sentado sobre las baldosas del baño con una navaja en la mano, se sentía como hace unas semanas, cuando todo estaba mal. Parecía que todo su esfuerzo desapareció cuando hizo el primer corte en su estómago, y no paró. Siguieron algunos cortes más en sus piernas y otro más en sus brazos, con mucha sangre fluyendo de su cuerpo.

No sabía qué había pasado. En un abrir y cerrar de ojos, se encontró viendo sus nuevos cortes en el espejo. No lloraba; aún no entendía lo que pasaba. Era como si hubiera entrado en algún tipo de trance que lo llevó a hacerse daño a sí mismo.

Escuchó un leve ruido en la habitación, pero no le prestó atención debido a su preocupación. Menos aún notó cómo Louis se despertaba y lo miraba con ojos llorosos desde la puerta del baño.

"Amor", lo oyó hablar, pero nada salía de su boca, no podía moverse.

"No pasa nada, todo estará bien, ya estoy aquí", habló mientras pasaba sus dedos por sus mejillas. Ni siquiera sabía en qué momento empezó a llorar; no era consciente de nada.

"Amor, ¿me podrías decir qué ha pasado?"

Intentó hablar y decirle que no sabía, pero no podía. Empezó a temblar por el pánico de no poder emitir sonido. Justo cuando creyó que caería, su alfa lo tomó en brazos y lo recostó en su cama. Vio cómo iba al baño y traía un botiquín, sintió cómo limpiaba sus heridas, pero no sentía nada.

Unos minutos después, sintió otro peso a su lado y cómo Louis lo recostaba sobre su pecho, asegurándose de no lastimar sus heridas.

"No sé qué pasó", su voz salió en un leve susurro, casi inaudible.

"No pasa nada", habló Louis.

Este soltó un suspiro mirando a su chico, sin entender qué pasó, pero no iba a presionarlo para hablar. Solo hizo lo que su corazón le pedía.

Empezó a cantar en un tono suave. Siguió cantando en voz baja hasta que sintió cómo su omega se quedaba dormido nuevamente.

Lo vio relajarse y soltar un suspiro lleno de paz. Aunque no entendía qué había pasado, Louis ya estaba preparado para alguna recaída, como le dijo la terapeuta.

"Probablemente Harry tenga días buenos y malos. En los malos, sentirá que nada de lo que haga valga la pena y quizás se haga daño. Debes estar pendiente, y si pasa, no debes agobiarlo, solo ayudarlo. Él solo hablará contigo".

Suspiró una vez más antes de acurrucarse con su omega para descansar nuevamente.

Ahora no quería pensar en esto, solo disfrutaría estos momentos de tranquilidad.

Ya pasada la mañana, ambos estaban despiertos y ya cambiados, sentados tomando una taza de té, esperando a que alguno decidiera hablar.

"Voy a ser totalmente sincero contigo, porque sé que no me hago ningún bien guardando mis sentimientos", dijo con voz decidida el omega, mirando al alfa a los ojos, los cuales lo veían calmados, solo esperando lo que él tuviera que decir.

𝐴𝑚𝑎𝑟𝑦𝑙𝑙𝑖𝑠 !¡ 𝑙.𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora