Diez.

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La música fue elevándose mientras caminaba por el club y me creaba esa ansiedad que siempre solía sentir cuando entraba en un lugar como ese. Desde pequeña me había encantado la sensación de los clubes, siempre habían sido como mi fascinación. La gente pegada, bailando, tomando o besándose, las risas, las charlas a los gritos y todas las miradas puestas en mi. Me gustaba salir con mis amigas y hacernos ver, bailando entre nosotras, pasando el rato entre nosotras sin necesidad de nadie más.

En ese momento caminaba con Tyler mientras movía un poquito los hombritos al ritmo de una canción de Britney. Me sorprendía un poco la música del lugar, pero decidí avanzar como si la noche fuera mía. Estaba un poco pasada de energía, como le suelo decir yo. Me emocionaba la idea de estar junto a Tyler, de pasearme a su lado y lucir con ese vestido que llamaba todas las miradas. Hasta que vi a la novia del chico o mejor dicho ella se acercó a nosotros.

Traté de no mostrar ningún tipo de sentimiento, sino que me mantuve atenta a sus movimientos mientras tomaba la mano de Tyler buscando demostrar nuestra mentira. Él por un momento no me tomó la mano hasta que finalmente lo hizo y le regalé una sonrisa de lado, demostrando que todo estaba bien entre nosotros a pesar de la fara.

—Vaya, pensé que no ibas a venir al cumpleaños de mi hermano —dijo la chica mirándome como si fuera una mosca en el lugar incorrecto. No le presté atención, reconocía a kilómetros de distancia a las arpías como ella—. Y trajiste una blanca.

—Vamos, Candy, no seas así. Te presento a Laura, mi novia —la presentó tratando de calmar la situación, pero en vez de hacerlo me soltó la mano y la colocó cerca de mi cadera. El problema es que no fue exactamente ahí, sino que la dejó sobre mi trasero. No me incomodó, pero era algo que no esperaba y seguramente lo demostré cuando miré a Joel en busca de preguntas—. Estamos empezando a salir. Lauri, ella es Candy. Fuimos mejores amigos cuando éramos chicos y después decidimos arruinarlo.

—Si le quieres decir así.

—Es un gusto, Candy. Buena fiesta —comenté sin darle mucho atención a la situación, la mano me tenía nerviosa. Ella me miró nuevamente de ese modo tan despectivo y suspiró luego, diciendo que iba a presentarnos a más personas.

Eso hicimos, me presentaron a un montón de personas que lucían sacadas del videojuego GTA, ese que podes matar abuelitas y llamar a la policía. Sin embargo me comporté lo mejor que pude, casi como la princesita que me habían enseñado a ser. Los amigos de Joel me miraban las piernas, los pechos, la cara, lo que sea que podían y yo sin embargo fingía que no les prestaba atención. Lo odioso era soportar como le decían cosas a Tyler como si yo no estuviera ahí.

—Que buen partido.

—¿Te has ganado la lotería y no nos has dicho nada?

—Podemos compartir, eh...

—Iré a la barra —terminé por decir de un momento al otro, cansada de estar en esa situación asquerosa que todas las mujeres vivíamos. No era diferente a una salida con Joel, salvo que normalmente era con amigos inteligentes que se reían de mis capacidades o conocimientos. Estaba un poco asqueada y me sentía realmente mal hasta que le di un sorbo al trago que me regalaron en la barra. Otras cosas buenas de ser bonita. Todos creen que te pueden regalar cosas y que van a conseguir algo a cambio. La realidad es que no lo harán y luego se ofenden por eso.

—Me sorprende cómo las mujeres pueden conseguir cosas en los clubes sin necesidad de pagar una moneda —me dijo Tyler de un momento al otro, apareciendo luego de unos largos minutos que yo me quedé en la barra mirando las luces de colores y la gente bailando a mi alrededor. Por suerte el lugar no estaba tan lleno y se podía disfrutar un poco del ambiente—. Siempre me ha parecido...

La sala caliente +18 [Editorial Scott #1.2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora